Por VLADIMIRO MUJICA
Por VLADIMIRO MUJICA
El miércoles 13 de noviembre ocurrió un evento de importancia singular en la compleja historia de la recuperación de la democracia y la libertad en Venezuela. Ese día se anunció en el histórico House Triangle (Triángulo de la Cámara de Representantes del Capitolio Federal, en Washington) la constitución del House Venezuela Democracy Caucus. El término “caucus” tiene un origen difícil de precisar, aunque se le relaciona con una palabra alqonquina que significa “consejero”. En todo caso, es ampliamente usado en el ambiente político norteamericano y describe a un comité o grupo con una finalidad específica. Eso quiere decir que este Caucus tiene por objeto promover la democracia en Venezuela. Así de simple. Pero más allá de la sencillez del acto que reunió a los congresistas Debbie Wasserman Schultz y Mario Diaz-Balart y al embajador de Venezuela, Carlos Vecchio, en un frío y soleado día, cabe destacar su enorme importancia porque define un mecanismo bipartidista para trabajar en conjunto por la causa venezolana en el Congreso de los Estados Unidos.
El enfoque bipartidista es absolutamente esencial dado el carácter de la crisis venezolana. Ello fue reconocido tanto por los representantes de la rama ejecutiva del gobierno norteamericano que intervinieron en un acto preliminar en la mañana, especialmente el enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela, Eliot Abrams, como por los congresistas demócratas y republicanos. Esto ocurre con un telón de fondo social y político en los Estados Unidos de gran polarización, especialmente por el contencioso asunto del juicio político que se intenta avanzar contra el presidente Donald Trump. A pesar de ello, fue notable la unidad de las dos ramas del gobierno, la ejecutiva y la legislativa, sobre el tema venezolano. Una lección para nosotros mismos que con frecuencia somos incapaces de anteponer la causa de Venezuela a intereses menores personales y políticos.
Debe señalarse con generosidad el rol fundamental que la organización Venezuelan American Alliance (VAA, Alianza Venezolano Americana) tuvo en la planificación y búsqueda de apoyo para este evento. La encomiable labor de María Antonieta Díaz, Luis Ramírez y Jorge Fernández, directivos de la VAA, y la hospitalidad y participación de la embajada de Venezuela en Washington, y especialmente del embajador Carlos Vecchio, debe ser reconocida por todos. Yo asistí al evento como miembro o asesor de tres organizaciones profundamente comprometidas con la causa de la recuperación de la democracia en Venezuela: Demos of the Americas, Casa Venezuela Arizona, y VenAmérica. El espíritu de unidad de propósito y camaradería que se respiró en todo el evento, fue verdaderamente inspirador y conmovedor.
El verdadero calibre de la importancia de este evento de conformación del Caucus, es la gravedad de la crisis venezolana, su impacto en la región y el riesgo, como lo apuntó recientemente Moisés Naim en un excelente análisis, de que Venezuela se convierta en la Libia del Caribe. Un estado dividido y fracasado, presa de la violencia y del enfrentamiento entre ejércitos y grupos criminales, y sometido a la égida de gobiernos extranjeros, como Rusia y Cuba, grupos terroristas como Hezbolá, y a la guerrilla colombiana. La unidad bipartidista que se expresó en el evento organizado por VAA tiene que contribuir a trascender una polémica absurda que ha ido tomando cuerpo, según la cual los venezolanos que apoyan la salida de Maduro son republicanos y el resto son tontos útiles que apoyan a los demócratas. Esto es un camino cargado de riesgo y de primitivismo que ignora el hecho de que posiciones polarizadas de este tipo le abrieron la puerta al chavismo en Venezuela. Tiempos de unidad entre nosotros y con los aliados.