LA HABANA — Los artesanos volvieron a las calles céntricas a tender sus puestos, el transporte entre las provincias comenzó a normalizarse, el Malecón de La Habana regresó a su papel protagónico de balcón marino y miles de personas esperan volver a abrazar a sus familiares.
Ese mismo día, la oposición ha anunciado manifestaciones en demanda de un cambio político en la isla, mientras el régimen ha amenazado con impedir la manifestación, entrena a sus turbas y distribuye palos para reprimir y golpear a los cubanos que ejercen su derecho a manifestarse y que no piensan como ellos.
Las imágenes de cubanos siendo entrenados, incluso con armas de guerra por el régimen circulan en las redes para amedrentar a los manifestantes que buscan un cambio de timón político en la isla gobernada desde hace 62 años por el comunismo.
En la capital, el régimen programó varios actos festivos para conmemorar el 502 aniversario de la fundación de la ciudad, en un intento de desmovilizar la manifestación.
Mientras el día 15 llega, la actividad se hace más perceptible en la capital, al tiempo que se reporta una importante baja en los contagios y la mortalidad ocasionada por el COVID-19, según el régimen, que asegura que la reducción se debe a sus vacunas, que no han sido reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Gracias a Dios que volvemos a tener trabajo”, dijo a The Associated Press Manuel Santos, un taxista de 58 años, quien espera a los anunciados viajeros tras sobrevivir este tiempo llevando paquetería en su auto clásico. “¡A ver si podemos salir de todo esto!”.
Hasta ahora Cuba ha registrado 956.452 casos positivos del nuevo coronavirus y 8.265 fallecidos, según el Ministerio de Salud.
La peor crisis económica
Las autoridades llamaron al proceso de flexibilización “nueva normalidad”, un concepto con el cual apuestan por la combinación de la reapertura de la isla -que necesita el ingreso de divisas extranjeras que la ayuden a salir de la peor crisis en tres décadas-, y un control sanitario que incluye el uso obligatorio de tapabocas, soluciones cloradas para las manos y un protocolo para el transporte aéreo que elimina la cuarentena obligatoria de los visitantes pero les exige vacunación completa o un test PCR negativo.
El Producto Interno Bruto de Cuba cayó 11% en 2020, lo que se tradujo para la población en largas colas, desabastecimiento, apagones, un mercado negro de bienes básicos y desempleo, que se agudizó por un "reordenamiento" financiero que eliminó la doble moneda y las sanciones estadounidenses -como la prohibición de enviar remesas a la isla- impuestas al régimen por violaciones a los derechos humanos y corrupción.
Oficialmente el dólar cotiza a 24 pesos cubanos, pero en la calle -el único lugar donde se consigue pues el régimen no lo oferta- alcanza los 70 pesos.
“Hay muchas personas que se reincorporan a trabajar”, reflexionó Liliam Paz, una vendedora de artesanías de 46 años que espera que con la movilidad y la reapertura “regrese la alegría al pueblo cubano”.
Pero otros son menos optimistas, como Vicente Ginard, un mallorquín de 70 años con residencia permanente en la isla que consideró que Cuba no estaba preparada para una reapertura al turismo.
En las últimas semanas casi todos los sectores comenzaron a recibir la orden de flexibilizar las medidas de aislamiento social. Los niños iniciaron progresivamente las clases presenciales, los teatros y los cines publicaron presentaciones y hasta el famoso cabaret Tropicana indicó que montará sus espectáculos, al tiempo que las tiendas tienen menos restricciones y las dependencias públicas comenzaron a registrar trámites.
También se autorizó a los restaurantes colocar mesas -hasta ahora muchos habían sobrevivido con el envío de comida a domicilio--, e incluso se levantó una veda que impedía sentarse en el Malecón a disfrutar del mar y el toque de queda nocturno en la capital, mientras los trenes y buses interprovinciales programaron salidas.
“Después de dos años el reencuentro con mi mamá, mis vecinos, mi pueblo, mi provincia, yo estoy muy feliz”, dijo a AP Bárbara García, de 63 años, nacida en Ciego de Ávila, mientras esperaba en la terminal de autobuses de La Habana.
La expectativa por la “nueva normalidad” también es grande entre los empresarios que estos años se vieron favorecidos por el turismo de alto nivel. El restaurante La Guarida procura poner a punto la infraestructura parada y lograr abastecerse de productos, algunos de los cuales están en falta o sólo se consiguen en dólares.
“Hemos tenido un tiempo bastante duro económico y emocional. Hemos estado en casa sin trabajo muchísimas familias de muchos negocios privados en Cuba”, comentó a AP Vivian Aymerich, gerente de La Guarida. “Creo que desde el 15 va a haber una mejoría”.
El restaurante es un ejemplo de cómo el cierre por la pandemia afectó el desarrollo de las iniciativas privadas en manos de cubanos que existen en la isla. Comenzó siendo un pequeño local con 12 sillas -las autorizadas por la dictadura hace 25 años- y hoy cuenta con 50 empleados que estuvieron paralizados subsistiendo de los pocos ahorros. Por allí pasaron celebridades como Madonna, Jack Nicholson, Robert De Niro, Rihanna, la Reina Sofía de España, Javier Bardem y Pedro Almodóvar, entre otros.
La isla llegó a recibir 4,2 millones de turistas en 2019 que generaron ingresos por unos 3.000 millones de dólares. En 2020 alcanzaron el millón sólo en el primer trimestre, antes de que se desatara la pandemia. Este año, desde enero a septiembre, arribaron sólo 280.000 viajeros, sobre todo rusos que se concentraron en polos turísticos relativamente aislados como los cayos, algunos canadienses y cubanos residentes en el exterior que llegaron a visitar a sus familias.
Según las estimaciones del régimen, tras la apertura llegarán unos 100.000 visitantes más.
FUENTE: Con información de AP