Para el hombre moderno la palabra chamán automáticamente evoca a una figura extraña y primitiva que subsiste en algunas tribus alejadas de la civilización. Cualquiera que no esté familiarizado con la cultura del lugar, lo verá como una suerte de curandero que se mueve en los límites de la psicosis y el misticismo. Los estudiosos de la Tradición como Mircea Eliade o René Guénon dejan claro el rol nuclear que posee dicho oficio en un colectivo: el chamán puede moverse con facilidad entre los dos mundos que habitamos —el físico y el sutil— y, a diferencia de todos, es el único que no ve ambos planos escindidos. Su rol es comparable al de un psicoanalista que puede detectar los puntos en común entre un complejo que opera en la psique y su manifestación en un determinado patrón de conducta o en la somatización. Parafraseando a Carl Gustav Jung, hemos transformado a los dioses en potencias psíquicas para poder trabajar con sus imágenes mientras que el chamán sigue viendo a esas fuerzas etéreas en su estado más puro y por eso puede operar con facilidad como un conector entre mundos. Una labor que parece lejana en el tiempo y circunscrita a sociedades primitivas todavía sigue siendo útil, respetada y practicada en la modernidad en países sumamente avanzados de Asia. Este es el punto central de Exhuma, el nuevo thriller psicológico y paranormal que nos llega a Shudder luego de su estreno mundial en el Festival de cine de Berlín.
La historia nos presenta a Hwa-rim (Kim Go-eun), una famosa chamán que trabaja con su talentoso asistente Bong-gil (Lee Do-hyun). Ambos son contratados en Los Ángeles por una acaudalada familia de origen coreano porque todos los varones de su linaje sufren una extraña enfermedad. Inmediatamente, los chamanes se dan cuenta que el padecimiento que aqueja a sus clientes es inflingido por un alma en pena de algún ancestro que necesita tener una sepultura digna. Para poder resolver este caso, Hwa-rim y Bong-gil entran en contacto con Sang-duk (Choi Min-sik), el mejor geomante de Corea, y Young-geun (Yoo Hai-jin) un talentoso forense, para que los ayuden a exhumar la tumba con los restos del ominoso antepasado que atormenta a sus descendientes. Por más excéntrico que pueda sonar, este es un trabajo común para ellos y gracias a la jugosa recompensa económica que van a recibir deciden poner manos a la obra. Las cosas se complican cuando consiguen la tumba que deben exhumar en una montaña abandonada y todos presienten que hay una presencia maligna atrapada en ella. A pesar de esto, el equipo decide seguir a regañadientes el proceso liberando —sin proponérselo— a una poderosa fuerza oscura a la que tendrán que enfrentarse.
Dirigida y escrita por , Exhuma tiene una premisa que tal vez suene demasiado familiar —alguien abre una tumba de la que se escapa un ente maligno que comienza a cobrar vidas—, pero esta película no se parece a nada que hayamos visto antes. Su elemento diferenciador está en retirar el foco de las víctimas y ponerlo en los chamanes. De esta forma, la trama se sostiene gracias a la curiosidad que genera en el espectador ver aun grupo selecto de profesionales —como si fuese un drama médico o legal—utilizar todas sus herramientas para enfrentarse al mayor reto laboral que han tenido hasta el momento. Gracias a esto, nos presenta, con lujo de detalles, cómo cada personaje vive su oficio y la lógica detrás de todo lo que hace durante un proceso de exhumación, un ritual de protección y exorcismo, una dinámica mediumnica y muchas otras prácticas más (en lugares tan variopintos como un cementerio, un templo, una morgue o un hospital). Por supuesto, tenemos uno que otro jump scare o escenas donde a través de reflejos observamos al fantasma que acosa, pero lo que realmente nos mantiene en tensión, son los procesos que los protagonistas realizan (como el trabajo del geomante con los 5 elementos o el de los chamanes con cánticos, símbolos, sangre de caballo, arroz, etc).
Inspirado en una vivencia de —cuando en su infancia observó un proceso de exhumación en el que la ciencia y lo sobrenatural trabajaban en armonía— el guion de Exhuma no solo se dedica al tema paranormal, también explora diferentes aristas de sus protagonistas vinculados con su pasado, miedos, experiencias personales y la idiosincracia del país en el que viven. De hecho, así como el chamán conecta lo micro con lo macro, el guion de la historia arranca con un caso aislado de una familia y termina escalando hasta un conflicto que atañe a toda una nación. Esto le confiere al guion cierta permeabilidad donde el elemento sobrenatural se funde con la historia del país, su cultura, leyendas urbanas y Tradición para darnos una experiencia que se siente aterradoramente real. Aunque puede que no entendamos del todo lo que los chamanes hacen en pantalla, en ningún momento dudamos de su veracidad y de que, fuera de la película, así es como operan en la actualidad (lo que certifica el exhaustivo trabajo de investigación que realizó su guionista y los actores para preparar a sus personajes).
