martes 26  de  marzo 2024

"La Tormentosa" y el Sr. Presidente

Años atrás, Daniela "La Tormentosa" o "Stormy Daniels", nombre artístico, estuvo involucrada con el susodicho galán en una supuesta relación, no sabemos si sentimental o crematística
Diario las Américas | OMAR ESTACIO Z.
Por OMAR ESTACIO Z.

Filo de la medianoche. Fin de la jornada laboral. Luego de retirarse de la Sala Oval, uno de los protagonistas de la presente crónica se dirige exhausto a sus aposentos. Avanza en puntillas, silencioso, a tientas, casi, en medio de la semioscuridad. Cada uno de sus zapatos pende, el primero, de su mano izquierda y el otro, de la derecha. Interrumpirle a estas horas el sueño a doña Melania, después de los chismes más picantes de la crónica rosa de hoy, sería zafarrancho seguro.

Comienza su ascenso al tálamo conyugal, tercer piso de la histórica mansión. Pero ¡sorpresa! su esposa lo espera, muy espabilada, de pie, tiesa como una tabla, en el extremo más elevado de una de las escaleras. Un salto de cama, de seda muy fina, la engalana. Luce espléndida pero, el ceño fruncido, sus admonitorios brazos en jarra, los movimientos de su torso, rítmicos, reflejos, pendulares, la delatan: La dama está en son de guerra.

Años atrás, Daniela “La Tormentosa” o “Stormy Daniels”, nombre artístico, estuvo involucrada con el susodicho galán en una supuesta relación, no sabemos si sentimental o crematística –quizás la “Tormentosa” lo contrató como su toy boy.

El flechazo o reclutamiento laboral, en todo caso, habría ocurrido en el marco de un torneo de golf en Lake Tahoe. Por meses –tal vez años– la parejita lo habría pasado mogollón, jugando, no precisamente golf. No obstante, lo único cierto hasta ahora es que los presuntos tórtolos se han enzarzado en una maraña de pleitos judiciales, exigencias en dólares, acuerdos confidenciales, en burlesques –la propia “Tormentosa” montó el suyo la semana pasada, en Pompano Beach: “Haz a Estados Unidos cornudo, otra vez”, sainete, irreverente, para hacerle mofa a todo lo relacionado con el sacrosanto, make America great, again.

Nada más embarazoso que un cross examination conyugal en plena madrugada. Comienza la avalancha de preguntas y repreguntas. El reloj marca 1:34 a.m.:

—¿No te avergüenza, Donald, el escándalo que has provocado en la prensa, incluidas las redes sociales, a causa de tu rochelita con la tal “Tormentosa”?

El marido, se vio obligado a detener su ascenso a mitad de escalera para mantenerse lo más distante posible del fuego cruzado de la enardecida señora.

—Conociendo como conocemos a los abogados, Donald ¿quién se va a tragar el cuento chino de que tu consejero legal le pagó, de sus ahorritos y a tus espaldas, los 130.000 dólares que exigía por su silencio, esa piece of … de la “Tormentosa”? ¿Quién va a creerte, Donald, con lo voraces que son los picapleitos, que tu abogado no te exigió el reembolso de su dinerito, ni obtuvo beneficio alguno, por salvarte el pellejo? ¡Sí o no!

El acusado despliega su arma secreta para no salir mal herido:

¡No collusion, no collusion, no collusion!

La matrona, vuelve a la carga:

—¿No me dijiste que te ibas a ausentar aquel fin de semana, porque estabas invitado a un torneo de golf en Lake Tahoe? Dime, Donald, desde que asististe a ese supuesto campeonato ¿cuántos y de qué clase son los, hoyos, pares y dobles, que te has atrevido a hacer fuera del battlefield golf conyugal?

—¡No collusion, no collusion y no collusion, mil veces! –en lo adelante, nadie logrará sacarlo de allí.

“La verdad –decía El Quijote– enflaquece, pero no quiebra”. Pero, según La Rochefoucauld: “La hipocresía –subespecie de la no-verdad– es un homenaje que le rinde el vicio a la virtud”.

¿Confesarle, mi infidelidad conyugal, a mi propia mujer? –se dijo para sus adentros la víctima de semejante calumnia–. ¡Primero muerto! Los machos-machistas duros, como lo soy yo, le rendimos homenaje a la virtud, ¡Pero a lo Rochefoucauld!

El propio interpelado, ha declarado que la “vida de su esposa, los últimos 14 meses, no ha sido fácil”. Y esa es la parte educativa, aleccionadora, ejemplarizante, pedagógica, para todos los maridos del Mundo: que negar, negar y negar, funciona (cuando, la engañada, se hace la boba).

Seguro que esa misma táctica, efectiva en el campo conyugal, logrará zafarlo del implacable Robert J. Mueller Jr.. Una guerra atómica con un Fiscal Especial, es una guerra atómica. Un ataque de celos de la señora, Melania, es mucho más letal.

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