La campaña política por la alcaldía en Miami Beach sube de tono tras conocerse la circulación de un volante, firmado por la candidata a la Comisión municipal Kristen Rosen González, que asegura que “una persona muy cercana al alcalde Philip Levine cabildea para reemplazar el complejo de viviendas para familias de bajos ingresos Rebecca Tower” por una torre de lujo que produciría grandes ganancias a varios interesados.
De hecho, la candidata a la Comisión plantea que la persona cercana a Levine es David Custin, el gerente de la campaña de su oponente, Betsy Pérez.
No obstante, el alcalde Levine negó la existencia de un proyecto con estas características y agregó que el mensaje fue emitido para “causar miedo en los corazones y las mentes de las personas de la tercera edad”.
Por otra parte el exdirector de la autoridad de vivienda de Miami Beach, Gerald Schwartz, señaló la existencia de un acuerdo restrictivo, que recoge cómo la propiedad fue donada al ayuntamiento por su anterior propietario y prohíbe cualquier uso del terreno que no sea con fines públicos.
De cualquier manera, todo parece indicar que vuelve a saltar a la palestra el espíritu desolador que ha caracterizado a las campañas políticas en nuestra región en los últimos años. La mayoría de quienes optan por ocupar un puesto público, para servir al pueblo como anuncia la vocación, no acostumbran a apostar por los proyectos, sino por los desechos que puedan dañar la imagen pública de un aspirante o el otro.
De esta manera, vuelve la tercera edad, el sector adulto más vulnerable de la sociedad, a ser objeto y protagonista de una lucha entre políticos que no parece tener fin, aunque las caras sean reemplazadas cada cuatro u ocho años.