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viernes 29
de
noviembre 2024
ESPECIAL
@FloresJudith7
MIAMI.- Grupos paramilitares afines al régimen de Daniel Ortega, en Nicaragua, habrían utilizado un hospital militar como centro de abastecimiento de municiones durante los días más cruentos de la represión lanzada por el gobierno sandinista en contra de la población.
Según la denuncia de un exoficial del Ejército de Nicaragua, quien se encuentra en el exilio y habló en condición de anonimato, se trata del hospital militar Alejandro Dávila Bolaños, en donde logró grabar con su celular el momento en que un grupo de paramilitares partió de ese centro en un vehículo con destino al sitio de las manifestaciones antigubernamentales registradas el 30 de mayo de 2018.
El video al que tuvo acceso DIARIO LAS AMÉRICAS fue filmado desde la primera planta del establecimiento médico, en donde funciona el área de Cuidados Intensivos, el día que ocurrió una de las peores masacres perpetradas por las fuerzas policiales y paramilitares del Gobierno, que cobró la vida de 18 personas y dejó 218 lesionados. Once de los asesinatos ocurrieron en Managua, por disparos de francotiradores.
“Tuve la oportunidad de ver y grabar ese hecho. Estaban entrando camionetas con paramilitares al hospital y lamentablemente el hospital estaba proporcionando municiones a los paramilitares que salían por el estacionamiento subterráneo que tiene ese lugar, que es exclusivo para los jefes y para la contrainteligencia [del Ejército]. Ahí no tiene acceso ninguna otra persona. Es por ahí que entraban y salían para que los trabajadores y las personas que están en el hospital no se dieran cuenta”, reveló el exmilitar.
“La misma gente del barrio donde se encuentra el hospital estaban eufóricos y fueron testigos de cómo camionetas con paramilitares estaban entrando al hospital y la gente estaba enardecida porque escuchaban las noticias de la masacre que se estaba dando en los alrededores de carretera a Masaya y Metrocentro”, aseguró.
El video que grabó el exmilitar muestra al personal de vigilancia “abriendo un portón” para permitir la salida de una camioneta que estaba dentro del hospital, con hombres vestidos de civil que portaban armas largas.
En la pieza audiovisual, el exoficial identificó al teniente coronel Jairo Pérez, jefe de Contrainteligencia, que permanecía en el portón y hablaba por teléfono a la salida de los paramilitares.
Ese mismo vehículo fue fotografiado cerca de Metrocentro, en plena operación represiva, apuntando con las armas a manifestantes ese 30 de mayo, según dijeron fuentes extraoficiales.
Otro video revela el ingreso de paramilitares al mismo hospital en una camioneta color blanco, con barra de protección frontal, canastera y viseras color negro en las ventanas. Los hombres armados que aparentemente entregaron fusiles a la entrada del hospital fueron recibidos por el oficial Pérez, de acuerdo con la identificación que hizo el exoficial.
Ese mismo vehículo habría salido horas antes del hospital con al menos cuatro paramilitares y fue grabado desde el interior de ese centro. Más tarde, el mismo fue captado por cámaras fotográficas cuando los parapoliciales disparaban contra la población, según la fuente.
Armas y nepotismo
Al consultarle sobre por qué hay armas en el centro médico Alejandro Dávila Bolaños, el exmilitar respondió que ese hospital es considerado una base del Ejército.
“En el area de oficialía de guardia hay una bodega donde hay armas y están bajo el resguardo de la oficialía. El argumento es que son las armas para los soldados que resguardan el hospital, y deberían ser realmente para eso. El hospital militar es catalogado como una base militar, por ende, esta resguardada por soldados que hacen rondas y cambios de turnos y las armas se las proporcionan ahí”, explicó.
DIARIO LAS AMÉRICAS posee capturas de pantalla de WhatsApp, en relación con el trato que recibe el personal médico militar. Las órdenes que son emitidas directamente por el teniente coronel Héctor Rugama Mojica o el capitán y médico Carlos Romero Manfut, cuñado del jefe del Ejército, general Julio Avilés Catillo, revelarían que el hospital funciona como una “base de operaciones militares”.
“A permanecer reconcentrados en la unidad hasta nueva orden”, dice una de las comunicaciones de Romero Manfut, previo al 19 de julio de 2018.
“El cuarto II de disposición combativa permanecerá dentro de la unidad. Las oficiales femeninas se pueden retirar a su domicilio y permanecer puntualizado”, expresa la orden del teniente coronel Rugama Mojica, emitida el 18 de julio de 2018.
En otro mensaje, la hermana del jefe del Ejército, general Julio Cesar Aviles Castillo, la teniente coronel Alma Celeste Avilés Castillo, jefe de la dirección materno infantil, envió a los oficiales del hospital mensajes en saludo al 39 aniversario del Ejército, en el que dice que “con patriotismo y dedicación trabajamos para la nación. Viva el 39 aniversario de Constitución del Ejército de Nicaragua”.
