domingo 9  de  febrero 2025
ANÁLISIS

Rivalidad Riad-Teherán pone a región bajo tensión permanente

La relación entre Arabia Saudita e Irán volvió a situarse en uno de los momentos más bajos tras la ejecución del reinado saudita de un clérigo pro chiíta crítico al régimen del país

EL CAIRO/TEHERÁN.-dpa

Aún en noviembre parecía posible que las potencias rivales Arabia Saudita (sunita) e Irán (chiíta) fueran protagonistas de un cauto acercamiento. Representantes de los dos países se sentaron a la mesa de las conversaciones sobre Siria que tuvieron lugar en Viena y en las que se acordó una ambiciosa hoja de ruta para el país sin que Riad y Teherán se bloquearan entre sí.

No pasaron ni siquiera dos meses y la relación de los rivales volvió a situarse en uno de los momentos más bajos. La casa real saudita ejecutó el sábado junto a otros 46 condenados al clérigo crítico con el régimen Nimr al Nimur, un religioso que luchaba contra la discriminación de la minoría chiíta en el país.

En Irán, la decisión desató la violencia. En la noche del domingo, manifestantes indignados asaltaron la embajada saudita en Teherán. Imágenes de televisión mostraron cómo los manifestantes lanzaban objetivos incendiarios contra las ventanas de la delegación extranjera. Otras partes de los edificios fueron devastados.

Horas después, volvieron a concentrarse protestas y enfrentamientos con la Policía cerca de la embajada, ahora cerrada y protegida. Cientos de personas gritaban "muerte a la familia real saudita".

También en Bahréin, Irak y la parte india de Cachemira se produjeron protestas.

"Sin duda este derramamiento de sangre injusto de ese mártir tendrá consecuencias y los líderes saudíes sentirán la venganza divina", advirtió el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei. Distinta fue la reacción del presidente iraní Hassan Rohani, que condenó la violencia de sus compatriotas y consideró el asalto a la embajada injustificable.

“Irán salvaje”

No es extraño si se tiene en cuenta que Rohani tiene mucho que perder: sólo desde el acuerdo firmado con Occidente el pasado julio Teherán pudo salir del aislamiento político, lo que supuso su mayor logro político. Ahora, vuelve a ser un actor en el escenario internacional y no puede permitirse la imagen de un “Irán salvaje”.

Sin embargo, la ultraconservadora Arabia Saudita tiene, desde el entendimiento entre Irán y Occidente, más miedo que nunca a perder influencia en la región a manos de Irán. Ambos intentan ampliar su dominio regional en el mundo árabe-islámico.

También en otros países se enfrentan las dos potencias, como en la guerra civil en Yemen. Además, la estampida masiva durante la última gran peregrinación a La Meca, el hach, en la que murieron cientos de iraníes, azuzó las tensiones bilaterales.

Y ahora lo hace Nimr al Nimr, un clérigo de la minoría chiíta asentada principalmente en el este del país, donde se acumula gran parte de la riqueza petrolera del reino. En los años ‘80, Al Nimr vivió durante un largo periodo en Irán, donde estudió la rama chiíta del Islam.

Consecuencias 

Sus fogosos discursos contra la represión por el Gobierno sunita lo hicieron pronto popular entre sus compatriotas chiítas y, para disgusto de Riad, se convirtió en el líder de las manifestaciones contra el Gobierno.

Al final fue condenado a muerte acusado de incitar el conflicto religioso y la "desobediencia a los gobernantes". Y ejecutado el sábado.

En función del alcance de las repercusiones de su ejecución, podría tener también influencia en el difícil proceso de paz en Siria. El 25 de enero están previstas nuevas conversaciones en Ginebra. Y las hostilidades entre Irán como estrecho aliado del presidente sirio, Bashar Al-Assad, y la monarquía petrolera del golfo, que apoya a los rebeldes opositores, tendrán enorme fuerza.

"Estoy seguro de que mi encarcelamiento o mi muerte será desencadenante de acciones", había dicho Nimr al Nimr antes de su encarcelamiento. Y podría tener razón.

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