RUI FERREIRA
@ruiefe
Especial
La ciudad de Davos, en Suiza, es escenario del Foro de la Economía Mundial, que sirve de termómetro para medir las principales inquietudes en el ámbito internacional
RUI FERREIRA
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Davos es de nuevo el centro del mundo. Una legión de responsables de Gobierno, ministros, empresarios, líderes de medios de comunicación, cabilderos, pensadores y hasta estrellas de cine, se congregan en esta pequeña ciudad enclavada en el este de los Alpes suizos, para decidir qué hacer con este mundo.
Algunas reuniones son a puertas cerradas, otras se distinguen por presentar una serie de conferencistas que incluyen, como ha sucedido el jueves con el secretario General de la ONU, el surcoreano Ban Ki Moon, que ha expuesto un plan de Desarrollo Sostenible a nivel mundial, con el objetivo de proteger el medio ambiente, los derechos de la mujer o la pureza de las fuentes de agua. Ejemplos claros de lo que llama “necesidades para salvar el mundo”. Un empeño en que ha sido secundado por el primer ministro de Noruega y el presidente de Gana, el economista Jeffrey Sachs y el premio Nobel, Muhammad Yunus y el director de cine Richard Curtis. No es una tarea fácil pero un plan ambicioso teniendo en cuenta que Ki Moon concluye su mandato a fines de año.
Uno de sus aliados es Paul Polman, el poderoso director general de la firma Unilever, el gigante mundial de jabones y detergentes que muchos países del Tercer Mundo acusan de contribuir a la contaminación del medio ambiente. “Mi visión es que cada negocio en el mundo lo ponga a funcionar acorde con estos objetivos”, ha dicho a una audiencia, no muy entusiasmada. Hasta aquí, el Davos tradicional.
Porque, aunque en el Foro de la Economía Mundial, en Davos, usualmente no se toman decisiones de fondo sino que se debaten ideas, es un buen barómetro para tener una noción hacia dónde va el pensamiento y las preocupaciones políticas. Este año, la amenaza del terrorismo no ha sido soslayada, aunque la mayoría de los participantes ha preferido abordarla del punto de vista de sus raíces y consecuencias, como la crisis de los refugiados. Un delegado recordó que el 2015 entraron en Europa casi 4 millones de personas que ahora deberán ser asimiladas.
Es así como la crisis de los refugiados es vista como una tragedia humanitaria pero también como una amenaza a la integridad de la propia Unión Europea. Y se necesitan soluciones rápidas, dice el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, para quien hay que correr y apearse con algo antes de la primavera cuando el tiempo mejora y los refugiados de la guerra en Siria, ahora frenados por la nieve y las lluvias, vuelvan a aparecer.
Siria es precisamente uno de los temas en el tintero. En este sentido la propuesta más fuerte ha sido delineada por gente como Justine Greening, el secretario británico de Desarrollo, el ex primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown y el presidente del Banco Mundial, Jim Kim, una ‘troika’ que ha abogado por mayores inversiones en el Medio Oriente para desalentar a los potenciales refugiados.
Según Kim, el Banco Mundial lleva meses trabajando en un plan para facilitar esas inversiones, pero parece que la generalidad de los gobiernos europeos no se ponen de acuerdo y el tiempo se está acabando. Es más, según el ex ministro de Exteriores británico, David Miliband, es ya imposible evitar una nueva crisis en el 2016. “Hay que tomar esto bien en serio y ahora mismo. Cuanto más alto sea el muro que construyamos más poder le damos a los contrabandistas”, ha dicho el ex ministro, un fuerte critico de la represión fronteriza en Europa Oriental.
Una de esas barreras es el desmantelamiento del espacio de libre circulación europea, uno de los pilares filosóficos de la Unión. “Será un desastre, estaremos regresando al pasado y perdiendo nuestra esencia”, explica Miliband. Es innegable que los recientes atentados en Francia han tenido su efecto en el cónclave, pero ni todos parecen asustados. El secretario de Estado, John Kerry, fue bastante diáfano. “La gente no viene a Davos para congratularse con el status quo en que estamos. Ustedes vienen acá para mejorar el mundo y para definir el futuro”, ha dicho Kerry, durante su corta estancia que se resumió a una par de encuentros y saludos de protocolo.
Davos es también un punto de encuentro confidencial, porque es un escenario donde durante una semana es posible encontrar más personalidades influyentes que en el resto del año. Los encuentros de Davos no se hacen en las reuniones públicas, sino en cafés, restaurantes, cuartos de hotel, en las esquinas de la ciudad y hay quien asegure que también en los baños. Muchas de las reuniones no planificadas, surgen como obra del acaso y pueden tener resultados sorprendentes, como en 1992 cuando el entonces presidente sudafricano Nelson Mandela, salió del encuentro persuadido que nacionalizar la economía de su país era un grave error político y financiero.
Este año, aunque el secretario general de la ONU quiera presentar su legado con una iniciativa sobre la sostenibilidad ambiental, el tema que se ha impuesto es las consecuencias del terrorismo y la amenaza del desmoronamiento europeo. “Es ahora o nunca”, advierte Miliband.
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