Instrucciones
“Cuando ellos se dan cuenta que se filtró el video en las redes sociales, nos reunieron inmediatamente en el auditorio del hospital a todos los militares para orientarnos que debíamos negar rotundamente lo publicado en las redes y que no debíamos hacer ningún comentario porque nos podíamos meter a problemas, y que como militares activos nos podían encarcelar y someternos a una corte marcial”, subrayó el exmilitar.
Dijo también que “la orientación era que, si llegaba un herido producto de las protestas contra el gobierno, que no le diéramos atención médica, y las personas que contaban con un seguro social, que tuvieran derecho a atención, que buscáramos cómo prolongar el tiempo de espera para atenderlos; eso era limitar la calidad de atención en estas personas”.
Agregó que cuando un herido fallecía en el hospital militar, coordinaban con Medicina Legal la causa de muerte de la persona para evitar que se conociera la verdadera causa del deceso.
¿Paramilitares efectivos del Ejército?
“Para nosotros que estábamos dentro de la unidad (militar) y conocemos algunas de las cosas que se estaban dando por parte del Ejército, esos paramilitares sí son militares activos que [estaban] encapuchados para no ser identificados”, dijo la fuente.
“A raíz de que el país estaba prácticamente paralizado por la presion que estaba haciendo el pueblo en los tranques, es cuando entran los paramilitares con todo el armamento y sin asco a matar a la gente porque la orden fue ‘plan limpieza’ en los tranques, costara la vida de quien fuese. Mucha gente murió y resultó herida. Ya no solo era la Policía, sino los paramilitares. Allá (en el hospital) todo mundo sabe que eran miembros del Ejército encapuchados”, indicó.
Para el exoficial integrante del cuerpo médico del hospital militar, el ingreso de paramilitares a las instalaciones del hospital era de conocimiento del jefe del Ejército.
“Cien por ciento [que lo sabía]. Es difícil que un general de una dirección de la cadena de mando o de la comandancia general esté haciendo cosas u ordenando misiones sin el visto bueno del general en jefe, que es el general Julio Cesar Avilés Castillo”, subrayó.
El jefe del Ejército ha mantenido una posición de sigilo sobre los manifestantes asesinados por la Policía y los paramilitares durante las protestas con impactos de bala en la cabeza, el cuello y el pecho, disparos mortales precisos que, de acuerdo con la experiencia del exmilitar, “ese tipo de precisión solo la puede hacer un experto..., ni la misma Policía tiene ese tipo de entrenamiento de francotirador y ese armamento de alto calibre para masacrar a la población, es el Ejército el único que los tiene”, afirmó el exoficial", aseguró.
Cadena de mando en el hospital
A la cabeza de esa institución está el general de brigada José Leonel Gutiérrez, director de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército, que se integró hace dos años para dirigir el proceso de modernización de ese hospital reinaugurado en 2015.
"El (Gutiérrez) maneja muy bien la situación de toda la gente que entró en esas camionetas para abastecerse de municiones. Nadie pensaría que (el hospital) es una base militar que tiene pertrechos y armamentos para armar a esta gente y salir de ahí armados para masacrar al pueblo”, indicó el exofical entrevistado.
A esa cadena de mando le siguen el coronel Marco Salas, jefe del cuerpo médico militar; el subdirector médico, teniente coronel Noel Turcios; y después el teniente coronel Octavio Duarte y Edgard Navarrete. Para el exmilitar ninguno de los mencionados pudo haber desconocido la “misión” de los paramilitares que dejo una estela de muertes en el país producto de la brutal represión.
Presión
En la jefatura el hospital militar "nos decían que debíamos tener lealtad y obediencia al comandante Daniel Ortega como presidente de la República y jefe supremo del Ejército”.
El exmilitar asegura que, durante los días más cruentos de la represión, nunca vio indicios de que el mando militar estuviera a favor del pueblo.
El trestimoniante fue dado de baja recientemente, tras ocho años de labor. Asegura que la jefatura sabía de su descontento por los vínculos de la institución en la represión y porque no acató las ordenes de no atender a los heridos. Asegura que eso provocó que lo convirtieran en blanco de persecución y hostigamiento, hasta que decidió exiliarse.
“Si se hiciera una investigación seria saldría a luz que en todo esto (masacre y represión) el Ejército ha tenido mucho que ver y muestra de eso es que el jefe del Ejército sale siempre a la par del presidente, en las manifestaciones o discursos de Ortega, rodeados de banderas rojas y negras”, afirmó el exmilitar.
El caso ha sido denunciado ante instancias del gobierno de Estados Unidos.