No importa el año en el que estemos o el desarrollo que tengamos como civilización: hay algo inherente a nuestra naturaleza que siempre permanecerá en la oscuridad. Aunque pareciera que siempre esta parte está dormida, solo basta un empujón que nos acerque a nuestros miedos más primitivos para que “ese otro” que vive dentro de nosotros se despierte. Como si fuese una posesión demoniaca, somos capaces de transformarnos en monstruos irreconocibles cuando nos confrontamos al horror de la otredad. ¿Sirve de algo el candor de la empatía o la frialdad de la conciencia cuando estamos frente al abismo de la muerte? No, ante la angustia que nos invade cuando emerge lo desconocido cualquier estructura que nos contiene se rompe. Descendiendo en la locura, hasta el cazador más avezado falla y se termina transformando en una presa (de otros y de él mismo). Este es el punto de partida de Out of Darkness, una rareza dentro del catálogo del terror contemporáneo y que llega a nuestras salas de cine de la mano de Bleecker Street.
Ambientada en el año 43.000 A.C. y contada en un lenguaje arcaico (creado especialmente para la película), la historia nos presenta a un grupo de ancestros que deciden separarse de su tribu para buscar un lugar nuevo para vivir. El equipo está conformado por Adem (Chuku Modu), quien es ensalzado como una suerte de héroe y asume el rol de jefe; Geirr (Kit Young), el segundo al mando por ser el hermano menor y no tener tanta destreza como cazador; Ave (Iola Evans) una mujer embarazada de Adem; Heron (Luna Mwezi), el hijo preadolescente; Odal (Arno Lüning), una especie de viejo chamán; y Beyah (Safia Oakley-Green), una mujer sin familia “adoptada” por el clan como si fuese una propiedad. Recién embarcados en una tierra lejana en el oeste (donde se oculta el sol) y sin rastros de otros humanos, la familia intenta conseguir un espacio seguro para establecerse mientras lucha por conseguir alimento, generando roces entre todos por la decisión que tomaron. Las cosas se complican cuando cae la noche y se dan cuenta de su indefensión frente a una extraña presencia oculta en la oscuridad que amenaza con cazarlos.
Escrita por Andrew Cumming, Ruth Greenberg, Oliver Kassman, Out of Darkness posee una premisa bastante sencilla pero poderosa: ¿a qué monstruos se enfrentaron nuestros ancestros?, ¿cómo funciona la psicología de un clan en el medio de la nada y rodeado de peligros?, ¿qué sucede cuando, en el proceso de luchas contra una amenaza, nos transformamos en monstruos?, ¿hasta dónde somos capaces de llegar por sobrevivir? Preguntas complejas y de índole ontológico que se van desarrollando a través del poder del mito, el pensamiento mágico religioso, el animismo primitivo y el terror a lo desconocido. Valiéndose de la subjetividad de sus protagonistas y de la ambigüedad de un lugar ominoso, los guionistas desarrollan una serie de escenas donde, con pocos diálogos y conflictos claramente definidos (vivir o morir), los personajes terminan siendo arrastrados en un espiral de locura y paranoia. El arco dramático de cada uno de sus protagonistas es tan arcaico que nos confronta con nuestra visión moderna y compleja del mundo. Al mismo tiempo, nos ponen sobre la mesa temas tan actuales como los delirios de grandeza del ser humano y su terror frente a lo impredecible y misteriosa que puede ser la naturaleza.
