La búsqueda de la paz en Ucrania ha desencadenado una serie de enfrentamientos diplomáticos entre Estados Unidos y Europa.
Todos en el Viejo Continente apoyan los esfuerzos del presidente Donald Trump para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, pero sí bien los líderes europeos están de acuerdo con el fondo, no así con la forma de hacerl
La búsqueda de la paz en Ucrania ha desencadenado una serie de enfrentamientos diplomáticos entre Estados Unidos y Europa.
Todos en el Viejo Continente apoyan los esfuerzos del presidente Donald Trump para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, pero sí bien los líderes europeos están de acuerdo con el fondo, no así con la forma de hacerlo.
Luego de los enfrentamientos de la semana pasada, entre Estados Unidos y Europa tras la filtración de un plan de 28 puntos de la Casa Blanca para poner fin a la guerra, las delegaciones ucraniana y estadounidense se encontraron en Washington para discutir cómo poner fin a la guerra de Rusia en Europa, aunque “debajo de la superficie Kiev sigue preocupado de que Estados Unidos sólo tenga oídos para Vladimir Putin.”, según POLÍTICO.
Y es que el plan, ideado en Miami entre el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y el alto funcionario ruso Kirill Dmitriev, parecía responder a todas las exigencias previas y frecuentes del presidente Putin.
Cuando se filtró, causó alarma en toda Europa, provocando uno de los giros diplomáticos más desesperados desde la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Los líderes europeos viajaron a Ginebra para reunirse con el secretario de Estado, Marco Rubio, con el fin de intentar eliminar todas las cláusulas pro-Moscú del plan, especialmente la exigencia de que Ucrania entregara a Rusia toda la región del Donbás en el este, incluidas las zonas aún controladas por las tropas ucranianas.
Al final del día, los 28 puntos se habían reducido a 19, lográndose eliminar el aparente sesgo hacia Rusia mediante la introducción de cláusulas que convencieron al presidente Volodimyr Zelenski de que podría aceptarla como borrador de una fórmula de paz.
Todo parecía apuntar a una victoria para Europa, mientras que el mensaje para la Casa Blanca era simple: gracias por todos sus esfuerzos, pero, por favor, inclúyannos en las decisiones futuras.
El problema fue que, una vez negociado el nuevo plan, que en esta ocasión contó con la participación de Estados Unidos, Europa y Ucrania, resultó inaceptable para Moscú.
Era casi como si todas las partes actuaran en universos paralelos.
La única manera de que la guerra termine es que Ucrania y Rusia se reúnan en la misma mesa, junto con Estados Unidos y Europa, para explorar fórmulas posibles que detengan el derramamiento de sangre y que disipe cualquier temor a nuevos conflictos en el futuro.
A primera vista, a juzgar por el rechazo de Moscú a la propuesta de Estados Unidos y de Europa, la probabilidad de una reunión entre Rusia y Ucrania en un futuro próximo es remota. De hecho, Putin ha declarado que no contemplará ningún acuerdo con el gobierno de Kiev porque lo considera ilegítimo.
Por lo tanto, tras una semana de diplomacia frenética, es difícil ver algún logro, salvo que la Casa Blanca se haya dado cuenta de que tiene en los europeos socios por la misma causa que deben participar en cualquier negociación para intentar poner fin al conflicto.
Trump ha dejado claro que su objetivo principal es detener las matanzas y la destrucción en Ucrania, lo cual constituye una noble motivación para hacer todo lo posible para poner fin a la guerra, sin embargo, el argumento de Europa y el de Ucrania es que, no se puede lograr la paz si, como resultado, Rusia, en su calidad de agresor recibe todas las concesiones en bandeja de plata.

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