VERACRUZ.- El día en que decidí escribir mi obra magna era 20 de marzo. Describí en una pequeña hoja lo que debía llevar mi obra y vacilé un poco en el genero. ¿Una novela? No soy novelista y eso me llevaría mucho tiempo, lo que me recuerda mi irreverencia por lo tradicional y obvio y sobre todo, lo rápido que me aburren las cosas de todos días. ¿Un cuento? Seria corto para decir todo aquello que había esbozado unos minutos antes en el pedazo de papel. Decidí entonces que debía escribir un reportaje.
¿Julius Fucik? Tal vez un Reportaje al pie de la Horca seria lo oportuno. Un ultimátum asi seria fantástico y advertiría al menos la mitad de las cosas que yo quería y creía poder escribir. ¿el Gabo? No, definitivamente me faltaba el enorme talento del novel y sobre todo su maravillosa manera de hacer trascendente los detalles mas triviales de la vida.
Seria un reportaje sencillo y largo. Un documento que pudiera empezar con un recorrido saliendo de mi lugar de origen y poniendo el énfasis en todo aquello que seria para muchos de mi generación las cosas mas importantes que debían quedar por escrito. Mi obra magna debía contribuir a que los historiadores del futuro no pasaran tanto trabajo en recrear y reconstruir la historia que nos tocó vivir.
Entonces empecé a hablar, a conversar, a preguntar a interrogar a todos aquellos que debían aportar la información que recogería mi reportaje. Cada vez encontraba historias que reflejaban el quehacer de un país que por momentos parecía dinámico y un poco después paralizado. Un país en constante ebullición dentro de la cabeza de quienes han tenido en los últimos 50 años ( y un poquito más) la principal preocupación en las cosas triviales de la vida: que voy a comer, como voy a cocinar, habrá agua cuando llegue a casa?
Pero no soy Gabriel García Márquez, es mas, estoy muy lejos de hacer bello lo que la realidad refleja, a veces incluso lo pongo peor. Por eso, a partir de ese día, ultimo del signo Piscis, ultimo del zodiaco que tanto preocupa a esa gran parte de la gente que mira a las estrellas antes de revisar su pasado, comencé a escribir la historia de mi propia vida. Lo hice en notas pequeñas, en breves entrevistas, en espacios de prensa escrita, en reportajes a pagina completa; en la radio siempre sonriente, en los boletines de las escuelas por donde pase, en los murales de los centros donde trabaje. En la Televisión. En muchos espacios de lugares muy remotos, y de otros, como este, que me es afín y nada ajeno.
El ultimo día del ultimo signo del zodiaco había empezado a entender que la historia se escribe a diario, minuto a minuto y que dejar constancia de ella es una misión de los que nos consideramos periodistas. Eso he aprendido, 50 años después: la misión de un hombre esta en su profesión y dejar constancia de ello es cosa de periodistas. Hay que ser leal al dato, absolutamente leal a la fuente; hay que ser instigador cuando de buscar se trata; indagar, conseguir, transmitir. Eso he aprendido y creo seguir siendo un buen estudiante de ese genero: la verdad.
Cada 20 de marzo me pregunto si lo estoy haciendo bien, si ese recorrido esta por terminar y me convence que me falta mucho, que estoy incluso recién salido de la cáscara y que montar un reportaje como obra magna será tal vez un buen ejercicio para burlar esa nube que me abarca cuando hay algo rutinario en mi vida. La mejor rutina que me pudo tocar, después de ver crecer mi familia, es ver como transcurre la vida y dejar constancia de ello.
El periodismo ha sido y será una vía capaz de sobrevivirnos y de sobrevivir incluso a los que un día se declararon ganadores. Solo el tiempo dirá si tengo o no la razón , pero un día como hoy, al filo de mis 50 años, se que el camino es largo y la cuerda, por suerte, renovada cada día.
También aprendí que la obra magna no existe, al menos no la adelantas, no la creas, ella misma se crea, y si tienes suerte ( y algo de talento, no lo niego!) la estarás escribiendo cada momento, en cada conversación con tu entorno. Un viaje de por vida que solo termina el día en que tu hijo toma la pluma o escribe en tu maquina.