MIAMI.- Los antepasados de Manuel Portuondo, uno de los combatientes de la Brigada 2506, llegaron a Cuba procedentes de España en los años 1.700. El apellido es de origen vasco, más específicamente de una villa de pescadores llamada Bermeo.
MIAMI.- Los antepasados de Manuel Portuondo, uno de los combatientes de la Brigada 2506, llegaron a Cuba procedentes de España en los años 1.700. El apellido es de origen vasco, más específicamente de una villa de pescadores llamada Bermeo.
Los Portuondo llevaban una vida sin vicisitudes. El padre de Manuel administraba una central azucarera. Nunca participó en política, pero cuando Fidel Castró se hizo del poder el 1ero. de enero de 1959 todo cambió.
Uno de los primeros pasos del llamado ‘gobierno revolucionario’ consistió en expropiar inmuebles, compañías y tierras para supuestamente poner esos activos en manos del pueblo. Una gran mentira. Quizás la primera de la seguidilla de engaños que vendría más tarde.
Un día cualquiera, sin previo aviso y justificación alguna, la milicia de Castro mandó a prisión al padre de Manuel. Le quitaron todo. Su esposa y sus seis hijos quedaban solos y abandonados al azar.
Con el padre preso, la misión era buscar la manera de sacarlo. El padre de Manuel había sido un hombre muy querido entre la comunidad. En los tiempos de Batista había ayudado a liberar a muchas personas. En los tiempos de Castro, alguien le tendió una mano y pudo salir de prisión.
Nueva vida, nuevos anhelos
Portuondo padre volvió a la libertad con la idea fija de rehacer su vida y la de su familia en otro lugar. Había estudiado ingeniería en agronomía en Estados Unidos y todavía le quedaban algunas amistades, que podían ser de gran utilidad en un momento tan agobiante.
Los primeros en venir fueron Manuel y su padre. Nueva York les dio la bienvenida, pero solo estuvieron en la ciudad de los rascacielos por mes y medio. Pasado ese tiempo, la madre de Manuel y sus hermanas viajaron a Miami y la familia volvió a unirse a 90 millas de Cuba.
El joven de entonces ingresó a Coral Gables High School. “Tenía una espinita por dentro”. En el plantel educativo se reencontró con viejos compañeros de estudio de la isla. Solo se hablaba del horror que estaba sembrando la naciente dictadura entre los cubanos y sobre la necesidad de quitar a Castro del poder.
El pensamiento de los padres y muchachos de la época que se vieron obligados a salir de Cuba era regresar muy pronto. Entonces Manuel escuchó hablar de unos campamentos en donde se iba a entrenar a un grupo de jóvenes para buscar la libertad del pueblo cubano.
Eran “jóvenes con ideales, no mercenarios como nos quiere presentar el régimen cubano porque no recibíamos sueldo”, todos aquellos que se sumaron a la larga lista de combatientes. El entrenamiento sería en Guatemala. En la mente de Manuel solo había un deseo: “Una Cuba en democracia”.
La operación
Cada individuo que estuvo en Playa Girón tiene su propia historia. A Manuel le tocó vivir la del Batallón #5 que, junto al Batallón #2, iba a bordo del barco Houston. El objetivo del grupo era tomar un sitio llamado Playa Larga, al norte de Girón.
El barco llegó a las costas de Cuba la noche del 16 de abril de 1961 y el desembarco empieza con el Batallón #2, pero las pequeñas embarcaciones en las que salieron los brigadistas tropiezan con un arrecife y se hunden. Por tanto, no pudieron volver a recoger a los miembros del grupo de Manuel.
La acción debía ser de noche. Al despuntar el alba, según el relato de Manuel, el gobierno norteamericano había planeado eliminar la aviación con unos bombardeos a las bases aéreas. Todo fue cancelado, menos un bombardeo. Esto ayudó a que los aviones de la Fuerza Aérea Cubana pudieran salir y atacar a los barcos participantes en la invasión ya con la luz del día a cuestas.
Uno de los aviones impactó el timón del barco Houston y la embarcación empezó a dar círculos. El capitán logró encallar la nave en un arrecife. El ataque desde el aire continuó. Los brigadistas optaron por lanzarse al agua. Algunos lo hicieron con sus equipos encima y nunca más salieron a la superficie. “Yo vi lo que estaba pasando y me quité el equipo antes de lanzarme”. Horas después, Manuel estaba en una prisión.
Durante la operación murió José Ignacio Smith, primo hermano de Manuel, quien también tenía 17 años en aquel momento. “Lo asesinaron mientras dormía en la Ciénaga de Zapata”. La historia se la contó el único sobreviviente del grupo de su primo.
Regreso a una mejor vida
Los momentos en prisión para Manuel en Cuba fueron muy difíciles. “El asunto es que tú nunca sabías qué iba a pasar mañana. Siempre estaba la incertidumbre de que te podían fusilar”. Sintió miedo. Sin embargo, vendrían tiempos mejores.
Cuando regresa, había dos alternativas para el joven. Una, entrar al Ejército de Estados Unidos. Muchos lo hicieron y tuvieron carreras militares brillantes. La segunda opción era participar en un programa para cursar carreras universitarias. Esta fue su elección. Al cabo de cierto tiempo recibió grado en Administración Comercial de la Universidad de Miami.
En esa época había pocos profesionales que pudieran hablar inglés y español. No solo había tenido la oportunidad de estudiar, sino de conseguir su primer trabajo en una compañía fabricante de jabones y detergentes.
Luego se le presentó la posibilidad de ir a Venezuela, como gerente general de una compañía que tenía tiendas de música, cuyo nombre comercial era Teclados de Venezuela.
Manuel tiene gratos recuerdos del país sudamericano. “Era un paraíso durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero hoy no es ni sombra de lo que era antes, esa Venezuela que ahora es una dictadura narcotraficante y terrorista”.
Tuvo éxito en Venezuela, pero le llegó una tercera oportunidad de trabajar en la isla de Aruba, como director comercial de una firma que tenía una empresa de licores, agencias de automóviles y tiendas por departamentos.
Más tarde, asumió la gerencia de la distribuidora de cerveza Budweiser en Miami-Dade. Vivió con su familia en Tampa y Palm Beach, hasta que se retiró en 2018 y es cuando decide radicarse de nuevo en Miami.
Reflexiones
Manuel Portuondo cree que pudo haber tenido el mismo éxito en Cuba, sin Castro en el poder, quien “traicionó los ideales de la revolución” y era comunista desde antes, “lo que pasa es que no lo dijo”.
Su mayor dolor es haber fracasado en la invasión de Playa Girón y su mayor alegría ha sido vivir en un país de fundamentos democráticos, como Estados Unidos.
En cuanto a los movimientos opositores actuales en Cuba, Manuel no duda en que “todo lo que se haga para combatir al castrismo, es algo que vale” porque el “cubano no se rendirá” hasta ver a su país en democracia.
[email protected]
@danielcastrope