Escribo en este inicio del primer mes de 2017 con la certeza de que todos mis malos pensamientos están justificados. Que mi desprecio hacia un liderazgo opositor mediocre y cómplice no es gratuito. Que mi lacerante desencanto no es caprichoso, que es el resultado de ver día a día, año a año y por muchos ya, como se han burlado de los ciudadanos, esos infames que además fuimos nosotros los que con votos les empoderamos en una Asamblea Nacional (legislativo a la usanza castrocomunista) que está sirviendo a los intereses de un Narcoestado, a sus capos y por supuesto a esa seudo oposición que bien se ocupó de montar escenarios que teatreramente nos dieran la impresión de un país donde existían políticos capaces de motivarnos a seguirles, a llevarles a ser cabeza de la disidencia política y simplemente, esta primera semana de enero nos convence de lo que en verdad son.
Voy a centrarme en un trabajo periodístico publicado por el diario británico Financial Times que sin que seamos acuciosos analistas, muestra la manera en que se están moviendo intereses económicos a los fines de comenzar a vendernos la idea de que al castrochavismo delincuencial hay que garantizarle lo que este periódico tilda de “una salida segura” y avanza campaña destinada a engolosinar al presidente electo Donald Trump, hábil empresario para que sopese la posibilidad –a cambio de contratos y otras materias de trueque- a dejar hacer a este Narcoestado promotor y socio del terrorismo mundial y que su anunciado compromiso de ayudar a los venezolanos en tan dolorosa tragedia que vivimos desde hace ya 18 años no sea otra cosa que aceptar que los delincuentes que ostentan el Poder, continúen en él por tiempo a convenir, o simplemente sean sustituidos por esos cómplices trajeados de opositores que bien ya se mueven para garantizarles exilios dorados, impunidad y seguridad total para ellos y sus fortunas mal habidas.
El Financial Times tiene el descaro de hablar de la destreza empresarial de Trump y de la conveniencia que le resultaría un trato con los narcochoros castrochavistas. Eso es una clara construcción de los que comunicacionalmente se conoce como matriz de opinión y que horas después, una vez juramentada una nueva directiva de la Asamblea Nacional que llega cargando con el fardo de la traición a los que en ellos colocamos la esperanza y sin posibilidades de animar a los ciudadanos y mucho menos a contar con nuestra confianza, un figurín de nombre Stalin González, (imaginemos su formación cuando su padre le puso el nombre de un asesino comunista) que es el nuevo jefe de la fracción parlamentaria de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), declara tan campante que espera tener una buena relación con su homólogo del Gran Polo Patriótico (Chavismo) y cuestionó la actitud de quienes critican a los dirigentes que “dialogan” con ellos.
Este figurín, otro de esos jóvenes que nos siembran desesperanza ya que simplemente muestran cuan corrompidos están, milita en ese combo al que tildan de “Un Nuevo Tiempo” y es conducido por tipos de la “calidad” de Manuel Rosales, Timoteo Zambrano y otros de igual moral. El joven Stalincito ya nos anuncia que “Este país necesita de acuerdos y de un ejercicio de la política.” O sea, seguirá el diálogo con delincuentes, con narcochoros, con déspotas, y seguirá en el Poder una verdadera banda que ha devastado Venezuela y arruinado a toda su población. Ha llenado mazmorras de presos de conciencia, y coloca en la vicepresidencia de la republiqueta a un sujeto considerado aliado del terrorismo islámico mundial, acusado además por narcotraficantes de tener actividades con ellos y recibir dividendos de las mismas. Seguirá Stalincito dialogando feliz con los responsables de que solo en el pasado año, 10.500 bebés y 750 madres murieran en hospitales públicos. Seguirá nuestro Stalin tropical amenazando y gritándonos porque pretendemos que él y esa oposición que llevamos al Legislativo con nuestros votos saqué a un hatajo de facinerosos del Poder. Nuestras pretensiones vamos a eliminarlas, porque Stalicito ha sido muy claro al decir: “… nosotros (Esa oposición cómplice) no pensamos que podemos acabar o cambiar el chavismo en un año o año y medio”.
Stalicito no quiere molestias, tampoco críticas. Stalincito es muy claro: Seguirán él y toda la patota conviviendo con el narcochavismo y al que no le guste como bien lo ordenaba el benemérito Juan Vicente Gómez ¡Shito! porque en tiempo de pillos el ciudadano no posee voz pero si un voto producto del engaño.