domingo 2  de  febrero 2025
OPINIÓN

Radicalizar la crisis

Urge establecer puentes, dialogar y negociar con los sectores militares que aun siendo chavistas se resistan al modelo cubano, no con los voceros de Maduro
Diario las Américas | ALEXIS ALZURU
Por ALEXIS ALZURU

(@aaalzuru)

Unificar al país y restituir la democracia exige hablar con responsabilidad, no con engaños. Por supuesto, hablar con responsabilidad no es sacrificar la vida de los jóvenes otra vez, ni crear falsas expectativas invitando a las guarimbas. Hablar con responsabilidad es comenzar por identificar las alternativas que quedan y, explicar los sacrificios y decisiones que deberán tomarse. Por ejemplo, es advertir que para superar la situación de la República se tendría que radicalizar la crisis, no reunirse con quienes la administran. Es señalar que se necesita que el gobierno se termine de hundir en sus propias contradicciones y errores. Es reconocer que en efecto urge establecer puentes, dialogar y negociar con los sectores militares que aun siendo chavistas se resistan al modelo cubano, no con los voceros de Maduro.

Hablar con responsabilidad es mostrar que los venezolanos estamos condenados a construir nuestro mañana: O elegimos pagar un precio (por alto que pudiera parecer) para negociar la transición, o se permite que el presente y el futuro de la nación queden en manos de un grupo de depredadores. La narrativa de la responsabilidad política también obligaría a precisar lo que implicaría pactar una transición. Por ejemplo, decir que supondría un canje de derechos y bienes con algunos sectores militares. A lo mejor se les tendrían que garantizar algunos perdones, estabilidad y libertad de tránsito internacional a cambio del respaldo que ofrezcan para terminar con este círculo vicioso donde está Venezuela. Incluso, habría que decir que la transición sería un período donde la estabilidad política dependería de una junta, no de un presidente; un tiempo donde se necesitará la visión de un equipo antes que la mirada de otro caudillo solitario. Una época donde el acompañamiento internacional sería clave para dar el salto definitivo a la restitución de la democracia.

Hablar con responsabilidad es advertir que quienes hoy dialogan con el oficialismo tomaron una decisión que compromete gravemente a la sociedad, no sólo a ellos; pues aun sabiendo que ni siquiera se negociarían elecciones transparentes, decidieron que el pueblo debería hincarse ante un gobierno que lo desprecia y lo pisotea. Es agregar que esta consecuencia, dolorosa y humillante en sí misma, no sería la más peligrosa que deje ese diálogo de sordos. Otros efectos serían más nocivos para esta generación y para las próximas. Por ejemplo, que los oficialistas ganen el tiempo que necesitan para aprobar una Constitución a la medida de sus intereses. Sobre todo, que consigan alguna rendija para legitimar una Constitución que prescriba que en adelante la elección del Presidente de la República deberá realizarla un parlamento comunal, no los venezolanos a través de elecciones universales y secretas.

Hablar con responsabilidad es precisar que dialogar con los voceros del oficialismo es una decisión política, no una obligación moral. Pues no podrá alegarse que la reunión en Santo Domingo persiguió superar una crisis humanitaria que únicamente será soluble cuando se sustituya al gobierno. Por cierto, es difícil creer que los viajeros de Santo Domingo no estén al tanto de que para los seguidores de J. Stalin, Mao Tse Tung y Fidel Castro las hambrunas, epidemias y ruina asistencial son coartadas; atajos para triturar la dignidad de la persona, no problemas que deberían superarse. De hecho, lo probable es que las carencias, muertes y enfermedades que atropellan la vida de los ciudadanos de este país, se maquillen durante algunos días; mientras sigan los encuentros en algún lujoso hotel del Caribe. Sin embargo, poco después esas plagas regresarían con la misma o mayor fuerza que hoy. Después de todo, la fortaleza de este proyecto radica en degradar al ser humano.

Los viajeros de Santo Domingo tampoco podrían alegar que el diálogo era necesario para mejorar las condiciones electorales, pues Diosdado Cabello se encargó de advertirles que el CNE no sería tocado ni con el pétalo de una rosa. Entonces, ¿por qué insisten en la idea de que dialogar con el gobierno será más beneficioso que negociar una transición? ¿Por qué resultaría menos traumático acordar la continuidad de este proyecto de dominación totalitaria que forzar la pronta salida del grupo que lo ejecuta? ¿Es cierto que para superar la crisis de la República la única y mejor alternativa es dialogar con los guardias del autoritarismo? Sobre todo, ¿por qué es más ético, pacífico y constitucional pactar con el Presidente y sus voceros que negociar el retorno a una sociedad regulada por los principios de libertad e igualdad?

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