Todos tenemos prejuicios. Aunque nos cueste admitirlo, nuestros sesgos cognitivos siempre se imponen trastocando nuestra percepción de la realidad —y, por supuesto, no nos damos cuenta. Si a eso sumamos que vivimos en un mundo sumido en la paranoia y la neurosis, es lógico que estemos proyectando potenciales amenazadas en todos lados y actuando de forma consecuente con esta impresión. El resultado de este caos es una suerte de profecía auto-cumplida que sirve para justificar nuestros miedos: generamos desconfianza en el otro con nuestras acciones y miradas, haciendo que este se ponga a la defensiva y, por transitividad, alimente nuestro recelo. Es por eso que las películas cumplen un rol fundamental en nuestro proceso de ponernos en los zapatos de los “otros”, generando empatía y humanizando esas personas o situaciones a las que le adosamos la parte más oscura de nuestra psique. Este es precisamente el motor de At the Gates, la ópera prima de Augustus Meleo Bernstein, una historia que nos confronta con nuestros prejuicios personales, familiares y colectivos desde la perspectiva de 2 familias que tienen más en común de lo que creen.
Ambientada en Los Ángeles, la historia nos presenta a Ana (Vanessa Benavente), una inmigrante indocumentada que trabaja limpiando la casa de una familia acomodada. Un día como cualquier otro, ella lleva a su hijo Nico (Ezekiel Pacheco) para que la ayude en su jornada laboral, despertando una actitud sospechosa en Peter Barris (Noah Wyle) y Marianne (Miranda Otto), los dueños del lugar y que parecen ser bastante sobreprotectores con su hija adolescente Lauren (Sadie Stanley) y su hijo menor Oliver (Jack Eyman). Las cosas se complican cuando, al final del día, unos supuestos agentes de la Policía de Inmigración tocan a la puerta de los Barris buscando a Ana y Nico. Esto hace que madre e hijo deban esconderse en el sótano de la casa, quedándose atrapados por varios días y viéndose obligados a trabajar para los Barris por el asilo que les están prestando. Una dinámica bastante extraña y que alimentará una problemática convivencia entre ambas familias.
Hilada como un thriller psicológico con toques de drama, At the Gates es una mezcla entre el setting opresivo y claustrofóbico de 10 Lane Cloverfield, el comentario político y social de Parasite y la ambigüedad del cine de Haneke. El guión y la dirección de Augustus Meleo Bernstein hacen un excelente trabajo jugando con una situación confusa y tensa, omitiendo la mayor cantidad de información posible para que los personajes —y el público— llenen los espacios vacíos de la trama con sus miedos y prejuicios. Una oficina a la que está prohibido entrar. Un sótano tan organizado que parece hecho a la medida. Llamadas telefónicas dudosas. Conversaciones entre susurros que se quedan a mitad de camino. Decisiones que levantan suspicacia y papeles de dudosa procedencia. Todo esto y más, visto desde la perspectiva de Ana y Nico, hace que nos preocupemos en todo momento de las intenciones de los Barris. En paralelo, vemos como los dueños de la casa van perdiendo de forma progresiva esa imagen de “familia perfecta” que siempre buscan proyectar. Al final, a pesar de sus diferencias culturales y socioeconómicas, todos en casa poseen algo en común: un miedo irracional a ese “otro” cuya actitud es “sospechosa”.
La dirección de Augustus Meleo Bernstein hace un trabajo impecable al generar tensión desde el primer momento y resolver todo el conflicto en una sola locación sin mayores aspavientos en la puesta en escena. Valiéndose de un lenguaje cinematográfico clásico y sobrio, su director busca transmitir una sensación de encierro y tensión bastante orgánica, casi como si quisiera desaparecer cualquier artificio visual en pro de no distraer al público para que puedan meterse en la historia. La cinematografía naturalista de Alan Torres también se decanta por una propuesta que no llama demasiado la atención, pero que logra de forma sutil marcar las diferencias visuales entre el sótano y el resto de la casa. Es así como gracias a la iluminación Torres logra despojar el hogar de la “calidez” que debería tener resaltando la frialdad de los Barris y su aparente imposibilidad de conectar con Ana y Nico. Todo esto va acompasado con el montaje de Jacob Ehrlich que, más allá de construir una sensación ominosa perenne, juega con la percepción del tiempo que tenemos, haciéndonos sentir que Ana y Nico están atrapados en una suerte de loop del que es imposible salir. Al mismo tiempo, combina sin problema la tensión del suspenso y la distensión del drama sin que uno vaya en detrimento del otro.
