MIAMI.- Cuando la temporada ciclónica finalice el martes 30 de noviembre, lo celebraremos con alivio. De las 21 tormentas y siete huracanes, de los cuales cuatro fueron ‘mayores’, ninguno impactó directamente al sur de Florida.
MIAMI.- Cuando la temporada ciclónica finalice el martes 30 de noviembre, lo celebraremos con alivio. De las 21 tormentas y siete huracanes, de los cuales cuatro fueron ‘mayores’, ninguno impactó directamente al sur de Florida.
Salvo Elsa, que se acercó peligrosamente a Cayo Hueso el 6 de julio, tras atravesar el occidente de la isla de Cuba, apenas tuvimos nubarrones y lluvias esporádicas.
De hecho, esta temporada ciclónica, que comenzó el 1 de junio y finaliza el 30 de noviembre, produjo más que el triple de ciclones usuales y Miami y todo el sur de Florida deberían regocijarse con no haber sido afectadas, ya que la costa sureste de la península es más susceptible a las tormentas que el resto del estado.
"Septiembre y octubre son los meses más peligrosos”, recordó Mario Suárez, meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes, cuando el mar alcanza altas temperaturas y las corrientes de viento facilitan la formación de tormentas.
Entonces, ¿tuvimos suerte o hubo algún factor natural que nos alejó del peligro?
“Probablemente fue a persistencia de la alta presión en medio del océano Atlántico norte”, mencionó, a veces aledaña al archipiélago de Bahamas, que pudo haber definido el transcurso de los ciclones lejos de la costa sureste de Florida.
“Ni las zonas de mal tiempo ni los ciclones cuentan con movimiento de traslación propia y su desplazamiento es impulsado por la actividad de rotación de altas presiones, en dirección a las manecillas del reloj, o vientos aledaños”, señaló el meteorólogo.
En otras palabras, si la alta presión está situada en un lugar específico pudiera desviar o inducir a huracanes a seguir una trayectoria.
Ese fue el caso del huracán Andrew, en 1992, cuando la alta presión, situada entonces sobre las islas Bahamas, indujo a la súper tormenta a tocar tierra en Miami con vientos de 160 millas por hora, unos 257 kilómetros por hora.
Ahora bien, no siempre la alta presión se sitúa en el lugar que nos convenga, y el alza de la temperatura, dadas las características del cambio climático, pudiera intensificar la creación de tormentas el próximo año, como acaba de suceder en 2021.
“Se habla de un aumento gradual de la temperatura del mar, dos grados Fahrenheit más durante los próximos 30 años, lo que podría duplicar el número de huracanes”, subrayó.
De cualquier manera, aún cuando la temporada ciclónica ‘oficial’ tiene un tiempo específico, “tormentas podrían formarse a partir de abril y hasta diciembre, en plena Navidad”, anticipó.
Para entender mejor cuánto influye la temperatura del mar, sepamos que, durante 19 años, de 1981 a 2000, se formaron cinco huracanes fuertes, con vientos superiores a 155 mph, 249 km/h, y en los últimos 20 hemos visto 14, casi el triple.
Por ello, los meteorólogos exhortan a la población y a las autoridades a prepararse para evitar daños mayores.
“Reaccionamos muy bien ante desastres, nos unimos y ayudamos, pero apenas nos preparamos como es debido”, concluyó.