Aparentemente no bastaron ni la masacre de 20 niños en Sandy Hook en Newtown, Connecticut, ni la matanza en un club de Orlando, ni el reciente tiroteo en el Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale, para despertar la conciencia nacional en torno al tema de la posesión de armas.
Las estadísticas reiteran que ocurre un tiroteo múltiple cada semana en Estados Unidos. No hay cifras oficiales ni un registro único que denote cuántas armas de fuego existen en el país, pero un estudio de la firma Small Arms Survey señala unas 270 millones unidades en posesión de civiles.
Esta escalofriante cifra sitúa a la Unión Americana como el país del mundo con mayor número de armas: 88,8 por cada 100 habitantes.
Todavía resuenan los tiros en la sala de equipajes de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale y ya un grupo de legisladores retoma la idea de una propuesta de ley que permitiría el porte de armas en una amplia variedad de espacios públicos, incluyendo universidades, aeropuertos y salas de conferencias.
El proyecto de ley SB140, que fue presentado por el representante republicano Greg Steube, de Sarasota, establece que nadie podrá ser detenido por portar un arma de fuego con permiso si no hay prueba de que haya cometido un delito.
Lo que no tiene en cuenta la propuesta de ley es la gigantesca cantidad de armas de fuego que existe en el estado: más de un millón de personas poseen pistolas o escopetas, y ello no incluye la tenencia ilegal, los que no tienen un permiso y adquirieron al menos un revólver en el mercado negro.
Sabemos que la Florida está considerada como un estado “fácil” para tener armas de fuego. Aquí hay más 2.390 tiendas que venden pistolas, escopetas y fusiles. También abundan los lugares adonde ir a practicar y con sólo 18 años de edad y tres días de espera se puede obtener una licencia para tener un arma de fuego.
De hecho, el asesino de la discoteca Pulse, en Orlando, que acabó con la vida de 49 personas e hirió a otras 53, el pasado verano, tenía permiso para usar una pistola semiautomática.
El también asesino del aeropuerto de Fort Lauderdale poseía un permiso similar, aunque emitido en Alaska.
Y todo esto ocurre, con una creciente oposición a realizar un chequeo adecuado de antecedentes penales, sociales e incluso mentales a quienes desean comprar un arma.
Tal vez sea hora de establecer un debate nacional serio sobre la Segunda Enmienda, que reconoce el derecho a poseer armas de fuego y fue redactada hace 225 años para mitigar la posibilidad de que federalistas crearan un estado central acaparador y opresivo.