miércoles 12  de  febrero 2025
PAZ COLOMBIA

“El acuerdo de paz puede ser imperfecto, pero es mejor que perpetuar la guerra”

Para el general Oscar Naranjo el acuerdo logrado hasta el momento con la guerrilla más poderosa y antigua de Colombia “es el mejor posible que se ha alcanzado"

El exgeneral de la Policía de Colombia Oscar Naranjo, miembro del equipo del Gobierno de Juan Manuel Santos que negocia un acuerdo de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en La Habana, tiene en su carrera una larga trayectoria de duro combate contra la guerrilla y el narcotráfico.

Estuvo en la operación en la que cayó Raúl Reyes, el llamado “canciller” de las FARC; también participó en el operativo en el que murió el Mono Jojoy, el jefe militar de esa guerrilla, y, por último, presenció el golpe mortal a esa organización subversiva: el bombardeo masivo en el que perdió la vida Alfonso Cano, comandante en jefe de ese grupo rebelde.

En una reunión informal que sostuvo Naranjo con medios de prensa locales, en el Consulado de Colombia, en Coral Gables, Florida, reconoció que “cuando llegamos a Cano saqué la conclusión de que no podía ser un colombiano, por exitoso que fuera ejerciendo funciones de seguridad y presentando resultados en la guerra, que me expusiera a que me dijeran que debía neutralizar hasta el último guerrillero porque esa cadena no iba a terminar”.

Ante esa secuencia de hechos militares, aunada a un “acumulado histórico” –como lo calificó Naranjo– de intentos fracasados de paz y de intensificación de la guerra que debilitó a las FARC, “el presidente Santos, en un acto de magnanimidad y ética políticas, pensó que había llegado la hora de que el Estado se sentara con esos señores para producir una solución negociada que permitiera poner fin al conflicto”.

Para Naranjo el acuerdo logrado hasta el momento con la guerrilla más poderosa y antigua de Colombia “es el mejor posible que se ha alcanzado. Me inclino por aceptar que el acuerdo puede ser imperfecto, pero a estas alturas y después de 50 años de conflicto interno y de violencia, es mejor que perpetuar la guerra”.

En qué va la negociación

A pesar de que el 23 de junio se firmó en la capital cubana el fin del conflicto armado, aún faltan acuerdos clave.

Uno de ellos es la implementación, el acompañamiento internacional y la verificación. Al respecto, el general Naranjo trajo a colación que “hay estudios que hablan de que en el 30% de este tipo de procesos, históricamente, ha habido incumplimientos sistemáticos de los acuerdos”. Subrayó que “no estamos firmando un acuerdo para no cumplirlo, eso sería engañar a la sociedad y a la contraparte, por eso hay que dar garantías de cumplimiento”.

También está pendiente el tema de la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil: “Uno esperaría que quien hace dejación de las armas pueda reintegrarse a la vida política bajo un mínimo de garantías. Pero la guerrilla también tendría que dar garantías de no reincidencia”, aclaró Naranjo.

Por último, todavía falta la polémica discusión sobre la participación política de los guerrilleros desmovilizados. “Hay quienes opinan que aquellos que se levantaron contra el Estado y empuñaron las armas no deben participar en política”, indicó Naranjo. “Hay quienes pensamos que se trata de poner fin al conflicto y ese conflicto tiene unas bases que llevaron a unas personas a recurrir a las armas para tratar de imponer sus ideas. Lo que es lógico es tratar de abrir canales para que reemplacen los fusiles por ideas”, contra argumentó.

Las amenazas

El narcotráfico y la posibilidad de que haya frentes de las FARC que no acepten los acuerdos, son elementos que están en las críticas a las negociaciones en La Habana.

“Hemos hechos revisiones históricas de los últimos procesos, las cifras muestran que entre el 7 y el 22% de miembros de los grupos se quedan por fuera de los acuerdos”, expresó Naranjo. “En el caso colombiano las FARC es una organización que durante 50 años ha dado muestras de un mando y control efectivo  sobre sus estructuras. El Gobierno no es ingenuo de pensar que la totalidad de los guerrilleros vaya al acuerdo”.

En el tema de las drogas, el general Naranjo reiteró que en los acuerdos, ya firmados, las FARC reconocieron que el narcotráfico sí ha financiado el conflicto, “esa es una verdad histórica”, puntualizó. “También se comprometieron a romper cualquier vínculo con el narcotráfico y si no cumplen podrían ponerse en riesgo jurídico”, aclaró. En los acuerdos, además, esa guerrilla adquirió el compromiso de contribuir, de distintas maneras y en forma eficaz, en la superación de los cultivos ilícitos.

Ese acuerdo final de paz tiene sus mayores amenazas, según Naranjo, en el mismo narcotráfico, en el crimen organizado (se refiere a las bandas criminales y neo paramilitares que siguen asesinando y amenazando a líderes populares) y la corrupción.

También está el tema de la impunidad. Ahí han estado las críticas más duras al proceso. La base de todo es que los comandantes guerrilleros, que han cometido u ordenado crímenes de lesa humanidad, no pagarán un solo día de cárcel.

“La justicia transicional no es un invento de los negociadores del presidente Santos”, aclaró el general Naranjo, para explicar por qué se llegó a ese modelo de justicia para los guerrilleros de las FARC.

Añadió que “si uno mete en el carril de la justicia ordinaria al conflicto armado colapsa el sistema y al final lo que hay es un mar de impunidad porque esa justicia es incapaz de dar un tratamiento de justicia colectiva para dar fin al conflicto”.

Amplió que la justicia transicional no se basa en la aplicación punitiva de la ley, porque es “un sistema integral de verdad, justicia, no repetición y reparación. Lo que estamos enfrentando como sociedad es que hay un conflicto que ha dejado más de 220.000 homicidios,  cerca de 7 millones de víctimas, necesitamos reconciliar al país y el modelo de justicia debe ser transitorio, excepcional  y transicional”.  

Desde ese punto de vista recalcó que “al final lo que está en juego aquí, más que la aplicación de un modelo de cárcel punitiva, es la capacidad de los colombianos para reconciliarnos”.

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