Estar entre los mejores equipos de la NBA durante 82 juegos de temporada regular, luchar ante múltiples factores en la postemporada, alcanzar las finales de la liga y perderlas, debe ser un sentimiento complicado de describir, sabiendo que, aunque tu equipo tuvo una buena campaña, la idea del fracaso lucha para imponerse en tu Ethos; haciendo que cambie tu conducta y ver la situación desde una perspectiva negativa, presenciando el vaso medio vacío.
Según Erik Spoelstra, el hecho de haber quedado eliminado a las puertas de la postemporada en esta temporada se siente así. Un técnico dos veces campeón de la NBA, que también ha sido eliminado en dos finales, un estratega que ha experimentado los sabores amargos de la derrota, a pesar de los dos anillos que almacena en su hogar. Es poco probable que alguien con tanta experiencia, a pesar de su corta carrera, no sepa expresar lo que siente.
Los que fuimos testigos del período de cuatro temporadas del Miami Heat con LeBron James, Chris Bosh y Dwyane Wade, podemos hacerle un espacio a lo que ocurrió esta temporada en nuestros recuerdos más satisfactorios del conjunto que juega en el American Airlines Arena.
Al final de todo, hablamos de un equipo que terminó con un mediocre registro de .500 (41-41) que no cuenta la verdadera historia de lo ocurrido sobre el tabloncillo. No refleja el comienzo con marca de 11-30, no describe la lucha del equipo ante las lesiones, la resiliencia y el progreso histórico que mostró el equipo para conseguir hitos históricos.
Miami tuvo el segundo mejor record en la NBA (30-11) en la segunda mitad de la temporada, superados sólo por los Warriors de Golden State (32-9), siendo la cuarta vez en la historia de la franquicia –logrado en solo una ocasión en la era de LeBron– que consigue 30 victorias en la segunda media de la campaña. Son el primer equipo en la historia de la liga en tener record de .500 tras estar 19 encuentros por debajo.
Todo esto sin contar las lesiones con las que tuvieron que lidiar en el año. Justise Winslow, Josh McRobers, Josh Richardson, Dion Waiters, entre algunos que tuvieron que perder un buen tramo de campaña.
Pero la pregunta que todos los aficionados comienzan a hacerse es, ¿y ahora qué, quien se va del equipo, quién vendrá, que posición tendremos en el Draft, será capaz Pat Riley de dividir a este grupo que ha demostrado una unión poco común?
Ninguna de ellas puede ser respondida en el momento.
Todavía faltan dos meses de postemporada, de lotería para el draft, del propio día de escogencia y del comienzo de la agencia libre. Pero los aficionados tendrán varios temas que observar en estos próximos días.
Los playoffs de la NBA suelen ser bastante entretenidos, aunque en la mayoría de las oportunidades siempre terminan los favoritos alzándose con el triunfo. Si es así, Golden State y Cleveland estarían jugando unas terceras finales seguidas.
Pero el Heat debe estar enfocado en Utah, en donde juega Gordon Hayward, quien podría ser una pieza interesante para Miami cuando se convierta en agente libre en julio. Los aficionados del Sur de Florida deben apostar para que los Jazz tengan una corta pasantía. Jugarán ante los Clippers de Los Ángeles, que por su parte cuentan con Blake Griffin, otro posible objetivo de Riley.
Otro ojo deberá estar en la lotería del Draft, en la que Heat tiene un 1,8% de escoger en los primeros tres puestos y un 0,8% de ser el primero, de otra manera elegirán en la casilla 14, en donde se ubican jugadores como John Collins (19ptos, 10reb), Ivan Rabb (14pts 10,5reb) y Justin Patton (13pts, 6,2reb) como posibles selecciones.
Lo conseguido este año es más importante que una escogencia en el draft –que no esté entre las primeras tres–. El hecho de afianzar el significado de “cultura” hizo que muchos jugadores importantes voltearan su mirada a lo que estaba ocurriendo en Miami, dándole las herramientas necesarias a Pat Riley para venderle la idea a posibles agentes libres.
Probablemente este será un verano divertido para los aficionados del Heat.