domingo 1  de  diciembre 2024
Venezuela

Abogada venezolana: La estructura represiva de Maduro está dirigida por el G2 cubano

Tamara Suju, abogada venezolana, defensora de los derechos humanos y directora ejecutiva de Casla Institute, aseguró que el G2 cubano funciona "dentro del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional"
Por ELKIS BEJARANO DELGADO

Las torturas y la represión contra los militares venezolanos se realizan con fines “ejemplarizantes” y buscan enviar un mensaje a otros miembros de la Fuerza Armada Nacional, afirmó Tamara Suju, abogada venezolana, defensora de los derechos humanos y directora ejecutiva de Casla Institute.

Ello ocurre –según su testimonio– dentro de una estructura represiva “montada y dirigida por el G2 cubano que funciona desde la sede del Ministerio de Defensa en Venezuela”, amplió Suju en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS y subrayó que el aumento de los casos de torturas contra los militares no es fortuito.

“Dentro del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional (CEOFAN) funciona el G2 cubano. Ellos tienen oficiales en las oficinas del Ministerio de la Defensa, desde donde distribuyen las órdenes de represión en todo el país para aguantar el descontento. En estos dos últimos años, en los que Maduro está en el piso, que los venezolanos están saliendo durante el éxodo más grande la historia, cuando el malestar no lo pueden tapar, necesitan tener controlado, mediante la tortura, que es más incisiva, más sádica, al único estamento que los mantiene [en el poder] Los efectos de las torturas tienen más consecuencias, tanto físicas como psicológicas”.

Resaltó que el hecho de que al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo lo llevaron moribundo, en silla de ruedas, ante los Tribunales Militares fue, tuvo la intención de enviar un mensaje a los otros militares que pudieran estar conspirando. El mensaje fue claro: ´Yo [Maduro] soy capaz de hacer esto para que ustedes, que están conspirando contra mí, dejen de hacerlo`.

La represión en cifras

Suju, quien lleva más de 10 años denunciando los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura, explicó que las cifras de las detenciones de funcionarios han aumentado notablemente.

Entre 2013-2017, el 94% de las víctimas era de civiles, y solo 6% militares. En 2018, el 63% de las víctimas fue de militares, y en 2019, el 57% sigue siendo de militares.

“Eso significa que el malestar, la disidencia y el descontento dentro de la Fuerza Armada Nacional hacen que el régimen vaya por quienes pudieran ser sus enemigos, aún sin que estos oficiales hayan hecho nada, sino que simplemente sean sospechosos o que hayan sido nombrados, así sea en un mensaje de texto”.

Reiteró que las Fuerzas Armadas se han convertido en “un campo de ‘sapos’ [delatores]”, ya que el estamento militar es lo que mantiene y protege a Nicolás Maduro, y justamente es el que lo puede sacar del poder, por lo que necesitan usar la represión como mecanismo ejemplarizante”. “En otras oportunidades ellos han sido bien precavidos. A Acosta Arévalo, no lo llevaron [a corte] por casualidad. Con otros militares han esperado 15 o 20 días, hasta que pasen las señales de tortura y las secuelas de los golpes, pero en este caso fue diferente”.

Aseguró que además de torturarlos, están expiando a sus familias, esposas e hijos. “Ese crecimiento en la tortura es a propósito. Y es a propósito porque tienen presos a los mejores de su promoción, a los comandantes élite, a generales, a oficiales de los que de alguna manera sospechan, o por acusaciones de otras personas que están siendo torturadas. Están usando la tortura para reprimir y perseguir”.

Sin piedad

Suju destacó que antes no se habían visto tantas consecuencias físicas como ahora. “La ruptura de costillas, incluyendo las fracturas de miembros superiores e inferiores. Les tuercen los tobillos para dislocárselos. La presión de las esposas que les colocan les dejan las manos sin sensibilidad y con heridas, y a través de esas heridas les echan el polvo de las drogas”, señaló.

“A veces les disparan muy cerca de los oídos y eso les causa una sordera que dura muchos días, por lo tanto la víctima queda con poca estabilidad, sobre todo cuando camina. Para las torturas con electricidad usan alambres para que la descarga sea más fuerte, más incisiva, más directa, recorra con más fuerza el cuerpo y haga que les exploten hasta las uñas”, explicó.

“Los daños psicológicos incluyen meterlos en cuarticos oscuros para que pierdan el sentido de orientación, para que no sepan cuánto tiempo duermen, si es que le permiten dormir; los cuelgan y los tiran en el suelo, con los ojos vendados, para que tengan que hacerse sus necesidades encima. La persona que pasa 30 o 45 días en esa situación, no sabe si durmió 10 minutos o una hora. Les traen las comidas a deshoras, para que pierdan la noción del tiempo. Les lanzan la comida en el piso para que coman del suelo como animales. Todo con el fin de afectar su parte psicológica. Tenemos el caso del mayor Suárez que ha intentado suicidarse dos veces. Hay víctimas que lo soportan más que otros, pero las consecuencias se conocen después”, relató.

El sadismo

Suju, quien atiende más de 600 casos de violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, aseguró que lo que más le sorprende es el sadismo. Indicó que hay “violencia sexual contra las víctimas. Es como que los torturadores, además de torturadores fueran sádicos sexuales y disfrutaran en este aspecto con el morbo, con el sexo”.

Confesó que nunca pensó que los oficiales que forman parte de la inteligencia, que integran la FAN fueran capaces de abusos sexuales contra adolescentes, mujeres, niñas y hasta militares.

“Me impacta mucho saber que tenemos oficiales en los aparatos de inteligencia que son sádicos. Lo que menos deseamos, cuando salgamos de esto, es que estas personas continúen en los estamentos militares. Son individuos que deberían estar presos, son personas enfermas psiquiátricamente hablando”.

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