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At the Gates es el claro ejemplo de cómo con una historia pequeña —pero poderosa— se puede hablar de temas universales.
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Sin ningún tipo de dudas, la gran fortaleza de At the Gates son las actuaciones. Vanessa Benavente encarna a una madre trabajadora y responsable, pero sin malicia, haciendo que su hijo la vea de forma sumamente vulnerable y se preocupe por ella. Ezekiel Pacheco termina encarnando uno de los grandes puntos de vista que el público asume durante toda la proyección, haciéndonos ver con suspicacia las acciones de los Barris y resaltando la indefensión que su madre transmite. Por el lado de los Barris, Noah Wyle se luce como un patriarca enigmático que atraviesa una crisis laboral y cuya frustración parece esconder una enorme violencia reprimida, transformándolo en un elemento amenazador con apenas un par de diálogos. Sadie Stanley tiene una función doble: por momentos, parece desconectada de la situación —y su actitud solo nos hace pensar que esto que está ocurriendo no es nuevo para sus padres—, pero, progresivamente, se va involucrando en lo que sucede, siendo la única de los Barris que realmente conecta a nivel emocional con Nico. Jack Eyman, a pesar de tener intervenciones muy puntuales, termina siendo tan enigmático como su madre, casi como si fuese una pequeña bomba de tiempo. Por último, quien se roba el show del lado de los Barris, es Miranda Otto que le da vida a una madre preocupada por sus hijos, una esposa que intenta contener a su marido, pero que parece esconder detrás de su abnegación algo oscuro. Es precisamente ella, su disposición a ayudar a Nico y Ana, pero su actitud al mismo tiempo distante y controladora, lo que dinamiza la trama y hace que uno proyecte en ella todo tipo de dudas sobre sus intenciones.
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Escena del film At the Gates donde Ana y su hijo Nico reciben una mala noticia de los dueños de la casa donde trabajan.
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At the Gates es el claro ejemplo de cómo con una historia pequeña —pero poderosa— se puede hablar de temas universales. A través de un juego de proyecciones (entre lo que creemos que pasa y lo que realmente está sucediendo), la trama va despojando a cada uno de los personajes —y al público— de las máscaras que todos asumimos para vernos mejor de lo que realmente somos. Sin caer en el maniqueísmo ni en respuestas fáciles, At the Gates nos hace reflexionar sobre temas sumamente complejos —y actuales— como la inmigración, las desigualdades sociales, el choque cultural, las barreras del lenguaje y los sacrificios que cualquier está dispuesto a hacer por su familia. Miedos que muchas veces sirven como el motor de nuestras acciones y que nos hacen tomar decisiones desafortunadas. Al igual que Ana y Nico con los Barris, la película nos encierra con nuestros prejuicios obligándonos a bajar al sótano del inconsciente para confrontarlos. Una tarea heroica que debemos hacer a diario —y no solo cuando un extraño toca a nuestra puerta— para mantener limpia la casa que es nuestra psique.
Lo mejor:
La ambigüedad y tensión que construye desde el primer momento. Las actuaciones de todo el cast. La confrontación que genera con nuestros prejuicios personales y sociales. Su puesta en escena es minimalista y claustrofóbica. Su pertinencia con la modernidad.
Lo malo:
Por ser una película indie y estrenarse en plena temporada de Halloween, es posible que pase bajo perfil. Su resolución/epílogo se extiende un poco más de la cuenta lo que le resta un poco de fuerza al clímax de la historia.
Crítica por: Luis Bond // @luisbond009
Notas sobre el autor
Luis Bond es director, guionista, editor y profesor universitario. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes. Su formación en cine se ha complementado con estudios en psicología analítica profunda y simbología.
Web: www.luisbond.com
Tomatometer-approved critic on Rotten Tomatoes: https://www.rottentomatoes.com/critic/luis-bond/movies.
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