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martes 18
de
marzo 2025
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@danielcastrope
BARRANQUILLA.- Alrededor de 90.000 venezolanos han llegado a La Puerta de Oro de Colombia en busca de nuevos horizontes de vida, huyendo de la dictadura de Nicolás Maduro y la debacle económica en su país, otrora fuente de riqueza y bienestar, y hoy sumido en la peor crisis de su historia.
Entre esos millares de migrantes que dejaron atrás sus pertenencias y anhelos para ponerse a salvo del estado de miseria implantado por el usurpador Maduro, también se han insertado a esta comunidad del Caribe colombiano un número indeterminado de niños, que, literalmente, estaban expuestos a la muerte por desnutrición en su país.
En este contexto, el comedor infantil de la Cruz Roja, situado en Pinar del Río, una barriada popular del corregimiento barranquillero de Juan Mina es probablemente la única opción que tienen padres y madres para darles un “bocado” de comida caliente y nutritiva a todos esos menores, que son las víctimas más vulnerables de un régimen totalitario condenado a la extinción.
Un espacio de alivio
DIARIO LAS AMÉRICAS estuvo en este lugar, donde las voces de niños y niñas, mezcladas con sonrisas estridentes y el golpe de cucharas y platos sobre las mesas nos hace pensar por un instante que la crisis venezolana encontró un espacio de alivio en Colombia, un país hospitalario que ha abierto sus puertas a los migrantes de esa nación vecina.
Al frente de la operación se encuentra Patricia Maestre Castro, presidenta de la Cruz Roja Seccional Atlántico y directora del comité organizador de la feria Sabor Barranquilla, quien afirma que el comedor infantil es financiado con los recursos que se obtienen anualmente en el marco del que se ha convertido en uno de los eventos gastronómicos más importantes de Colombia.
“Llevamos aquí más de 12 años haciendo presencia diaria; se les da desayunos a 200 niños, de recién nacidos a 5 años, y la idea es poder proveerles una alimentación básica para que tengan al menos una alimentación nutritiva y puedan rendir más en sus estudios y sus actividades diarias”, comentó visiblemente emocionada.
Para esta voluntaria, cuya única ganancia es “ver la felicidad en la cara de todos estos niños”, el tema concerniente al desplazamiento masivo de venezolanos hacia Colombia, especialmente con destino a la zona de la Costa Caribe, “es realmente preocupante y hay que buscarle una pronta solución”.
Aunque en el comedor también son atendidos menores de la comunidad, en un barrio que presenta elevados índices de pobreza, la mayoría de sus calles sin pavimento y problemas en los servicios públicos de agua y luz, Maestre Castro reconoce que cada día son más los venezolanos que llegan en busca de un desayuno para sus hijos. “Esta es una situación muy compleja y nosotros hacemos lo que mejor podemos para ayudarlos”, aseguró.
El hecho de interactuar con los niños durante la hora del desayuno ha permitido a la Cruz Roja determinar que existe un alto número de “madres jóvenes gestantes”, provenientes de Venezuela, que necesitan atención urgente porque “la mayoría no tiene controles neonatales”.
Asimismo, según Maestre Castro, otras madres vienen con enfermedades en la piel y serios problemas gástricos que, en dependencia de su complejidad, son atendidos por la Red de Salud de Barranquilla. “La Cruz Roja les puede brindar solo atención primaria”, explicó.
Un “farito de luz”
Por su parte, las palabras de Esperanza de Schmell, voluntaria del grupo de Damas Grises de la Cruz Roja y codirectora del comedor son conmovedoras. A su juicio, este programa de la institución a la que sirve desde hace 15 años es un “farito de luz” para niños cuya “única comida fuerte es el desayuno”.
De Schmell tiene claro que el fenómeno de la migración venezolana es complejo y preocupante. “Nosotros –afirmó- solo tememos capacidad para 200 niños, pero a veces se presentan hasta 50 niños más y no podemos dejarlos que se vayan sin probar alimento”.
Adicionalmente, las madres de los menores que reciben alimento en las calurosas mañanas del Caribe colombiano, con temperaturas que pueden llegar a los 35 grados Celsius, se favorecen con charlas sobre valores y cómo educar a sus hijos.
“Queremos mejorarles el nivel de vida a estas personas, no solamente la seguridad alimentaria, también hay que alimentarles el alma porque la comida es un solo día, el alma queda”, señaló.
Cifras de venezolanos
Atlántico, cuya capital es Barranquilla, es el cuarto departamento del país donde más residen venezolanos, según un reciente informe de Migración Colombia, una dependencia de la Cancillería colombiana, que maneja el tema migratorio.
De acuerdo con las cifras del primer semestre de 2019, en el Atlántico radican 125.075 migrantes del vecino país. En los primeros lugares se encuentran Bogotá (313.528), Norte de Santander (185.433) y La Guajira (163.966).
A nivel nacional, acorde con el mismo reporte, habitan actualmente 1.408.055 venezolanos, entre quienes 742.390 se encuentran de manera “regular” y 665.665 son calificados de “irregulares”.
En cuanto a Barranquilla, la mayor cantidad de venezolanos está concentrada en un sector del barrio El Bosque, que ahora tiene el nombre de Villa Caracas.