Nacido en Berlín en 1769, Alejandro de Humboldt fue el hermano menor de Wilhelm von Humboldt, un reconocido intelectual de los siglos XVIII y XIX que llegó a ser ministro del antiguo Reino de Prusia.
Nacido en Berlín en 1769, Alejandro de Humboldt fue el hermano menor de Wilhelm von Humboldt, un reconocido intelectual de los siglos XVIII y XIX que llegó a ser ministro del antiguo Reino de Prusia.
Este 14 de septiembre se conmemora el 253 aniversario del nacimiento del geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador alemán Alejandro de Humboldt, bautizado como el segundo descubridor de Cuba.
Este científico alemán, que hablaba fluidamente español, inglés y francés, se entregó desde joven al estudio de las ciencias, razón por la que realizó numerosas expediciones con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la naturaleza.
Aunque la figura de Alejandro de Humboldt suele vincularse estrechamente a Cuba, el científico alemán permaneció en la Isla por espacio de apenas cuatro meses. Ello le no impidió realizar varias investigaciones que ampliaron los conocimientos que existentes hasta el momento sobre la geografía, flora, fauna, comunicaciones, topografía, clima, suelos, el cultivo de la caña y la fabricación de azúcar.
Alejandro de Humboldt llegó por primera vez a Cuba el 19 de diciembre de 1800 y permaneció hasta el 15 de marzo de 1801. En abril de 1804 arribó de nuevo a la Isla, en breve visita de un mes de duración.
Durante su estancia en Cuba, el prominente científico recorrió La Habana y sus alrededores hasta Managua, Bejucal, Valle de Güines y Batabanó, así como el sur de Trinidad, en compañía del botánico y naturalista francés Aimé Bonpland. Se hospedó en casa del conde de O’Reilly y compartió con reconocidas figuras de la época como Don Francisco de Arango y Parreño y el Doctor Tomás Romay Chacón.
Producto de sus viajes a Cuba, De Humboldt expuso una tesis sobre la formación de las Antillas y la constitución de la geología cubana, confeccionó un mapa con mediciones exactas de la latitud de varios puertos y ciudades, entre ellas La Habana. Al regresar a Europa, registró por escrito el resultado de su vasta y fructífera producción científica.
El Parque Nacional Alejandro de Humboldt está ubicado en las montañas Nipe-Sagua-Baracoa, en la costa norte del oriente de Cuba. Se trata del remanente más grande y mejor conservado de ecosistemas montañosos boscosos en el Caribe y es ampliamente considerado como el área protegida más importante de Cuba por sus extraordinarios valores de biodiversidad.
Además de las 66 700 hectáreas terrestres, el Parque Nacional incluye un área marina de 2 641 hectáreas, para una superficie total de 69 341 hectáreas con una zona de amortiguamiento terrestre de 34 330 hectáreas.
La zona está incrustada en la mucho más grande Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa, que supera las 200.000 hectáreas. La altitud va desde los 220 m por debajo en las partes marinas hasta los 1 175 metros sobre el nivel del mar en el Pico El Toldo.
En 1799, Alejandro de Humboldt recibió permiso para embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y Centroamérica, una travesía en la que fue acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, con quien ya había realizado un viaje a España.
Ambos recorrieron casi 10 000 kilómetros en tres grandes etapas continentales: las dos primeras en Sudamérica, desde Caracas hasta las fuentes del Orinoco y desde Bogotá a Quito por la región andina, y la tercera por las colonias españolas en México.
A lo largo de estos viajes, Alejandro de Humboldt conoció a algunos destacados naturalistas hispanoamericanos, como José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas.
Entre los hallazgos científicos derivados de sus expediciones cabe citar el estudio de la corriente oceánica de la costa oeste de Sudamérica —que durante mucho tiempo llevó su nombre — un novedoso sistema de representación climatológica en forma de isobaras e isotermas, los estudios comparativos entre condiciones climáticas y ecológicas y, sobre todo, sus conclusiones sobre el vulcanismo y su relación con la evolución de la corteza terrestre.
En 1827, Alejandro de Humboldt regresó a Berlín. Allí desempeñó un destacado papel en la recuperación de la comunidad académica y científica alemana, maltratada tras décadas de conflicto bélico. Fue nombrado chambelán del rey Federico Guillermo III de Prusia y se convirtió en uno de sus principales consejeros, realizando numerosas misiones diplomáticas. En 1829, por encargo del zar Nicolás I de Rusia, efectuó un viaje por la Rusia asiática, durante el cual visitó Zungaria y el Altai.
Ícono de la ciencia moderna
Alejandro de Humboldt pasó buena parte de su vida trabajando, evaluando y ordenando los datos que recogió en sus viajes. Aún la comunidad científica admira cómo intentó explicar la acción de las fuerzas de la naturaleza mediante la observación y medición. Uno de sus hallazgos fueron las isotermas, que son las líneas que unen los vértices, en un plano cartográfico, que presentan las mismas temperaturas en la unidad de tiempo que se utilice.
Durante la última etapa de su vida, el científico alemán se concentró principalmente en la redacción de Cosmos, obra considera como una monumental visión global de la estructura del universo, de la que en vida vio publicados cuatro volúmenes. Cofundador de la geografía moderna, Alejandro de Humboldt está considerado uno de los últimos grandes ilustrados, con una vasta cultura enciclopédica, cuya obra abarcaba campos tan dispares como los de las ciencias naturales, la geografía, la geología y la física.
Fuentes consultadas: