jueves 6  de  febrero 2025
MÉXICO NARCOTRÁFICO

Duro golpe al crimen organizado

La telenovela de El Chapo podría haber inspirado a los creadores de Prision Break: Guzmán entró a la ducha del penal y nunca regresó

MÉXICO.-LIOMAN LIMA
Especial

El héroe forajido de la telenovela de la realidad mexicana ha caído nuevamente en manos de sus captores. El culebrón ha durado seis meses y ahora ha llegado a un momento climático. Nadie sabe qué pasará con Joaquín “El Chapo” Guzmán, capturado en pijamas y con ojos de mala noche en el norte de México.

En el imaginario mexicano es el villano favorito. Como personaje de aventuras infantiles, ha burlado por años los controles, las encerronas y las emboscadas del gran enemigo: el Gobierno mexicano.

Es por eso que aquí su popularidad se equipara con del Chapulín Colorado o Frida Kahlo y su leyenda, una mezcla de Houdini y Robin Hood con olor a heroína, se asienta en los terrenos misteriosos de una sucesión de hechos increíbles en el terreno de lo cotidiano.

Empezó hace más de 20 años en la vecina Guatemala, cuando viajaba al aeropuerto y un cártel rival iba decidido a liquidarlo.

Fue su ingreso oficial a la liga internacional de los Rasputines, equívocos sobrevivientes de toda muerte y toda justicia, perseguidos y fugados de todas las leyes: los sicarios confundieron su Ford Grand Marquis con el del cardenal mexicano Juan Jesús Posadas Ocampo, quien terminó cocido a balazos.

Nueve días después, la mala fortuna visitó por primera vez al Rey de la Montaña. Fue apresado en Guatemala y le tocó pasar los próximos ocho años en dos cárceles de máxima seguridad en México.

Hasta 2001, la novela comenzó a decaer en su monotonía. Un protagonista encerrado tanto tiempo ya no llama la atención. Y por eso un nuevo personaje desconocido, un oficial de seguridad del penal, pasó a recoger la ropa sucia por los cubículos de la cárcel, donde había sido trasladado el capo un tiempo antes.

Al salir de la celda, el policía no continúo el recorrido. Fue con su carro lleno de sábanas y uniformes sucios directo a la lavandería. Un rato después, vino una inspección de rutina, luego la alerta roja. Guzmán había desparecido.

En el estado de Sinaloa, en otro hotel, en la ciudad de Mazatlán, fue capturado nuevamente sin necesidad de un disparo. Era el 22 de febrero de 2014. Faltaban 504 días para su nuevo escape.

La telenovela de El Chapo podría haber inspirado entonces a los creadores de Prision Break: Guzmán entró a la ducha del penal y nunca regresó.

Lo habían ido a buscar en una motocicleta, por un conducto de más un kilómetro y medio de largo, desde la cárcel de máxima seguridad donde se encontraba (para muchos, la más segura de Latinoamérica) hasta las cercanías de una casucha y unas construcciones en un pueblito, a espaldas del penal.

Estuvo prófugo por seis meses. Hasta ayer. Capturado de nuevo, medio mundo sigue ahora frente a sus televisores o teléfonos las nuevas peripecias y aventuras de El Chapo.

Y se sigue con la misma atención de una telenovela. Aunque en este caso nada es predecible. Nadie sabe cuál será el nuevo capítulo de esta historia, inscrita ya en la selva del mito de las fugas y los héroes de la historia del crimen organizado.

LEA TAMBIÉN:

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar