Por Renaldy J. Gutierrez
Por Renaldy J. Gutierrez
Muchos países en el mundo luchan hoy para lograr para ellos un sistema de gobierno que le impida al tirano de turno conseguir su objetivo de un poder absoluto. Hay otros en los cuales sus Constituciones establecen un Sistema de chequeos y balance entre los poderes del estado, el cual está supuesto a garantizar límites de poder y la conducción del gobierno dentro de esos límites constitucionales. Así es, o está llamado a ser, nuestro gobierno, el cual en sus más de 200 años de existencia ha sido un rayo de luz para las democracias del mundo. Con la lluvia de Decretos Ejecutivos firmado por el Presidente Trump esta semana, algunos nos preguntamos si nuestro sistema de gobierno continuará siendo un gobierno del pueblo y por el pueblo.
En estos comienzos conviene recordar y poner ante nosotros lo que ha hecho de nuestro Sistema de gobierno una Institución duradera ese rayo de luz para las democracias. Se trata de una proposición muy simple y a la vez de un compromiso de todos a ciertos principios cuya ausencia, o de uno solo, catapultaría a nuestra nación al abismo del poder autoritario, del poder de uno solo, y al caos en la sociedad.
De las muchas y variadas concepciones que se han dado para determiner si un Sistema de gobierno está fundado como un Estado de Derecho, quisiera tan solo presentar una noción ampliamente aceptada, propuesta por la American Bar Association, dentro de su World Justice Project. Dicha noción está centrada en tres principios básicos: (i) de un Poder Legislativo (el Congreso) que promulga leyes en beneficio de todo el pueblo; (ii) un Poder Ejecutivo que cumple y hace cumplir esas leyes, de un modo igual para todos; y (iii) un Poder Judicial independiente que aplica las leyes, con justicia para todos. No obstante, podrán darse desviaciones en el ejercicio de esos poderes, si la independencia de los tres poderes no se mantiene o si las funciones de cada uno no se ajustan a sus respectivas atribulaciones o a su mandato constitucional.
La historia nos enseña que habían muchas leyes, y buenas, en la Alemania Nazi, pero se desviaron de su curso cuando se promulgaron leyes raciales (racistas) para oprimir a una minoría de ciudadanos “indeseables”, que enviaron a millones de personas al exilio o a campos de concentración y a la muerte. En ese país también un hombre, Hitler, elegido al Poder Ejecutivo, se elevó por encima de la ley e impuso su perversa voluntad sobre la nación y si hubiese sido confrontado por el mundo libre, hubiese esclavizado a Europa y al mundo entero son su propia visión de “supremacía”, pureza racial y poder absoluto. En ese sistema, el Poder Judicial dejó de existir, por cuanto era la voluntad de un hombre la que tenían que interpretar y aplicar. El resultado de fue la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
Se requirió el esfuerzo de todo el mundo libre bajo el liderazgo de este gran país, no solo para derribar al tirano sino para construir un orden mundial, no sin debilidades, que permitió el fortalecimiento del mundo libre y la consolidación de las democracias en Europa y en otras partes del mundo.
Es necesario aprender de la historia que la democracia y el Estado de Derecho no es algo que nos es dado o nos venga de arriba, sino que son el resultado de una lucha constante por la libertad, igualdad u justicia para todos; todos estamos llamados a luchar por nuestros derechos y por los de aquellos que no se pueden defender, el pobre, los desposeídos, los que han dejado su país de origen, sin “papeles” y sin protección legal. Nos referimos a la persona humana creada a imagen de Dios, todos aquellos cuya dignidad debe ser protegida y respetada por todos, especialmente por las autoridades, el gobierno del pueblo y para el pueblo.
No obstante que todos confiamos que nuestro Sistema será siempre un gobierno fundado en el Estado de Derecho, es preciso tener presente que éste no puede ser el gobierno de un hombre; es el gobierno de todos dentro de un sistema legal que garantiza, o debe garantizar, los derechos de sus ciudadanos, de un pueblo que escogió vivir en el país más libre del mundo y bajo su Constitución.
En este momento histórico será bueno también recordar las palabras del profeta pronunciadas en otro país que enfrentaba la amenaza de un dictador:
«Temo trazar el ala del gorrión porque el pincel no dañe su pequeña libertad»
Anote el poderoso esta ley del maestro cuando legisle para el débil…”
