LA HABANA. —Es como la fiebre del oro. No importan los daños colaterales. Tampoco el amplio descontento social generado por el nuevo paquete de medidas para “dolarizar parcialmente la economía”.
Al mermar ingresos de la exportación de servicios médicos y disminuir el turismo, la escalada para captar divisas se enfoca ahora en idear como se apropian de los dólares que se reciben del exterior
LA HABANA. —Es como la fiebre del oro. No importan los daños colaterales. Tampoco el amplio descontento social generado por el nuevo paquete de medidas para “dolarizar parcialmente la economía”.
Una fuente confiable reveló a DIARIO LAS AMÉRICAS que en “los próximos meses sucederán cosas. Aún no tengo la información exacta. Pero esas regulaciones tendrán un impacto enorme en la población. Subirán (aún más) los precios de servicios básicos como la electricidad, el agua y el gas, entre otros. Es un nuevo ordenamiento monetario con la intención de controlar las remesas que se envían desde el exterior. El secretismo de las autoridades es enorme. No quieren que haya filtraciones. En reuniones y cursos exprés te quitan y apagan el teléfono móvil”.
¿Cuáles medidas, consideras tú, podría implementar el régimen?, pregunté.
“El rango es amplio y afectará tanto al sector empresarial estatal como al privado. El gobierno considera que recuperar el control de las divisas (calculan que en la calle circulan entre mil seiscientos y dos mil millones de dólares) es crucial para salir de la actual crisis sistémica. Por orden de prioridades: la apertura de un mercado cambiario administrado por el Estado es muy importante. Las trabas son que se necesitarían entre ochocientos y mil millones anuales para mantenerlo funcionando. El modelo no puede centrarse solo en comprar divisas. También deben vender. De lo contrario, esa estrategia será un fracaso”.
“El gobierno debe cambiar esa mentalidad extractiva a un modelo de negocios que no aportará ganancias, pero podría estabilizar la economía a mediano plazo. El pollo del arroz con pollo es a qué precio se venderían esas divisas. Los estudios realizados demuestran que el valor actual se acerca más a la tasa de El Toque que a la desfasada tasa de un dólar por 110 diez pesos que ofrece el Estado. Se ha trazado una campaña en los medios y diversas operaciones policiales para intentar devaluar las divisas en un rango de 300 a 350 pesos".
"Pero no ha pasado, pues la demanda supera por mucho a la oferta. Cuando llegue el momento, si en el mercado cambiario estatal se compran dólares, por ejemplo, a 455, cinco pesos por arriba del mercado informal, y se venden a 456 sin limitar la cantidad, priorizando su compra a los negocios privados, el descontento popular se va a disparar a niveles insoportables. La gente percibirá que la guerra mediática contra las agencias privadas de remesas y El Toque fue una batalla para capturar divisas, no para proteger a los pequeños negocios o favorecer al pueblo".
"Esta medida forma parte de un paquete más amplio que involucraría al sector empresarial estatal, principalmente el exportador o que ofertan servicios en divisas, porque se unificarían las tasas cambiarias e incentivaría la exportación. Aunque parezca un trabalenguas o un disparate lo que dijo Marrero (primer ministro), de dolarizar la economía para después desdolarizarla, el gobierno va a aplicar ese programa contra viento y marea. Algunos servicios comenzarán a cobrarse en divisas. Aumentarán determinados precios de servicios básicos, se le otorgará más autonomía a las empresas estatales y beneficios a inversionistas extranjeros".
"Puede que haya un cambio de moneda, ya que los bancos no cuentan con liquidez. Pero la falta de credibilidad en el sistema bancario, la ausencia de un marco legal y las eternas contradicciones del gobierno, que un día abre la mano y permite empresas capitalistas y al poco tiempo los meten en prisión, es una losa pesada. Las nuevas medidas serán una caja de sorpresa”, aseguró la fuente, muy bien conectada con los estamentos del poder.
Varios dueños de negocios, no tutelados por la dictadura, opinan que son la diana de ese paquetazo. “Por ahora la narrativa se ha centrado en culpar a El Toque y a agencias de remesas, del proceso inflacionario y devaluación del peso. Ya han detenido a varios remesadores y ocupado millones de pesos y cientos de miles de dólares. ¿A quién afectan? Al sector privado, que no es testaferro del gobierno. Cuando llegue el capítulo final, verás que el blanco somos nosotros”, vaticina un emprendedor privado.
Carlos, sociólogo, asevera que “esta supuesta guerra económica implementada por el régimen lo que pretende es retomar el control de unas divisas que nunca les han pertenecido, porque sus dueños son los que trabajan doce o catorce horas diarias en Estados Unidos y otros países, para salir adelante y después poder ayudar a su familia en Cuba”. Han perdido el subsidio de sus aliados, han mermado los ingresos en la exportación de servicios médicos y han disminuido el turismo. Necesitan esas remesas para sobrevivir”.
En la cruzada por conquistar el billete verde del enemigo, los daños colaterales son diversos. La autocracia caribeña se ha quitado la máscara. Ya no hablan de justicia social, empoderar al proletariado y ni siquiera cierran sus aburridos encuentros cantando la Internacional.
Hace más de una década, recuerda, Olivia, ingeniera civil, que “el gobierno no construye una escuela o una carretera. A nada le dan mantenimiento. Solo gastan dinero en construir hoteles y cuando reparan un mercado es para vender en dólares. A los primeros que traicionó el Estado fue a los comunistas y a los trabajadores, quienes con sus salarios de miseria ni una comida diaria pueden garantizar. El Estado ha abandonado a la población. La mayoría de los cubanos pasa hambre y no tienen medicamentos para aliviar el dolor que provoca la epidemia del virus raro que ha contagiado a millones de personas. El gobierno nos está matando en vida”.
Según datos del régimen, debido a la arbovirosis han muerto 33 personas, de ellas 21 niños y adolescentes. El Observatorio Cubano de Conflictos informa que los muertos ascienden a 87 y publica una lista con las edades, nombres y apellidos de los fallecidos.
Mientras la dictadura se enfoca en su estrategia para controlar las remesas, a las 4:45 de la madrugada del miércoles 3 de diciembre, se desconectó el sistema electroenergético nacional en la zona occidental del país. “Me estaba preparando para ir a la universidad cuando de pronto todo quedó a oscuras. Mi abuela no pudo prepararme un poco de té en el desayuno; no había gas. Mi mamá está en cama hace dos semanas por fuertes dolores en las articulaciones y las manos. Vivir en Cuba es un drama de horror”, dice Thalía, estudiante de tercer año de historia del arte.
En la última semana han arreciado los apagones en La Habana. Las autoridades han intentado minimizar durante cuatro años los cortes de luz en la capital. Pero la obsolescencia del sistema electroenergético y el déficit de combustible provocan que generar más de 1600 MW sea una hazaña. La demanda nacional oscila entre 3300 y 3500 MW diarios. El déficit en los últimos meses supera el 55%. En La Habana las horas de apagones promedian entre diez y doce horas diarias, con picos de catorce y dieciséis horas, en el resto de las provincias, como promedio, supera las veinte horas diarias. Y con frecuencia esos apagones alcanzan las cuarenta horas.
La vida cotidiana del cubano de a pie transcurre en la más absoluta oscuridad, con déficits prolongados de agua potable, sin gas licuado para cocinar y, por si no bastara, con millones de personas afectadas por un extraño virus. En ese escenario de miseria extrema, la más longeva dictadura del mundo occidental inicia una nueva cruzada: apropiarse de los dólares que los emigrados envían a sus parientes en Cuba.
Especial
@DesdeLaHabana
