"La desobediencia civil es la afirmación de un derecho que la ley debería otorgar pero que niega." — Mohandas Gandhi
Hoy, mientras presenciamos cómo los cubanos desafían pacíficamente a la dictadura comunista en Cuba, el legado de Gandhi continúa sacudiendo los cimientos de las tiranías en todo el mundo.
"La desobediencia civil es la afirmación de un derecho que la ley debería otorgar pero que niega." — Mohandas Gandhi
Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869, hace 156 años, y su legado continúa siendo intensamente debatido en la India. The Economic Times, con sede en India, publicó en 2021 un editorial titulado "Continúa la relevancia de Mohandas Gandhi", que destaca los desafíos a la no violencia gandhiana en su país natal.
“Gandhi es recordado por el Ahimsa, la no violencia. Sin embargo, el Ahimsa de Gandhi no era una aceptación pasiva de la violencia, sino su resistencia activa mediante la fuerza del propósito moral y la movilización de la opinión pública. Hoy, tenemos representantes electos que veneran al asesino de Gandhi, pero pocos seguidores que sigan su ejemplo de oponerse a la violencia.”
Este debate no se limita a la India. Un artículo del 29 de septiembre de 2019 en NPR, titulado "Gandhi es 'un objeto de intenso debate': un biógrafo reflexiona sobre el líder indio", contrasta el debate en torno a Gandhi con el hecho de que en China no se debate a Mao Zedong, en Vietnam no se debate a Ho Chi Minh, ni en Pakistán se debate a Muhammad Ali Jinnah.
Quizás parte de la razón de esta falta de debate es que China y Vietnam son dictaduras totalitarias donde tal debate está prohibido, y Pakistán ha oscilado entre períodos de democracia y régimen militar, donde cuestionar al fundador podría resultar peligroso. India, en cambio, ha sido una democracia durante todo su período de independencia.
Gandhi liberó a todo un subcontinente del dominio imperial sin disparar un solo tiro. Las Naciones Unidas, desde 2007, han designado su cumpleaños, el 2 de octubre, como el Día Internacional de la No Violencia. Sin embargo, no ganó el Premio Nobel de la Paz y es reconocido por el Comité Nobel como el "Laureado Ausente".
En 2009, la Organización de Naciones Unidas emitió un sello postal de un dólar con la imagen de Mohandas Gandhi para conmemorar el 140.º aniversario de su nacimiento. El sello fue diseñado por el artista Ferdie Pacheco, radicado en Miami.
No era un hombre rico. Nunca ocupó un cargo político formal. No era un santo ni una figura divina. Era solo un hombre. Un abogado que había hecho voto de pobreza y celibato. Su nombre completo era Mohandas Karamchand Gandhi.
Gandhi se transformó en un activista estratégico y principista de la no violencia en Sudáfrica a finales del siglo XIX, luchando contra leyes y políticas racistas de las autoridades coloniales. Un resultado teórico importante de su campaña sudafricana fue el desarrollo del Satyagraha.
Gandhi anunció el 11 de septiembre de 1906 en su periódico Indian Opinion un concurso para proponer nombres que describieran este movimiento. El nombre final fue la fusión de dos palabras, como explicó Gandhi:
“Verdad (Satya) implica amor, y firmeza (agraha) genera y por tanto sirve como sinónimo de fuerza… la Fuerza que nace de la Verdad y el amor o la no violencia.”
Fue la antítesis de Mao Zedong, quien tomó el poder y mató a decenas de millones para imponer su ideología política en China. Los marxistas-leninistas ven la “verdad” como algo maleable y al servicio de la obtención del poder.
El rechazo explícito de Gandhi a la lucha de clases marxista como algo lleno de odio, su abrazo a la verdad y el amor, y su crítica de que los socialistas y comunistas no resolvían los problemas reales, son poderosos:
“Los socialistas y comunistas dicen que no pueden hacer nada para lograr la igualdad económica hoy. Solo harán propaganda a su favor y, con ese fin, creen en generar y acentuar el odio. Dicen que, cuando tomen el control del Estado, impondrán la igualdad. En mi plan, el Estado estará allí para cumplir la voluntad del pueblo, no para dictarle ni forzarlo a hacer su voluntad. Lograré la igualdad económica mediante la no violencia, convenciendo a las personas de mi punto de vista, aprovechando las fuerzas del amor frente al odio. No esperaré hasta haber convencido a toda la sociedad de mi punto de vista, sino que comenzaré de inmediato conmigo mismo. Está claro que no puedo esperar lograr la igualdad económica que concibo si soy dueño de cincuenta automóviles o incluso de diez bighas de tierra. Para ello debo reducirme al nivel del más pobre entre los pobres.”
La descripción que hace Gandhi de la naturaleza de un régimen que busca destruir el capitalismo con violencia ofrece una excelente descripción de lo que ha ocurrido en los estados marxistas-leninistas que prometieron el paraíso pero produjeron lo contrario:
“Estoy firmemente convencido de que si el Estado suprime el capitalismo con violencia, quedará atrapado en las redes de la violencia misma y no podrá desarrollar la no violencia en ningún momento. El Estado representa la violencia en forma concentrada y organizada. El individuo tiene alma, pero como el Estado es una máquina sin alma, nunca podrá apartarse de la violencia, a la cual debe su propia existencia. [...] Puede demostrarse fácilmente que la destrucción del capitalista debe significar en última instancia la destrucción del trabajador, y como ningún ser humano es tan malo como para estar más allá de la redención, tampoco hay ser humano tan perfecto como para justificar destruir a aquel que erróneamente considera totalmente malvado.”
