El mayor honor de mi vida es ser madre y abuela de hijos y nietos que son la luz de mi vida. Verlos crecer es un regalo todos los días, no sólo en el Día de las Madres. Mi madre, Amanda Ros, trabajó incansable y cariñosamente para criar a mi hermano, Henry, y a mí, y era una devota esposa de mi padre, Enrique. Mi familia es siempre mi primera prioridad y aprecio cada bendición que disfrutamos como familia.
Muchas madres en nuestra comunidad son dignas de alabanza y admiración. Mi madre es un ejemplo que vemos en muchas de las que vienen a los Estados Unidos y trabajan arduamente para criar una familia y devolverla a nuestra comunidad y a nuestra nación. Mi nuera, Lindsay, es una madre ejemplar de cuatro hermosos hijos que la adoran y, recientemente, se graduó Magna Cum Laude de la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami. También, ella es oficial de la Reserva de la Marina siguiendo su servicio a nuestra nación como piloto en Irak y Afganistán. Somos afortunados de tener tantas madres dedicadas y respetadas en nuestro país.
Sin embargo, tantas madres en nuestro hemisferio no pueden disfrutar de sus familias debido a regímenes que las oprimen. En Cuba, las madres, esposas, hermanas y otros familiares de los presos políticos marchan silenciosamente todos los domingos pidiendo la liberación de sus hijos, hermanos, esposos y todos aquellos cautivos en los gulags del régimen de Castro. En Venezuela, las madres se preocupan por sus hijos que protestan valientemente contra el régimen de Maduro y se preocupan por sus futuros. Estas madres viven con la realidad de la posibilidad que sus hijos no volverán a casa cuando ejercen sus derechos democráticos. He trabajado arduamente en el Congreso para llamar la atención sobre estas violaciones flagrantes de los derechos humanos en mi Cuba natal, en Venezuela y en todo el mundo.
Esta semana volví a visitar a nuestras tropas en Irak y Afganistán y me honró entregar las tarjetas del Día de las Madres, hechas por los estudiantes de secundaria de mi distrito, a las mamás que sirven a nuestra nación. Este Día de las Madres, mientras disfrutamos de nuestras familias y reflexionamos sobre las alegrías que ellas traen a nuestras vidas, también debemos recordar aquéllas para quienes la maternidad también significa luchar diariamente por la supervivencia de sus hijos. Ya sea en los Estados Unidos, Cuba, Venezuela, Nicaragua u otra parte del mundo, debemos reverenciar a todas las madres que mantienen los mejores intereses de sus hijos en el corazón y trabajan para sus familias. ¡Mis mejores deseos para todas las mamás!