sábado 19  de  abril 2025

¿Qué político elegirías en Cuba?

Me inclinaría más bien por una dirección colegiada, lo más joven posible, aunque en su seno participe algún que otro veterano a quien se le pueden escuchar sus conocimientos o experiencias acumuladas
Diario las Américas | EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI
Por EUGENIO RODRÍGUEZ BALARI

Este trabajo fue la respuesta ofrecida a una académica latinoamericana y amiga, con la que comparto inquietudes y preocupaciones políticas sobre Cuba y otras naciones de la región.

Ella, en comunicación conmigo y por aquello de conocer más sobre las perspectivas políticas del país, de manera directa me preguntó. ¿Qué político elegirías en Cuba? Mi respuesta y explicación fue la siguiente:

A decir verdad es difícil de momento hacer una elección individual de alguien. Porque habría que tomar en consideración las características del proceso institucional cubano; su Constitución, la forma en que surgen los candidatos y se desarrollan las elecciones; también las prerrogativas posteriores que posee la Asamblea Nacional. Ya que esta es quien, una vez constituida, elige de su seno al Consejo de Estado y más tarde aprueba o no, la propuesta de este órgano sobre el Consejo de Ministros, su presidente, vicepresidentes y restantes ministros del Gobierno.

Tomando en consideración todos esos elementos y las experiencias anteriores que se acumularon durante décadas, por las atípicas y complejas circunstancias en que se desarrolló el proceso revolucionario; de momento no me inclino por nombre alguno, sino más bien porque se conforme y logre elegir un sólido, sensible, capaz y práctico equipo de dirección.

Parto de la idea de que en Cuba hay muchas personas política y económicamente calificadas de diferentes generaciones, incluso entre las más jóvenes; además con suficientes méritos personales, comprometidas con su país y el proceso surgido con la revolución; también con valores éticos/morales para dirigir la nación y llevarla hacia adelante.

Igual hay una enorme cantidad de inteligencias, con enfoques patrióticos y sociales avanzados, que lamentablemente no se les toma en cuenta; se subestiman o desconocen; sobre todo por aquello de evitar diferencias o críticas en el proceso de trazar rumbos y conducir al país, pero ahí están y en cualquier momento pueden también irrumpir a la palestra pública.

De momento y después de la salida del gobierno de Raúl Castro y otros veteranos de la revolución que aún se encuentran actuando vigentes; me inclinaría más bien por una dirección colegiada, lo más joven posible, aunque en su seno participe algún que otro veterano a quien se le pueden escuchar sus conocimientos o experiencias acumuladas.

Esa dirección puede conformarse para ser candidatos y luego ser elegidos, no sólo desde el partido, sino desde diversos sectores de la sociedad, incluyendo a la sociedad civil.

Pero cuando hablo de una dirección o equipo, sabemos que alguien siempre se destaca, se elige o la debe dirigir; por lo que considero conveniente que entre esos máximos responsables que aparezcan, con regularidad o cada cierto tiempo debieran rotarse en sus responsabilidades; porque es imprescindible dirigir en equipo, colegiar decisiones y encontrar consensos; así como conocer ángulos diversos desde el poder y aprender a consolidar las decisiones colectivas.

Pienso en jóvenes identificados con el proceso de la revolución, políticamente bien preparados, pero que su percepción política global sea más tolerante en relación al complejo y desequilibrado mundo en que vivimos; porque somos un pequeño país, con fenómenos de subdesarrollo y aun fuertemente hostigados desde el exterior.

Por lo que para influir mejor a otros, ante todo debemos ser ejemplo de una sociedad racionalmente desarrollada, moderna, solidaria o más justa; de ahí que de momento los cubanos no nos encontremos en condiciones de pretender transformar al mundo, sino de ocuparnos más de nuestros asuntos domésticos que no son pocos ni sencillos de resolver; aunque ello no implique dejar de ser solidarios y se continúe siendo conscientes o deseando transformarlo, que en justicia debiera ser así; pero comprendiendo que una cosa son los deseos y otra las realidades.

Lo que se percibe desde el gobierno de Raúl Castro y su composición, es que han estado formando y ofreciéndoles cada vez mayores responsabilidades a un grupo de personas jóvenes; devenidas en significativas autoridades que han venido ocupando las más altas responsabilidades en el gobierno y partido cubano.

Entre otras de esas personas se pueden señalar a Miguel Díaz Canel, actualmente vicepresidente primero del Gobierno, hombre de unos 50 años, con trayectoria política en el partido y gobierno; a Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores (Canciller), supongo que entre los 40 y 50 años, de larga y consolidada experiencia en las relaciones internacionales; a Rodrigo Malmierca, economista y ministro de Comercio Exterior de similar generación que los anteriores, o a Manuel Murillo, también economista y encargado de la reforma en curso y los asuntos económicos del país.

Agregaría que estos son los destacados o más conocidos en el staff de Raúl Castro, pero prácticamente la mayoría de los ministros, viceministros, dirigentes del partido, de las organizaciones sociales, los dirigentes de Gobierno o partido en las provincias, e incluso los mandos militares, son personas que fluctúan entre esas edades o algo más.

Si por obligación tuviera que elegir a alguien individualmente, entonces por aquello de su compromiso profundo con el país y la revolución, méritos o reconocimientos ciudadanos adquiridos, vasta cultura política, histórica y en general; además de amplias relaciones y una encomiable labor realizada, lo haría por Eusebio Leal Spengler, el historiador de la ciudad de La Habana; pero lamentablemente ya su salud parece que no lo acompañaría suficientemente para ello.

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