miércoles 27  de  marzo 2024
PERIODISTA Y ESCRITOR SATÍRICO

Un breve resumen del año

Las edades de la historia del hombre pueden dividirse en dos deseos dominantes: el de tenerlo todo grande y el de tenerlo todo pequeño. No hace tanto tiempo que lo más codiciado era un teléfono diminuto y ligero, como el desayuno de una top model

Diario las Américas | ITXU DÍAZ
Por ITXU DÍAZ

El consumo de alcohol debe ser moderado en estas fechas. La pregunta es, moderado por quién. Particularmente, haría con mucho gusto un resumen del año pero no lo recuerdo bien a esta hora. Las fiestas navideñas son complicadas. Ha sido un año confuso, aún me duele la cabeza, y en algún lugar debo tener todavía algo de cerveza fría, compañera de toda resaca. Mi casa en invierno es un horno en el que se van friendo lentamente los carámbanos, chisporroteando en los cristales. Y sospecho que la calefacción central es un invento de Al Gore y sus fabricantes de osos moribundos para amenazar a la población con el calentamiento global de la cerveza. Quizá sea la única forma de que levantemos la cabeza de la pantalla y prestemos atención. Vivimos ensimismados. Y es horrible cuando te cambian en un descuido la jarra de cerveza por una maceta con geranio. No sé qué opinan las cabras, pero cada vez hacen los geranios más indigestos. Por no hablar de la tierra, que ya no sabe como antes. En síntesis, creo que otro año más el mundo se está yendo por el desagüe, pero tampoco sabría sostener mi análisis con pruebas históricas. Estoy demasiado ocupado tratando de mantenerme despierto. Después de los libros de Paulo Coelho, no hay nada que dé más sueño que la mezcla de champán y polvorones en las sobremesas.

No hace tanto yo solía tener los asuntos importantes controlados. Pero de un tiempo a esta parte no sé ni dónde está el paracetamol, ni las píldoras contra la resaca, y he perdido la pista a todas las cubiteras, así que tengo que servir gintonics constantemente a todo el vecindario para poder conservar los cubitos de hielo. Bien. Y en cuanto al resumen de lo ocurrido en 2015, me parece un propósito excesivo para un momento como éste. Como articulista tengo la habilidad de ir rebajando las expectativas generadas por el titular a medida que avanza la columna. Otros son capaces de saltar sobre los pulgares y nadie les reprocha que no sepan recitar de memoria las desgracias de los últimos meses.

De cualquier modo, 2015 fue el año de los teléfonos móviles gigantes. Siempre lo es. Las edades de la historia del hombre pueden dividirse en dos deseos dominantes: el de tenerlo todo grande y el de tenerlo todo pequeño. No hace tanto tiempo que lo más codiciado era un teléfono diminuto y ligero, como el desayuno de una top model. Hoy el último grito es el que emites cuando se te cae a los pies ese armatoste que ahora utilizamos para todo menos para llamar por teléfono. En eso hemos salido ganando. En el presente mundo hipercomunicado, la llamada es el mayor gesto de hostilidad posible. Llamar debería estar perseguido por la ley, y no me refiero solo a la de la NSA, esa que hace que Obama sea un testigo de lujo en todas nuestras conversaciones sobre recetas de cocina, llamadas al servicio técnico en las que solo canta Johann Sebastian Bach, y despedidas eternas de cuelga-tu-cuelgo-yo.

Seguro que hubo un montón de desastres en 2015 pero es muy probable que yo no estuviera delante del televisor en ese momento. ¿Para qué? Eso ya no está de moda. Llamar por teléfono y ver la televisión son actividades obsoletas, reaccionarias, de muy limitado éxito entre la juventud actual, que acostumbra a ser bastante más joven que la juventud de antes. Ahora hay una pelirroja sonriente y encantadora en la web del Diario Las Américas, dispuesta a explicarte todo lo que pasa cada día sin necesidad de que yo me ponga a hacer memoria. Las cosas han cambiado. De eso precisamente vivimos los periodistas y, en consecuencia, los fabricantes de licores. El mundo cada vez es un lugar más grande. Es diciembre. Saltamos de brindis en brindis y eso lo dificulta todo. Y Mireia sigue ahí, dispuesta a sacarme del lío en tres minutos. Todo lo que no quepa en ese espacio no es lo suficientemente relevante como para que yo lo incluya en este resumen del 2015, por el que un año más, por eso tan humano de la envidia, no me darán el Pulitzer, pero supongo que, por eso tan inhumano de la metafísica, tampoco me lo podrán quitar. 

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