Esto explica, en gran parte, la hostilidad de los comunistas hacia el programa sociopolítico de Mohandas Gandhi, y la de muchos en la izquierda que comparten la creencia marxista en la lucha de clases.
El enfoque de Gandhi se refleja en lo que se considera su mayor acto de no violencia: la Marcha de la Sal de 1930, durante la cual escribió dos cartas a su adversario británico en India, el virrey Lord Irwin, a quien se dirigió como amigo. En ellas expuso tanto sus quejas como el acto de desobediencia civil que planeaba llevar a cabo.
El contraste entre quienes abogan por la lucha de clases y quienes defienden la resistencia no violenta no podría ser más claro.
Los herederos de Mao Zedong, inspirados por su tradición revolucionaria violenta, generaron gran sufrimiento: Ernesto “Che” Guevara en Cuba, los Jemeres Rojos en Camboya, el Partido Pantera Negra en Estados Unidos y Sendero Luminoso en Perú son solo cuatro de muchos ejemplos sangrientos.
Contrástelos con los herederos de Mohandas Gandhi, inspirados por su resistencia no violenta ante la injusticia y el bien que lograron: Martin Luther King Jr. en Estados Unidos, Steve Biko en Sudáfrica, Abdul Ghaffar Khan en Pakistán, Oswaldo Payá Sardiñas en Cuba, Václav Havel en Checoslovaquia, Lech Wasa en Polonia, y Corazón Aquino en Filipinas son solo siete de muchos ejemplos inspiradores.
Mohandas Gandhi cambió la forma de protestar políticamente y empoderó a millones con el Satyagraha y el uso de la no violencia estratégica para enfrentar regímenes poderosos y violentos e injusticias graves, de manera efectiva, frustrando a quienes quieren mantener o cambiar el status quo mediante la violencia.
Hoy, mientras presenciamos cómo los cubanos desafían pacíficamente a la dictadura comunista en Cuba, el legado de Gandhi continúa sacudiendo los cimientos de las tiranías en todo el mundo.
La resistencia no violenta no significa ausencia de violencia. Es una decisión valiente de desafiar a los opresores usando medios no violentos. Decir la verdad y resistir a un adversario violento con métodos pacíficos no está exento de riesgos, pero tiene mayor probabilidad de éxito que la resistencia armada. Oswaldo Payá dijo la verdad al poder el 20 de julio de 2012, denunciando el cambio fraudulento de la dictadura y ofreciendo una visión de cambio real en Cuba:
“El Movimiento Cristiano Liberación (MCL) y la oposición no matan, no sabotean ni excluyen, eso lo sabe todo el mundo. Nuestro lema es Libertad y Vida. No queremos el poder para nosotros; queremos paz y derechos civiles para todos, porque donde no hay derechos no hay justicia. Solo buscamos el poder del pueblo, la soberanía popular, como Martin Luther King, ¿recuerdan? ¡Poder para el pueblo! … Denunciamos la corrupción institucionalizada. Quienes tienen el poder nos declaran enemigos y no compiten con la oposición, sino que la condenan, la estigmatizan y la aniquilan”.
“La solución pacífica, lógica y justa que puede conducir al cambio y al diálogo genuino es reconocer estos derechos. Basta de justificaciones reaccionarias que dicen que el pueblo no está preparado, que no quiere cambios. ¿Creen que cincuenta y cuatro años sin libertad y sin derechos no son suficientes? Otros dicen que el pueblo no quiere derechos, ¡qué insulto! Algunos dirán que muchos cubanos quieren este gobierno. No lo creo, pero en todo caso ningún cubano puede decidir lo que quiere en este ambiente. Con estas leyes y este sistema, los cubanos no pueden elegir quién los gobierna ni qué sistema tener. Exigimos derechos para todos, sin odio ni ofensas, con justicia. Todos saben que ni siquiera la Asamblea Nacional del Poder Popular puede decidir libremente, también recibe órdenes. Esto solo cambiará cuando sean elegidos por el pueblo, solo entonces obedecerán al pueblo. Esa es nuestra demanda. Seguimos convocando a todos los cubanos, sin importar cómo piensen o de dónde vengan, a ser parte de la solución y los cambios. Solo el pueblo puede hacerlo. ¿Por qué decir no a nuestros derechos? ¿Por qué elitismo? ¿Filosofías y teologías? Lo que nos oprime es el miedo, la intolerancia y la determinación de un grupo de mantener el poder absoluto. ¡Abandonemos las apariencias! Tomemos el camino del pueblo, que es el camino de la democracia”.
Esta visión sigue siendo relevante hoy en día, y el precio que Payá tuvo que pagar por decir la verdad al poder y actuar en consecuencia le costó la vida, junto con Harold Cepero, dos días después, el 22 de julio de 2012, cuando ambos fueron asesinados por agentes de la dictadura cubana. Fueron asesinados porque, con su testimonio de la verdad y su resistencia no violenta, amenazaban la continuidad de la dictadura.
La no violencia y su cultura de la vida son una fuerza más poderosa, y ofrecen una alternativa a la guerra que amenaza la existencia de la humanidad con su cultura de la muerte.