viernes 29  de  marzo 2024
Madrid

Zona pobre de Madrid en peligro ante fuertes nevadas

Cultivadores de marihuana en un asentamiento informal de La Cañada Real, en Madrid, desviaron el suministro eléctrico y saturaron la red

"No somos perros", protesta Lidia Arribas. Como ella, miles de habitantes de la Cañada Real, uno de las mayores barrios de chabolas de Europa, se encuentran privados de electricidad, en momentos en que el termómetro descendió a -10ºC en Madrid.

Esta coyuntura, provocada según la policía por cultivos de cannabis cuyo alto consumo hizo que la red eléctrica colapsara, se ha prolongado desde octubre, pero adquirió un cariz dramático ahora que Madrid sufre una inusual ola de frío tras una histórica nevada el pasado fin de semana.

La situación ha llegado a ser denunciada por oenegés, por expertos en derechos humanos de la ONU e incluso por la estrella de cine Penélope Cruz.

"Visto lo visto, viven mejor los perros que nosotros", prosigue Lidia, con 37 años y tres niños, quien, linterna en mano, entra en su vivienda, de paredes recubiertas con moho.

Gran parte de La Cañada Real llevaba meses sin electricidad antes de que llegara la tormenta invernal Filomena. Las autoridades dicen que eso se debe a que los cultivadores de marihuana en el asentamiento informal desviaron el suministro eléctrico a las plantaciones interiores y saturaron la red. El apagón prolongado significó que más de la mitad de los 7.500 residentes en el poblado permanecieron sin luz durante un clima más apropiado para Siberia.

"Hace mucho frío y no tenemos luz", dijo la residente Yolanda Martín Herrera esta semana después de que las temperaturas cayeran a menos 16 grados Celsius (3 Fahrenheit) en el área metropolitana de Madrid. “Prácticamente ya no tenemos leña y ni podemos ir a buscarla por la nieve que hay”.

Como ella y su esposo están sin trabajo desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, la mujer de 47 años dice que sobreviven con la pensión de su madre de unos 600 euros (730 dólares) al mes. Además, hay pocos servicios sociales disponibles para ayudar a los residentes a enfrentar la emergencia debido al clima extremo.

"Nos tienen olvidados aquí", dice Martín Herrera. "Es que somos personas, no somos animales".

Acurrucada bajo las cobijas, su hija de siete años, Ainara, dice que duerme con "la cabeza bajo la manta" para protegerse del frío y la humedad.

Sin electricidad, ella y sus hermanos no pueden recibir las clases que les envía su escuela desde que comenzó el mal tiempo. Y los repetidos cortes de luz dañaron la nevera y la lavadora de la familia.

Las viviendas deficientes y las chozas que componen La Cañada se extienden unos 14 kilómetros (9 millas) en las afueras industriales de la capital española. El asentamiento se extendió durante varias décadas a lo largo de un antiguo camino para conducir ganado mientras españoles y romaníes pobres, e inmigrantes marroquíes buscaban un lugar para vivir.

El área atraviesa un paisaje plano y anodino y consiste básicamente en una sola carretera con caminos laterales, algunos de ellos pavimentados, que conducen a una mezcla de casas decentes en sus áreas más acomodadas y chozas sencillas construidas con ladrillos, láminas de metal y lonas.

Los residentes viven de los trabajos de construcción o de la recolección de chatarra o lo que puedan. El área se ha asociado durante mucho tiempo con la venta de droga, principalmente cocaína y heroína. En los últimos años, el cultivo de marihuana en sótanos y garajes con lámparas potentes se convirtió en una fuente adicional de ingresos para algunos.

La Cañada tiene pocos servicios básicos con solo una unidad médica móvil que visita cada día y un autobús que lleva a los niños a las escuelas cercanas. Las tiendas locales son estantes endebles con poco para vender y casi sin alimentos frescos.

- Bebé con hipotermia -

En el barrio de chabolas, unos 4.000 habitantes se han visto afectados por las interrupciones eléctricas.

Sin calefacción, el frío provocó la noche del domingo la hospitalización de una niña de tres años llamada Pilar "con síntomas de hipotermia", según Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, que distribuye víveres, mantas y bombonas de gas en la zona.

Un bebé corrió la misma suerte en diciembre, según relatores del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que en un comunicado estimaron que la falta de electricidad "está poniendo en peligro la salud de unos 1.800 niños".

Vecina de Lidia, Yolanda Martín, de 47 años y con los labios casi morados, confiesa tener "más miedo del frío que del covid", hablando en su salón, donde las llamas de la chimenea son la única fuente de calor y de luz. "Me levanto por la mañana con las mantas congeladas, todo oscuro y no me puedo duchar", cuenta.

Junto a su vivienda, el porche de chapa de otra casa se derrumbó bajo el peso de la nieve.

- Cannabis -

Patrullando la barriada, conocida como punto de venta de droga en la capital española, dos policías aseguran a la AFP que los cortes de electricidad son producidos desde hace tres meses por los cultivos de cannabis en algunas casas.

Un afirmación compartida por Naturgy, la empresa que surte gratuitamente energía a la Cañada Real, que esta semana comenzó a suspender el servicio de las viviendas sospechosas para permitir que la red pueda volver a funcionar.

Pedro del Cura, alcalde de izquierda de Rivas-Vaciamadrid, uno de los municipios donde se encuentra la barriada, y los habitantes de la zona piden incrementar la capacidad de la red. Temen que se corte la luz a viviendas ajenas al narcotráfico.

"Que entran en mi casa a ver si hay drogas", se indigna Juan Manuel Fernando, marido de Lidia Arribas. "Que la policía quite a estos traficantes en vez de controlarnos, que hagan su trabajo", exclama.

Cigarrillo en mano y ojos abatidos, Lidia dice no perder la esperanza de que vuelva la luz para poder calentar a los niños de la barriada, cuyo único consuelo actual son las guerras de bolas de nieve.

FUENTE: AP/AFP

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