La Habana. - Luego de vivir veinte años en Europa, Eusebio, emprendedor cubano, durante un viaje a La Habana en el otoño de 2021 exploró diversas opciones de negocio. El país al que regresaba parecía un escenario de guerra. Calles con socavones, edificios a punto de colapsar y miles de negocios privados cerrados tras el paso de la pandemia. La gente estaba muy descontenta.
Tres meses antes miles de cubanos se habían tirado a la calle para reclamar libertad. La inflación era imparable. “Recuerdo pagar por un desayuno el equivalente a doce dólares. A la semana siguiente tuve que pagar por el mismo desayuno quince dólares. Y un mes después cobraban veinte. La mayoría de los emprendedores (trabajadores por cuenta propia, les llamaba el gobierno) habían quebrado durante la pandemia. El Estado no les proporcionó ninguna ayuda financiera. Aprovecharon la apertura de los aeropuertos para escapar de aquel desastre. Amigos que tenían un capital ahorrado se quedaron sin un peso. Vendieron sus negocios y la casa para emigrar”.
“En agosto de 2021 el gobierno había aprobado la creación de MIPYMES. Conocía a un amigo que tenía una cafetería en el Vedado que vendía salchichas Frankfurt y cerveza alemana. Me contaba que dos años antes su café era un negocio próspero. Tanto en el interior del local como en el patio, con mesas de madera y toldos de franjas rojas y blancas, siempre estaba ocupado. En un día flojo, después de salvar (pagarles a funcionarios corruptos), ganaba limpio 300 dólares, que para Cuba representa mucho dinero. Saqué cuenta y me pareció una buena idea abrir un negocio. Era una forma de ayudar a mi padre y mis parientes que residían en la región oriental y estaban pasando múltiples necesidades”, rememora Eusebio.
Negocio, igual a soborno
Abrir un negocio en la Isla, además de paciencia asiática, requiere de buenos contactos y pagarle a la persona correcta para que acelere la tramitación. “El burocratismo en Cuba es para echarse a llorar. Los funcionarios lo hacen con toda intención. Es una corrupción por niveles. Antes tienes que pasar el filtro de confiabilidad que supongo se obtiene tras un chequeo de la Seguridad del Estado. Luego, para seducir al intendente municipal que aprueba el proyecto, debes gastar un dineral en comida, bebederas y vacilones. Y después que te lo aprueban el típico regalito: guárdale en el bolsillo determinada cantidad de dinero. Cuando comenzaron las MIPYMES esos pagos podían ser de dos mil o tres mil dólares, en dependencia del tipo del negocio y la rentabilidad que ellos suponían obtendrías”.
Eusebio conocía de antemano las reglas de juego y la trama de corrupción de los funcionarios del régimen. Antes de emigrar fue dueño de un bar en la zona antigua de La Habana. “En Cuba hay tanta miseria que vender alimentos suele ser rentable. Según las normas del gobierno, no podíamos vender en divisas, lo hacíamos en pesos y luego en el mercado informal comprábamos los dólares. El marco jurídico para las MIPYMES y el sector privado es muy ambiguo. Y cuando al gobierno no le conviene lo decretado, cambia las reglas del juego. O simplemente te decomisan el negocio. Y sales bien si no paras en la cárcel”.
Quién controla el comercio
El emprendedor considera que las MIPYMES fueron una estrategia de la dictadura verde olivo para introducir de forma solapada a una nueva oligarquía que controlará el comercio minorista en Cuba. “Al resto le hacen la vida un imposible. Las autoridades te ponen un objetivo social. Con el dinero de mi bolsillo tuve que pagar la reparación de una escuela. También te ‘orientan’ hacer negocios con las arruinadas dependencias estatales. Ninguna de esas propuestas es rentable. Siempre dan pérdidas”, afirma Eusebio.
Dennis, quien durante tres años fue dueño de dos bodegones, asegura que las reglas de juego no son parejas para todas las MIPYMES. “De forma gradual han inclinado la cancha para que favorezca a los negocios de parientes del gobierno y altos oficiales militares que gozan de visibles privilegios. Las concesiones comienzan cuando un funcionario del partido comunista en el municipio te solicita que pongas los insumos para determinada actividad del gobierno o participes en marchas el 1 de mayo. Si te niegas o no participas te tachan de no confiable”.
“Después de negarme comenzaron a asediarme los inspectores y me acribillaron con multas de 30.000 y 45.000 pesos. Tuve que cerrar, porque al gobierno le es muy fácil culparte de haber violado las normas. Porque esas pautas fueron escritas por ellos y tiene demasiados vacíos legales. Para el Estado, el sector privado fuera de su control, son contrarrevolucionarios en potencia”, afirma Dennis.
