“Bombardear a Cuba como a Kosovo” dijeron al mundo los agentes de la policía política y pusieron esas palabras agresivas como salidas de mi boca. Esa frase de una propuesta de invasión estadounidense a Cuba fue expresada en varias ocasiones por algunos miembros de la Seguridad del Estado de Cuba y sus acólitos, para difamar sobre mi persona y confundir a la población cubana sobre la proposición de lucha no violenta para desintegrar la dictadura castrocomunista que se recoge como método en el Proyecto Emilia.
La difamación no es nada nuevo y es el arma favorita de régimen castrista contra todo el que disienta de sus directrices gubernamentales. Los dictadores, para asegurar su poder necesitan menoscabar para luego aniquilar a su adversario, colocándolo en la categoría de enemigo. El ridículo suplanta al razonamiento y la risa a la lógica para ocultar sus miedos y resistir a la verdad de la oposición y frenar el deseo de libertad de un pueblo.
Aquellos ataques verbales difamatorios sobre mí, hoy parecen una realidad en bocas de otras personas con verdadero poder de ejecución en la nación americana y penden desenvainada y afilada como la espada de Damocles sobre la Cuba tiránica. Estas realidades hacen que aquellas antiguas palabras de profecías sean una realidad vivida sobre la cúpula gobernante de la isla cubana: “Veo una olla hirviendo, a punto de derramarse desde el norte”.
Para más abundamientos, les expongo en una síntesis las ideas manifiestadas recientemente por algunos de los políticos norteños.
El discurso del vicepresidente estadounidense Mike Pence en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, abril de 2019, manifestó que “Venezuela era un estado fallido” y Maduro “debe irse”, completo lo singular de la situación con las siguientes ideas: “Mientras países normales exportan bienes, Cuba exporta tiranía y táctica de mano dura. Aun hoy, los servicios cubanos de inteligencia y militares les entregan apoyo y suministran conocimiento a la policía venezolana para silenciar a los opositores, y encarcelar y torturar a la oposición”. El martes 18 de junio del corriente año, reafirmó Pence que Cuba debe apartarse del camino que lleva a libertad de Venezuela.
Del mismo modo, el senador republicano Lindsey Graham dijo: “Si yo fuera Trump, daría un ultimátum a Cuba: ‘Retiren todas sus fuerzas’ (de Venezuela). Y si no lo hacen, pondría fuerzas militares en la región y limpiaría nuestro patio trasero. Cuando Cuba se involucró en Granada, ¿Qué hizo Ronald Reagan? Los echó”. Agregó el senador en el programa de radio The Hugh Hewitt Show.
También el presidente Donald Trump ha sido muy claro y firme con la situación de injerencia de Cuba en Venezuela y en el día del anuncio de su campaña de reelección manifestó que “Apoyamos a la gente en Cuba y Venezuela, en su fuerte lucha por la libertad”. Y después en una entrevista dijo: “Lo de Venezuela es terrible. La gente se está muriendo de hambre. ¿Quién ha sido más severo que yo con Maduro? Cuba mantiene 25. 000 soldados en Venezuela. Y allí está el problema. Voy a encargarme de Cuba y Venezuela”.
Lamentablemente la libertad de los pueblos venezolano, nicaragüense y de la región pasa por Cuba, pues el régimen castrista necesita de la estabilización de su sociedad de miedo con la exportación de sus crisis. Por fin se ha comprendido que la estabilidad y la liberación de Venezuela se inician en Cuba.
Por consiguiente, fuertes medidas que debiliten o aten la violencia estatal pudiera acelerar un cambio no violento en la isla. Esas medidas de no cooperación han sido expuestas ya por políticos norteamericanos, como el embargo naval, el embargo total e indiscutiblemente la cuarentena, estas pudieran allanar el camino a la libertad con paz para los cubanos. Por supuesto, el totalitarismo no cae por su propio peso sino que debe trabajarse hasta la desintegración total.
Todo gobierno de una nación-estado lleva la esencia de la violencia por poseer el Estado y necesita del ejército y la policía para asegurar la administración pacífica de su país. El autogobierno del ciudadano aun es imposible en estos sistemas de sociedades civilizadas. Pues aún se necesita del Estado y sus fuerzas disuasorias para la convivencia civilizada.
Por el despotismo cruel y el empecinamiento de la tiranía castrista de mantener su sociedad de miedo en Cuba, Venezuela y Nicaragua, nos indica que hay una realidad futura invariable e inminente; una espada mayor que la de Damocles caerá para barrer la miseria y la esclavitud moderna con un fin liberador y sanador del luto castrista sobre la Isla. Y el Profeta de la visión de la olla tenía razón al escribir: Dios apresura sus palabras para ponerlas en obras.
En mi caso particular seguiré trabajando en el Proyecto Emilia y cuando lleguen las vicisitudes de la Cuba kosovar, mantendré la firmeza con la paz, pondré la otra mejilla y si tengo la oportunidad haré una de las mejores cosas que bien se realizar con mis manos: sanar y salvar. La luz perpetua de la libertad morará en Cuba.