“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. Los aplausos, los fuertes apretones de manos y de abrazos me hicieron comprender que estas personas no se alinearían a esos preceptos y la época de relaciones morbosas con la dictadura castrocomunista llegaría a su fin; porque la verdad emergería triunfante para los millones de cubanos sedientos de libertad. En el amplio salón, terminado mi discurso de aceptación y agradecimiento, permanecí contemplando con una mirada absorta las sonrisas solidarias de las decenas de asistentes a la reciente ceremonia de premiación del Instituto de Liderazgo Hispano del Congreso (CHLI).
El Congreso hispano también congratuló con el Premio al Liderazgos en Asuntos Internacionales a los congresistas de Nueva Jersey, Rodney Frelinghuysen, y de Virginia, Gerry Connolly. En años anteriores, el CHLI tuvo la meritoria labor de honrar a personalidades como al prisionero político venezolano Leopoldo López, a los expresidentes, Álvaro Uribe, de Colombia, y del gobierno español, José M. Aznar; asimismo al vicepresidente de Estados Unidos de América, Michael R. Pence.
Para orgullo de dos naciones, América y Cuba, y como quien no olvida nada ni deja sus obras inconclusas, las promesas electorales de solidaridad con el pueblo cubano son realidades evidentes cuando el vicepresidente Pence exalta los valores morales universales: Libertad, verdad y justicia, al felicitarme en su cuenta de Twitter por el premio otorgado por CHLI.
Del mismo modo, otro episodio hermoso de amor altruista, no solo con un individuo sino con toda una nación, fue la presencia de las distinguidas personalidades Mary Gómez Orta y Nina C. Roque en la oficina del Vicepresidente de EEUU para agradecer en mi nombre el gesto solidario de Pence.
Mi peregrinar por tierra de libertad, fue principalmente en Washington, DC. Allí estuve en el majestuoso edificio del Capitolio; en especial, en la oficina de la congresista Ileana Ros Lehtinen que junto a otros de sus colegas pudimos hacer una interesante reseña sobre Cuba y su derecho a la libertad y al estado de derecho.
En realidad, mucha cubanía había en esa oficina. La presencia del senador Ted Cruz, que tuvo una gran deferencia conmigo, debía debatir un proyecto en el Senado y me brindó algo de su tiempo para entregarme un saludo especial y conocer noticias recientes sobre Cuba, los congresistas federales Mario Díaz-Balart, Albio Sire, Alex Mooney, Carlos Curbelo y el exlegislador Lincoln Díaz-Balart y de otras personalidades políticas del exilio cubano. Todos estos extraordinarios interlocutores, pletóricos de ánimo y esperanza, están conscientes de la posibilidad cercana de ver una Cuba libre.
La patria y la esperanza de libertad insistieron en señalarme la importancia del encuentro con dos líderes que enarbolan los principios por lo que luchamos y sus predicas de amor a Cuba han llegado a muchos corazones, incluso el mío. Ellos son: los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez.
Por cierto, me tomó por sorpresa el recibimiento que me agasajara el representante por Nueva Jersey, Chris Smith. Pensé que era en su oficina y resultó que fue en el salón de sección del Subcomité de África, Salud General y Derechos Humanos de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. En un intermedio de la sección me dio un fuerte abrazo y me presentó a la audiencia. Conocí a varias personas: a los sudaneses que daban testimonios de las violaciones de los derechos humanos en su país. Smith tiene una claridad moral que lo hace un fuerte baluarte en la promoción y defensa de los derechos humanos en el mundo.
Algo muy sui generis, el Gato de Trump tuvo la amabilidad de dar retweet a las palabras de apoyo moral de Pence. Por supuesto, no es un animalito sino el nombre de la prensa independiente de la Oficina Oval (Casa Blanca).
¡Maravillosos!, todos los elogios y actos de generosidad deben recaer sobre los realizadores de la Gala Anual del CHLI, los hermanos Lincoln y Mario Díaz-Balart, Presidente y Vicepresidente, respectivamente. Además de los miembros del Buro Congregacional y de las Corporaciones y a todos sus afiliados. Gracias Lincoln y Mario, Uds. son el orgullo de la nación cubana y paradigmas virtuosos de su padre Rafael.
Después de un vuelo de 45 minutos, estoy en La Habana, Cuba. Y en mi hogar, pienso que los cubanos vivimos en un espectáculo surrealista, al estar tan cerca de la libertad y vivir en la esclavitud socialista. Allí, a 90 millas, disfruté del trabajo como si cada día fuera el mejor del año. Junto a los cubanos exiliados y americanos percibí una fuerza imparable de libertad. Poder que debería usarse para transformar a Cuba en un paraíso de democracia y libertad.