Yamila, dueña de una tienda de ropa, opina que las autoridades tienen en una lista negra a aquellos negocios que no son patrocinados por el Estado ni sus dueños son familiares de dirigentes. “La primera declaración de guerra del gobierno al sector privado, fue cuando en enero de 2024 impusieron un tope de 80 mil pesos diarios de venta y 120 mil pesos al mes. Cualquier negocio más o menos exitoso vende en un día 200 mil o 300 mil pesos. Luego vino la bancarización y el alza de impuestos a los productos terminados y a los ingresos de los trabajadores que contratamos. Son muy astutos. En vez de desplegar un operativo policial para decomisarte el emprendimiento, te atacan con el arma arancelaria para ahogar los negocios y generar pérdidas. Antes, un trabajador pagaba el cinco por ciento de impuesto de su salario. Ahora debe pagar un veinte por ciento. Si ganas 30.000 pesos, el ministerio de finanzas te quita seis mil pesos”.
Emprendedores, el enemigo
“Y a la mayoría de pequeños negocios que importamos bienes que no son de interés del gobierno, nos suben los gravámenes un 50 por ciento. Es increíble. Atacan a la gestión privada que ha creado un millón 600.000 puestos de trabajo con impuestos del 35% sobre las ganancias, otro impuesto del diez por ciento sobre las ventas o servicios prestados, un arancel del cinco por ciento por el uso de la fuerza de trabajo, pagar el uno por ciento para apoyar a los gobiernos locales y contribuciones a la seguridad social equivalente al catorce por ciento del salario de los trabajadores. Y además los dueños de MIPYMES tienen que pagar hasta un veinte por ciento de impuestos sobre los dividendos. Todos esos pagos son para impedir que ganes mucho dinero. El gobierno cubano es alérgico a la riqueza. Excepto que sea para ellos”, concluye Yamila.
Orestes, dueño de un negocio que confecciona muebles, reconoce que las MIPYMES fueron aprobadas en un momento de “crisis multisistémica. Al gobierno no le gustan los negocios privados. Contradice su ideología. Incluso la Constitución recoge en uno de sus acápites que no permitirá la acumulación de capital y propiedades. Somos una especie de bonsái. El Estado no nos permite crecer. Te ponen mil trabas. A la vez, el gobierno ha instaurado cientos de MIPYMES tuteladas por personas que responden a sus intereses. A estos negocios se les permite importar directamente, pueden acceder a divisas y escapan de los controles e inspectores corruptos”, señala Orestes.
Una ex empleada de una MIPYME llamada Clamanta, que elabora productos lácteos, revela a DLA, que “los negocios más exitosos sus dueños son familiares de altos funcionarios del gobierno. A veces tienen testaferros. Nunca dan la cara. En Clamanta, por ejemplo, el dueño, en apariencia, es Martin Nizarane Araluce. Su nombre aparece en el registro empresarial de Navarra y otras localidades españolas. Pero detrás del negocio se rumora está Delia Soto del Valle, la viuda de Fidel y sus hijos. La MIPYME está enclavada en Punta Brava. Relativamente cerca de Punto Cero, el conjunto residencial donde vivía Fidel con su familia”.
Los privilegiados
“Todas las MIPYMES protegidas por el régimen, como Clamanta o El Roble, tienen un contrato exclusivo para vender por divisas en las tiendas del gobierno. A precios carísimos. Una tina de helado de cinco litros cuesta 16,80 dólares. Al igual que el yogurt probiótico. Muchas MIPYMES pertenecen a funcionarios o militares que no tienen acceso a los negocios de GAESA y ahora pueden tener sus propias empresas y ganar muchísimo dinero. Mientras el emprendedor que no está conectado con ningún ministro tiene que comprar el contenedor de pollo o la leche en polvo en el Mariel en divisas, para que los dólares no salgan del país, los negocios con luz verde del gobierno, importan hasta vehículos y comida comprada en las ‘extrañas del monstruo’ con licencia del Departamento del Tesoro norteamericano”, explica la antigua trabajadora de Clamanta.
La periodista independiente Claudia Padrón publicó hace un año y medio un artículo en Cubanet donde expone que Alfonso Larrea, un hombre corpulento y canoso de unos 60 años, que estuvo al frente de un grupo de setenta representantes de MIPYMES que el 26 de septiembre de 2023 aterrizó en Miami para reunirse con empresarios de origen cubano y funcionarios estadounidenses, fue el agente David para la Seguridad del Estado y delató en el proceso penal al disidente Francisco Chaviano.
Hace dos días, la propia periodista publicó un reportaje de investigación de algunas empresas, supuestamente privadas, que participan en eventos que exaltan a la dictadura. Pone como ejemplo a la MIPYME llamada Cambute, que abiertamente respalda a la ‘revolución’. Registrada por Pedro Creah, un cubano que ha compartido residencia entre La Habana y República Dominicana.
Creah es una persona muy cercana a Víctor Dreke, presidente de la organización represiva Asociación de Combatientes de la Revolución, quien participa activamente en el acoso y vigilancia de opositores y periodistas independientes. CubaNet pudo comprobar que la MIPYME de Creah vende comida en línea para financiar parcialmente a la Asociación de Combatientes. A pesar de diversas denuncias de la prensa sin mordaza, influencers cubanos residentes en la Florida, la nueva oligarquía que apoya a la dictadura camuflada como empresarios, recibieron visas y hacen sus compras en Estados Unidos.
La dictadura militar en la Isla intenta potenciar una clase que los respalde y gane dinero lucrando con la miseria del pueblo.
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