Especial para Diario las Américas.- Ah, ¡cuántos vehículos se ven golpeados por doquier! Las magulladuras sobre el cuerpo de plástico y metal de cada carro, son como las cicatrices que todavía lucen miembros de antiguas tribus para constatar de dónde son.
Consuela saber no ser el único yendo por la urbe con un auto dañado. Ante un semáforo en rojo, uno mira en derredor y nota otros carros con abolladuras, faros rotos y rasponazos que no se curan tan fácilmente como aparece en Internet.
Hay quien asume estos incidentes con resignación. Es como si por la Ley de las Probabilidades tocara recibir un trastazo en cualquier instante y por el más mínimo motivo, a juzgar por todos los imprevistos escondidos en el tráfico cotidiano.
El tránsito en Miami-Dade es una gran mezcolanza. Entre tantos elementos, en él confluyen los jóvenes que salen de las escuelas haciendo chillar las gomas de sus carros de estreno. El anciano que apenas rebasa la altura del volante y maneja como el señor Magoo, y el inmigrante que nunca antes tuvo un timón en sus manos.
En gran medida las eventualidades siguen ocurriendo por falta de atención a la vía. Ya no sólo es por quienes han trocado sus vehículos en oficina o comedor. También están esos conductores fumando brevas de moda -tal vez cáñamo, marihuana u otra porquería- y emanando humos tan pestilentes, que seguro embriagan y enferman.
¿Alguna autoridad habrá tomado nota de ello?
Puede suceder que de tanto frenar y acelerar durante un tranque de carretera, alguien se embote e impacte el carro delante al suyo. Sin embargo, consigue escabullirse entre la muchedumbre. ¿Y cómo justificar en tal caso el daño ante una agencia de seguro, si no hay a quién imputar?
En Florida se hace más difícil resolver una situación como ésta, tomando en cuenta, por ejemplo, que aquí es legal no portar placa delantera, como en otros 18 estados del país.
La aparente estrechez también es otra posible causa de pequeños percances, que en definitiva duelen igual como uno de envergadura. Sería constante tarea comprobar si las dimensiones de las áreas exteriores de todo establecimiento se corresponden a lo estipulado, y al tamaño de los vehículos que concurren.
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Una camioneta en Florida, como muchas otras, posee un elemento para evitar ser golpeada en el tráfico
Frank Díaz Donikián -DLA
Es que resulta frecuente ver a conductores de rastras realizando aparatosas maniobras para parquear y llevar suministros a ciertos lugares. Es la misma angustia de quienes manejan esos ómnibus gigantes al llegar a varios hoteles.
Alguna falta de espacio debe estar existiendo, porque ninguno de esos chóferes es un principiante. Todos ostentan la Licencia de Conductor Comercial (CDL por sus siglas en inglés) luego de muchos estudios y exámenes. Para los neófitos, ellos son seres elegidos por sus pericias, capaces de salir ilesos de cada aprieto.
Igualmente, es bastante común que cualquiera al bajarse del auto lastime con su puerta al vehículo contiguo. A propósito, ¿quién deja hoy sus datos personales sobre el parabrisas del carro chocado y asume cívicamente un estrago?
Según los reglamentos en Florida, cada lote de estacionamiento debe tener al menos 12 pies de ancho.
Sea como fuere, en ninguno apenas caben las camionetas de talla de extra que ruedan actualmente. Para colmo, algunos de sus choferes a veces no se toman ni el trabajo de estacionarlas en reversa, provocando que el enganche del remolque de la mayoría de esos carrazos, amenace el paso de otros vehículos y peatones.
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Según los reglamentos en Florida, cada lote de estacionamiento debe tener al menos 12 pies de ancho.
Frank Díaz Donikián -DLA
Así las cosas, todo carro magullado en nuestros entornos lleva consigo la marca evidente de una ciudad trepidante.
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Todo carro magullado en nuestros entornos lleva consigo la marca evidente de una ciudad trepidante
Frank Díaz Donikián -DLA