A pesar de ser una ópera prima, la dirección de Andrew Cumming resalta por su madurez. Alejándose de muchos lugares comunes del género, Out of Darkness está más cerca del thriller psicológico —con un tempo que se desarrolla a cuenta gotas— que del horror —aunque a veces coquetea con jump scares. Sin mayores aspavientos ni trucos de cámara, valiéndose solamente de la fuerza de la imagen en cada plano, su director se enfoca en crear una sensación de indefensión en el campo abierto, jugando con los miedos que nos produce el mundo natural (la neblina, el bosque, la noche o la cueva) y, de vez en cuando, nos asusta con la ambigüedad de una especie de monstruo que bien podría ser un un ser mitológico o un animal cualquiera. La subjetividad de sus personajes frente a lo desconocido se ve reforzada por el juego entre luz y sombra que construye la cinematografía de Ben Fordesman (Saint Maud, Name Me Lawand). Iluminación que, dicho sea de paso, siempre cumple con el reto de tomar como punto de partida fuentes de luz real dentro de la historia: el sol, una fogata, rayos, una aurora boreal, etc. Su propuesta visual nos obliga a transformarnos en cazadores, invitándonos a buscar en cada recoveco del cuadro algún indicador de una posible amenaza. Esto mantiene al espectador alerta e hipnotizado frente a la pantalla de principio a fin, zambulléndonos en la historia profundamente.
Siguiendo con lo técnico, Out of Darkness tiene una banda sonora maravillosa. La música de Adam Janota Bzowski (Saint Maud, Here Before, Black Mirror) es una extraña mezcla entre notas agudas y graves (que suenan como cuernos, instrumentos de vientos, voces lejanas o ruidos ininteligibles) que fácilmente se mimetizan con el ambiente. El resultado es una composición que genera una experiencia profundamente envolvente donde la música se aleja de una aplicación incidental para asustarnos decantándose por crear un mood que acompaña a toda la película al ritmo de lo que sucede en pantalla. A su lado, la edición de Paulo Pandolpho (The Crown, Dracula) se transforma en otro punto clave en Out of Darkness. Valiéndose del montaje sintético (con encuadres de larga duración) nos obliga a construir la tensión con nuestra vista que recorre el espacio… pero, al mismo tiempo, sabe cuándo romper el hechizo y acelerarnos de golpe con un montaje rítmico (que, gracias a múltiples cortes y planos, nos transmite la sensación de angustia que viven los protagonistas cuando deben correr por sus vidas en varias escenas). Al mismo tiempo, se apoya en la propuesta visual de la historia para crear transiciones interesantes que no pasarán desapercibidas a los ojos más curtidos (algo que siempre se celebra en un género que suele ser, muchas veces, casi mecánico con el montaje).
Out of Darkness es una de las sorpresas del 2024. Explora nuestros miedos atávicos a la oscuridad, los ruidos agudos y lo desconocido valiéndose de una cosmovisión primitiva. A través de la subjetividad de sus personajes, nos sumerge en nuestras peores pesadillas, exponiendo delante de nosotros situaciones tan palpables (y que solemos pasar por alto en la modernidad) como la profunda indefensión que tenemos ante la vasta naturaleza y lo voluble de nuestra propia condición humana frente a los peligros. Valiéndose de un substrato arquetípico y utilizando como excusa animales extraños que se confunden con seres antropomorfizados, Out of Darkness se apoya en el poder del mito para reconectarnos con la parte más primitiva, oscura e impredecible de nuestra psique. Aunque al terminar la proyección volvamos a la seguridad de nuestros hogares con luz eléctrica, internet y comida caliente, la película nos recuerda que la barbarie de nuestros ancestros está mucho más cerca de lo que creemos. Una marca aterradora impresa en nuestro ADN y que está lista para apagar la luz de la conciencia cada vez que una amenaza se nos acerca. Como los protagonistas de la historia, la única tarea que tenemos en la búsqueda del Paraíso perdido es la de cuidar a nuestros seres queridos de los monstruos que habitan en nuestro interior.
Lo mejor: su premisa y desarrollo a través de la cosmovisión de un grupo primitivo. La dirección y la tensión perenne que genera. La cinematografía oscura y ominosa. La música envolvente. Las múltiples lecturas que posee alrededor de los seres humanos.
Lo malo: aunque el trailer la vende como una película de terror, está más cercana al thriller psicológico que otra cosa (lo que podría decepcionar a algunos que vayan a verla esperando horror puro y duro). Algunos jump scare son innecesarios (aunque están bien logrados).
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