viernes 24  de  enero 2025
Colombia

Colombia y la paz

Diario las Américas | CRISTHIAN MANCERA MEJÍA
Por CRISTHIAN MANCERA MEJÍA

Mucho se viene discutiendo sobre la paz en Colombia, pero es necesario hacer precisión sobre la importancia de las votaciones del próximo dos de octubre de 2016. Sin duda hay posiciones radicales frente a las dos opciones, pero se debe mirar los acuerdos y analizar realmente que le conviene al país. Como muchos colombianos he estado leyendo los acuerdos para poder entenderlos y llegar a una decisión sería por el país, no por mí, porque al final, debo pensar en aquellos que viven la violencia de cerca y quienes durante décadas han puesto los muertos antes de pensar en mi como colombiano. Dicho esto, también pienso en que votar por el no y que gane implica una decisión vinculante, hecho el cual antes no estaba muy claro, pero la corte constitucional lo preciso al decir que cualquiera de las dos decisiones tendrían carácter de vinculante para el Presidente. Pero si gana el no, entonces de pronto obligaría al jefe del estado a plantear alternativas de cómo no regalar curules, y a que no existiera tanta impunidad ya que yo hubiese preferido un acuerdo que le diera una participación política ganada en las urnas a las Farc, y no en la mesa de negociación. Prácticamente Santos se bajó los pantalones sin recibir mucho a cambio.

¿Qué se recibió a cambio? En síntesis; únicamente que las Farc se reintegraran a la vida civil, dejen de existir, y que las armas no vuelvan a matar a un solo colombiano. Claro, y muchos dirán, ¿quiere más? Y yo diría; ¡claro que sí! Quiero justicia de verdad, y no quiero un país arrodillado por un Presidente débil ante los violentos. Sin embargo, ¿qué podemos hacer a estas alturas? La verdad no mucho. Votar el No implica retroceder en lo que ya se ha logrado y sin duda se debe decidir entre un No, y volver a la mesa o no volver a la mesa, y perder todo el tiempo como también el dinero que se ha invertido en este proceso. La guerra sin duda debe terminar, pero el tema es a que costo. Y creo que es ese el cuestionamiento que muchos colombianos se hacen. Sin duda a muchos les da rabia darles tantos privilegios a estos delincuentes criminales que muchos colombianos desearían tener, pero a su vez se debe pensar en aquellos que sufren la guerra y que deben padecer la crueldad de estos grupos indeseables. Este proceso es un serio chantaje al pueblo colombiano.

La paz no es fácil, son muchas heridas, muchas viudas y muchos muertos, pero es ahora o nunca y debemos pensar a conciencia como votaremos. Esta columna no es para decirle a gente que vote el no o el sí, pero si a que piensen muy bien en el país que quieren y si realmente un No cambiara en algo lo que ha pasado hasta ahora. ¿Podremos confiar en que Santos respetara el no? Se puede especular que no, ya que sus actos de traición y doble conducta han sido muy evidentes, y cualquier cosa se puede esperar de un jefe de estado que baila al son del mejor postor. Pero lo único cierto es que tanto el no como el si tiene sus consecuencias buenas y malas, pero en este caso debemos ser consecuentes con el país, su historia y como queremos ver a Colombia vivir en los próximos cincuenta años. ¿Queremos más guerra? o ¿queremos una paz que abra las puertas a ponerle fin a estos grupos indeseables que bajo la disculpa de un ideal político han acabado con Colombia? La respuesta la sabremos el dos de octubre, pero por ahora debemos pensar en todo menos en el Presidente Uribe o Juan Manuel Santos, que al final contaminan el escenario político colombiano sin aportar más que odio y veneno a una decisión que debe ser neutral y basada en lo más conveniente para el país y no en estos personajes tan controversiales.

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