sábado 25  de  octubre 2025
RELATO

Un Ceausescu en La Habana

Vivencias que toman forma de relatos y conllevan a la reflexión

Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

Los abogados del bufete colectivo de Playa nos enteramos el 23 de diciembre de 1989 de lo ocurrido dos días antes en Rumanía gracias a las síntesis cablegráficas que el hijo de un viceministro nos llevó a las oficinas aquella mañana de sábado.

Resulta que en medio de la censura oficial que reinaba en Cuba, los miembros de la clase privilegiada recibían diariamente los “cables”, un servicio del Consejo de Estado que imprimía en unos folletines los titulares y hasta resúmenes de las agencias de noticias más importantes del mundo. Clara evidencia de que sí sabían y que estaban fingiendo cuando aparecían como desentendidos de la realidad allende los mares.

Ese día el folletín robado por el hijo del dirigente traía una descripción completa de las últimas horas del matrimonio Ceausescu.

Aquello no era el ‘desmerengamiento’ cómplice que denunciaba Fidel Castro constantemente, tampoco la traición de los comunistas de Polonia, Hungría y hasta la República Democrática Alemana (RDA) que un atribulado Carlos Rafael Rodriguez declaraba hasta el cansancio en los pocos medios de prensa que sobrevivían en la Cuba de finales de los 80.

Fue un asalto violento, una advertencia de lo que puede suceder con los dictadores y que llevó a los sandinistas a organizar elecciones en la Nicaragua socialista, desoyendo las presiones de Fidel Castro, que con toda la razón les advertía que nada podían ganar por la vía de la democracia.

Para nosotros fue como calentar motores, pero al final, nos quedamos con las ganas, en la isla no pasó nada más allá de “el maleconazo”.

Aquello de Bucarest agarró fuera de base al dictador rumano y a su camarilla, un descontrol que los dejó a la intemperie en medio del descontento popular.

Desde entonces ese parece el escenario final deseado por muchos cubanos, aunque en los tiempos actuales continúa siendo un imposible a corto plazo.

Un antiguo miembro del ministerio del interior del régimen cubano me cuenta que en el lejano 1990, (mucho antes de que él terminara preso y acusado de contrarrevolucionario), la cúpula militar estudió en detalles el fenómeno rumano para tapar los huecos que permitieron el fusilamiento del dictador y de su odiada esposa en el patio de una escuela.

Dice que había sorpresa con la información de que, por cada tiro en el cuerpo de Nicolai, su esposa Elena había recibido el triple, era el odio a ella, elevado a la categoría “plomos de AKM”.

Según mi amigo exmilitar, desde entonces el régimen tiene planes de contingencia para evitar que se repita la historia de Rumania. Así que el imaginario del pueblo trepando la colina de la plaza de la revolución durante un primero de mayo, para linchar a Díaz Canel y “la Machi” no tiene posibilidades.

José Luis es optimista, dice que el socialismo en Rumania no se cayó con la muerte de Ceausescu, que ya estaba muerto cuando pararon al matrimonio ante el improvisado pelotón de fusilamiento. “El socialismo lo tumbó el propio Ceausescu con una metedura de pata”. José Luis recuerda que en el acto masivo al que había convocado el dictador se puso a hablar mal de los manifestantes en Timisoara a los que había reprimido unos días antes y esa fue la gota que colmó la copa, la chispa que desató el incendio popular.

José Luis cree que la historia se puede repetir: “si en algo es bueno Diaz Canel es en meter la pata, así que en cualquier momento puede encender la chispa del desencanto y Timisoaras hay suficientes en Cuba, lo mismo en Baire, en Nuevitas, o en los barrios de La Habana, donde ahora mismo se están reprimiendo las protestas”.

David cree que sí, que se puede repetir la historia, pero más bien en Venezuela y no en Cuba. “Trump le ha puesto la presión al régimen de Maduro y de seguro termina rajándose y dejando el poder, entonces si veremos un ‘desmerengamiento’ en Cuba y Nicaragua”.

José Luis opina que la cosa es en Cuba, que lo de Venezuela es “más rollo que película”, que Trump no sabe cómo salir del brete del Caribe, que sabe cómo empezó, pero no cómo terminar.

David se indigna, “el efecto poker compadre, ha puesto tanto arriba de la mesa que ya no se puede retirar, demasiado dinero en juego para declarar un empate con Maduro, lo que le queda es ganar la partida”.

José Luis vuelve con Cuba, “la ventaja es Díaz Canel: un inepto que no tiene consejero porque Raúl está tan viejo que ni para eso sirve, Cuba revienta desde adentro, te lo digo yo”.

Yo recuerdo a Carlos Alberto Montaner, que vendió su editorial en los noventa, seguro de que ya le tocaba regresar a Cuba.

Se reía conmigo, en el miami del 2010, recordando su premura, “¿sabes que había un chiste?”, me decía, “se dedicaron a cambiar los dichos cubanos y uno en especial me daba mucha gracia”, hacia un esfuerzo para recordar y luego soltaba de un tirón, “no hay mal que dure cien años… pero parece que sí”, me decía mientras carcajeaba.

Ojalá que no, pensaba yo.

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