lunes 17  de  febrero 2025
PERIODISTA Y ESCRITOR SATÍRICO

La corbata de ciervos

No hay que pasar por alto que comprar en un “black friday” equivale a vestir ropa que nos llevamos porque está barata, no porque nos parezca bonita. Yo mismo he comprado hoy una corbata de ciervos

Diario las Américas | ITXU DÍAZ
Por ITXU DÍAZ

Me gusta ir de compras cuando las tiendas están vacías. Por eso he ido este viernes. Por el placer de ponerme de mal humor. Es “black friday” y eso significa que hay ofertas, pero solo para quienes sean capaces de sobrevivir a cruzar la tienda. He visto estampidas de búfalos más discretas. Incluso un señor, probablemente sin antecedentes penales, padre de familia y de vida recta, me ha arrancado de las manos una bufanda que examinaba sin interés. De acuerdo, tenía un 60% de descuento, era la última, y ni siquiera era del todo fea, pero me ha parecido excesiva la violencia, ya no por el tirón, sino por el intento posterior de amordazarme para evitar que llegase antes que él al cajón de los calcetines.

Admito, en honor a la verdad, que más tarde yo le mordí una oreja, para hacerme con una camisa de mi talla que el tipo había secuestrado bajo su brazo. Hay quien encontrará fiera mi reacción, pero veamos los antecedentes: era mi talla, mi modelo, mi color, llevo veinte años comprándola, y probablemente seamos tres o cuatro generaciones Díaz vistiendo esa misma camisa. Hasta me ha sonreído y se ha puesto a agitar los botones al verme, aún en manos de ese idiota. Tenía mis razones para el mordisco, que fue por otra parte un mordisco en legítima camisa.

No me gustaría que este incidente empañase una jornada verdaderamente horrible. Y no hay que pasar por alto que comprar en un “black friday” equivale a vestir ropa que nos llevamos porque está barata, no porque nos parezca bonita. Yo mismo he comprado hoy una corbata de ciervos. Necesitaré beberme en una sola noche todo el ron que produce Venezuela en un año, para sentir siquiera lejanamente la tentación de ponerme la corbata de ciervos. Y qué. Ahora ahí está ella, la corbata, y aquí estoy yo, el comprador, y allí está él, el vendedor, y todos somos razonablemente felices a esta hora de la noche.

No deja de asombrarme que en una de mis tiendas favoritas, las prendas, esos pantalones tan bonitos, vengan de fábricas marroquíes, que son de unos señores encantadores que saben hacer muchas cosas, excepto vestirse. Y sin embargo, ahora hacen pantalones preciosos, con patrones diseñados en España, o en Italia, y de un modo mucho más barato que en casi cualquier otro lugar del planeta, exceptuando China, donde las factorías no fabrican sino que fotocopian a tal velocidad que los pantalones salen de la fábrica rompiendo la barrera del sonido. Esa es la razón por la que a veces el cocodrilo viene del revés. Por las prisas.

Mención aparte merece la cortina. Ese instante en el que has de abrir la cortina del probador a la dependienta, y mostrar el resultado. Por un extraño pudor, no me resulta natural ponerme ropa que aún no es mía y pasearme por la tienda como si nada. Ningún hombre sabe hacerlo. He visto a mujeres salir de probadores tan hechas a las prendas que parecen haber nacido con ellas. Yo en cambio me asomo tímidamente tras la cortina. Primero la punta de la nariz y una mirada furtiva. Cierro velozmente y cojo aire. Vuelvo a abrir, carraspeo, por si acaso hay un señor en pelotas en el pasillo, para que sepa que voy a salir, que pueda esconderse, y para que tenga el varonil respeto de no mirar cuando pase en dolorosa procesión con mi prenda provisional. Asomo la cabeza de nuevo, miro a derecha e izquierda, y salgo conteniendo la barriga, como cruzando un campo minado, o como en el final de ‘Carros de fuego’, brincando discretamente hacia la vendedora que ha de evaluarme. Entonces ella da el veredicto en voz alta, de modo que todos los presentes dejan lo que están haciendo, se giran, aprobando o reprobando con la mirada, e incluso se animan a opinar. Hoy mismo una señora me ha dicho que mi corbata de ciervos era la corbata de ciervos más bonita que había visto en su vida, que le encantaría llevarle una igual a su marido, pero que falleció la semana pasada, ahorcado con una corbata de ciervos. Y lo he comprendido al instante. A él.

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar