Los presupuestos no son solo números. Son declaraciones de valores que revelan si un gobierno realmente está al servicio de su pueblo o de sí mismo.
Continuaré luchando por un presupuesto justo, sostenible y digno del pueblo al que servimos, porque, al final del día, la responsabilidad fiscal no es solo una buena política, es nuestro deber
Los presupuestos no son solo números. Son declaraciones de valores que revelan si un gobierno realmente está al servicio de su pueblo o de sí mismo.
Por eso este año vote NO al presupuesto del Condado de Miami-Dade para el año fiscal 2025–2026. No fue una decisión que tomé a la ligera, sino una decisión basada en convicciones. Al analizar este presupuesto vi un patrón preocupante: un gobierno que sigue creciendo, volviéndose más costoso y menos sostenible, reconociendo que el condado enfrentará déficits durante los próximos cuatro años, mientras las familias son obligadas a hacer más con menos.
Lo he dicho muchas veces y lo repetiré una vez más: no tenemos un problema de ingresos, tenemos un problema de gastos. Lo que le falta a Miami-Dade es disciplina para gastar con responsabilidad y planificar para el futuro.
Desde 2021, el presupuesto de Miami-Dade ha crecido en casi 3.8 mil millones de dólares, más de un 40 por ciento en tan solo unos años. Durante ese mismo período, el condado ha sumado más de 3,200 nuevos empleados. Ese es un crecimiento significativo, pero no ha venido acompañado de una planificación a largo plazo, de disciplina ni de los resultados que las familias esperan de su gobierno.
En cambio, los residentes están viendo cómo aumentan los costos en su vida diaria: las tarifas de agua están subiendo, las tarifas de desechos sólidos también están aumentando. Mes tras mes, los residentes enfrentan facturas más altas, mientras millones de dólares siguen destinados a cargos administrativos que podrían eliminarse sin afectar los servicios esenciales. Solo en el Departamento de Desechos Sólidos, más de 2.4 millones de dólares en puestos administrativos permanecen vacantes. Cerrar esas posiciones podría haber evitado aumentos en las tarifas para los residentes.
Hay un mejor camino a seguir. Podemos reducir el tamaño del gobierno para ajustarlo a la realidad fiscal actual, protegiendo al mismo tiempo los servicios de los que dependen las personas. Eso significa eliminar puestos administrativos innecesarios, recortar viajes y publicidad no esenciales, y revisar cuidadosamente las horas extras y los servicios contratados. Debemos asegurarnos de que cada dólar se use de manera inteligente para fortalecer a nuestra comunidad.
Pero el problema va más allá del gasto. El propio proceso presupuestario está roto. Los comisionados recibimos el presupuesto el 15 de julio, dejando poco tiempo para un debate significativo antes de las audiencias públicas. Con demasiada frecuencia, la información que necesitamos para tomar decisiones llega tarde, incompleta o poco clara. Esto no solo resulta frustrante, sino que también socava la confianza. Un proceso que debería ser transparente y honesto, en cambio, se siente apresurado y opaco. Eso debe cambiar.
No me opuse a este presupuesto simplemente por decir “no”, me opuse porque Miami-Dade merece algo mejor. Las familias merecen un gobierno transparente que planifique más allá de un solo año, no uno que actúe de crisis en crisis. Merecen líderes que tomen decisiones difíciles hoy, para que nuestros hijos no tengan que pagar por nuestros errores mañana.
Continuaré luchando por un presupuesto justo, sostenible y digno del pueblo al que servimos, porque, al final del día, la responsabilidad fiscal no es solo una buena política, es nuestro deber.
Y vale la pena repetirlo: no tenemos un problema de ingresos, tenemos un problema de gastos.
El senador René García es comisionado del Condado Miami-Dade y representa al Distrito 13
