Si algo tienen en común los discursos de nlos políticos tras unas elecciones es que ntodos se sienten y se presentan ganadores. nPero las matemáticas no engañan como ntampoco el análisis cuantitativo de lo conseguido. nCon estas premisas, no es fácil ntener una fotografía clara de lo ocurrido en nlas elecciones municipales celebradas el ndomingo en Venezuela. n
Por un lado, el oficialismo se presenta ncomo vencedor amparándose en la suma ntotal de votos, en la que sigue superando a nla Mesa de la Unidad. No deja de ser chocante n-pero es real- que el chavismo no nhaya salido más perjudicado tras el papel nque ha desempeñado como presidente de nla república, en los últimos meses, el coleccionista nde disparates Nicolás Maduro. nNi su desastrosa gestión económica ni sus ncontinuos insultos a la inteligencia han npasado la factura política que se le presumía na este chavismo sin Chávez. Es quizás nla mayor lección que la oposición debe naprender de lo sucedido el domingo. No ndeben menospreciar la fuerza que el populismo ny la demagogia sigue teniendo entre ncierto sector del electorado. n
Es en el análisis cualitativo de los resultados ndonde la MUD puede sentirse más nsatisfecha. A pesar de obtener menos votos nen el cómputo general, los candidatos opositores nhan ganado en las alcaldías de las nciudades más importantes del país. Como nejemplos, cabe destacar Caracas o Barinas, nla capital del estado natal de Chávez. n
En las grandes urbes es donde se concentra nla influencia y los estratos profesionales nmás activos. Históricamente, en otros nmuchos países, el concentrar poder en las nciudades ha sido un paso previo para llegar nal Gobierno del país. Capriles y los demás nopositores deben tomar nota de lo acaecido nel domingo. La batalla continúa