La dirección de es inmersiva y mantiene en todo momento al verosimilitud del universo narrativo que construye. Hasta el más escéptico que vea Exhuma no podrá evitar sentirse inquieto en algunas de sus escenas. Además, al tener varios personajes protagónicos con diferentes oficios, el director puede saltar de uno a otro para cambiar el tono de la historia, pasando del forense que opera como una suerte de comic relief, brincando al oficio del geomante que da un toque thriller policial a la película, hasta irse de lleno con la chamán y su asistente medium en las secuencias de índole mas paranormal —y tensas— de la historia. Al mismo tiempo, el director siempre mantiene el equilibrio en la participación de cada uno de los personajes en los procesos que se hacen: el geomante analiza el lugar con el Feng Shui, el forense se encarga con cuidado de la exhumación del cadáver, los chamanes hacen los rituales para apaciguar los espíritus… cada uno es indispensable y su labor es fascinante. De hecho, el director participó en más de 10 entierros e hizo una investigación meticulosa de todas las prácticas de geomantes, forenses, chamanes y médiums para cuidar cada detalle y mantener en todo momento la verosimilitud de lo que sucede delante de cámara (razón por la cual la gran mayoría de los efectos especiales son prácticos y el uso del CGI es casi nulo).
En el apartado de las actuaciones, el cast está de lujo. Choi Min-sik, uno de los actores más famosos de su generación y que muchos recordarán por Old Boy o I Saw the Devil, brilla como nunca en su rol de geomante. A pesar de ser la primera vez que hace una película de corte sobrenatural, su actitud en todo momento es tan aplomada que habla sobre su oficio con la misma seguridad y conocimiento que lo haría un contador. oo Hai-jin, a pesar de tener el rol más histriónico del grupo, ejerce el oficio más solemne al encargarse de la exhumación del cuerpo como forense (lo que no le impide moverse sin problema entre una actitud despreocupada y graciosa a una de científico). Lee Do-hyun, a pesar de ser el personaje con menos diálogos en la historia, tiene un gravitas especial —que resalta gracias a su mirada profunda y tatuajes enigmáticos— y es el que tiene el arco dramático más violento. Gracias a su habilidad mediúmnica pasa por una serie de canalizaciones donde cambia la voz, se retuerce, actúa de forma extraña y además tiene que lidiar con efectos prácticos de todo tipo —como escupir sangre, tener heridas físicas, etc. Por último, la gran sorpresa es Kim Go-eun que, a pesar de su juventud, es la que tiene mayor fuerza dentro del cast como la chamán. Al igual que su compañero, su presencia es imponente y en todo momento se siente en control de lo que hace. Solo por la secuencia donde baila, canta, se corta y retuerce para apaciguar los espíritus la película se paga sola.
Exhuma es mucho más que una película sobre posesiones o superstición, es una historia fascinante que sirve de testimonio de muchas prácticas que hoy en día se conservan alrededor de la muerte en Asia. Sus personajes encarnan cómo la ciencia y lo sobrenatural pueden convivir —y apoyarse— en una sociedad donde la doble visión —de lo sutil y lo tangible— todavía persiste en el colectivo. A través de un conflicto familiar, la historia hace zoom out para explorar los fantasmas del pasado que siguen acosando a una nación e intentar dialogar con ellos. Con sus hipnóticas secuencias de exorcismos y su universo lleno de creencias populares, Exhuma corre el velo de la modernidad y nos invita a hacernos preguntas sobre aquello que no vemos ni entendemos pero que igual sigue conviviendo entre nosotros. Llamémoslo inconsciente colectivo, campo de resonancia mórfica o el mundo de lo sutil, la película nos confronta con eso otro que nos genera terror y debemos enfrentar para poder exorcizar a los demonios que nos siguen persiguiendo en lo personal y lo colectivo.
Lo mejor: la tensión que maneja de principio a fin. Las actuaciones de lujo. Todos los rituales que se realizan —tanto por la puesta en escena como por el ritmo que tienen— y lo que nos enseñan de la cultura coreana. Su reflexión alrededor del linaje familiar y colectivo.
Lo malo: el trailer la vende más como una película de terror que de suspenso, lo que puede decepcionar a los que esperan jump scares. Necesitas tener algo de contexto de la historia de Japón y Corea para entender varios puntos claves de la trama.
Sobre el autor:
Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en ( ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en Pía Analítica profunda y Sía. Es co-host del podcast Axis Mundi donde profundiza en el análisis fílmico, la literatura, la psicología y los lenguaje simbólicos.
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FUENTE: LUIS BOND