Con un estilo locuaz y hasta dicharachero, Ramos Allup es un faro de esperanza entre sus atribulados compatriotas
Nada produce tanto conocimiento y sabiduría como la experiencia, y no hay muchos que tengan tanto de esta cualidad por estos días en la política venezolana que Henry Ramos Allup, el actual presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Así lo evidencia en cada sesión legislativa y así lo mostró también en su más reciente entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS.
Ramos Allup, un avezado político con más de tres décadas de roce parlamentario, hizo una radiografía de la difícil situación institucional que experimenta su país y advirtió del peligro de una nueva insurrección militar. Son palabras de alerta y que contextualizan lo que sucede en una nación cuya grave crisis empezó justo cuando se le ocurrió a un entonces desconocido comandante Hugo Chávez, una aventura golpista.
Estas asonadas no han sido más que soluciones que han frenado el desarrollo de la región, recetas del atraso que terminan volatizando la democracia. Y Venezuela que vive, literalmente arriba de un barril de petróleo, corre el riesgo de que una pequeña chispa lo incendie. Desafortunadamente hay sectores dentro de esa nación que apuesta a ello, y menciona, el mismo Ramos Allup, al mismo Gobierno, como uno de los posibles interesados en seguir ahondando el caos y profundizando la crisis con tal de seguir atornillado al poder.
Ese ha sido el primer motor del oscuro trance que atraviesa Venezuela, la terquedad de los que ostentan el poder desde 1998 de continuar en el dominio. De ahí que el actual presidente de la Asamblea proponga, de forma acertada, acortar los períodos de mandato de las principales instancias del país, el Ejecutivo, el Parlamento y el Tribunal Supremo de Justicia.
Con un estilo locuaz y hasta dicharachero, Ramos Allup es un faro de esperanza entre sus atribulados compatriotas.
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