martes 18  de  marzo 2025
EL JARRÓN CHINO

Francisco y el infierno

Poco a poco me fui alejando de una institución con la que puedo coincidir en su propuesta del amor entre los seres humanos, el ideal de hacer el bien o ayudar a los necesitados

Por MANUEL AGUILERA

Mi máxima siempre ha sido no opinar sobre las normas de un club al que yo no pertenezco.  No tengo nada que opinar sobre las decisiones de los socios del Real Madrid, de la Asociación de Amigos de la Capa, o de los feligreses de la Iglesia del Séptimo Día. Desde la distancia y como ciudadano o periodista  sólo podría interesarme si alguna de sus iniciáticas fuera en contra de la ley o causara un perjuicio al resto de ciudadanos que no pertenecen a estos movimiento.

Por ello, nunca he comprendido que un ateo critique que la Iglesia Católica esté en contra del aborto o que tenga entre sus normas el celibato de los sacerdotes. Aunque nací y me crie en una familia católica. Poco a poco me fui alejando de una institución con la que puedo coincidir en su propuesta del amor entre los seres humanos, el ideal de hacer el bien o ayudar a los necesitados. Sin embargo, discrepo de su organización y jerarquía. También de muchas de las opiniones expresadas por sus máximos representantes. Respeto mucho a los que practican el catolicismo –entre ellos a mi familia más cercana- y si no fuera porque los papas además de líderes religiosos ejercen con más o menos pudor su condición de jefes de estado, no entraría a juzgar sus iniciativas.

Los papas son seres humanos y los que no creemos en su infalibilidad nos tiramos de los pelos antes algunas de sus acciones.  Hago todo este preámbulo porque estoy absolutamente en shock tras dos sonoros gestos del actual Papa, Francisco.

Esa foto sonriente junto a Raúl Castro, un implacable dictador en pleno ejercicio de sus funciones,  en el Vaticano, me avergüenza casi tanto como si perteneciera de alguna manera a la Iglesia Católica. Que lamentable foto con el verdugo –cuyo régimen ha perseguido durante décadas a los creyentes- con sonrisa incluida, dando la espalda y humillando a las víctimas para las que este pontífice y sus antecesores parecen no haber tenido ni tiempo ni sensibilidad.

Dicen los Mandamientos de la Santa Iglesia Católica que “no tomarás el nombre de Dios en vano” pero nadie ha respondido a la burla sarcástica del dictador comunistas –cuyas cárceles todavía hospedan presos políticos y de conciencia- cuando aseguró que  lee “todos los discursos del Papa y si el Papa continua hablando así volveré a rezar y regresaré a la Iglesia y no lo digo en broma".

Aunque no lo dijo “en broma”, los que no nos fiamos y llevamos siguiendo la historia de los Castro día a día y no cuando toca hacerse una foto sabemos que Raúl no va a convertirse ni a ésta ni a ninguna religión. A ninguna creencia que le exija un comportamiento ético y que le obligue  aponer por delante los intereses de nadie que no sea él mismo y los suyos.

Tras esta decepción, el Vaticano intente liderar la opinión pública mundial reconociendo al Estado Palestino es menos sorpresivo pero igualmente doloroso. Qué manera tan cínica de tomar parte en un conflicto en el que al menos debería ser neutral. Francisco, yo no creo en el infierno, ¿y usted?

 

 

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