En 1989, cuando Danilo Maldonado Machado tenía apenas 6 años, con la caída del Muro de Berlín y la desaparición del bloque de países socialistas de Europa del Este, la pequeña isla donde nació, perdió de golpe la subvención que le permitía mantener en pie su maltrecha economía.
Maldonado creció en un hogar plagado de carencias y cuando tuvo el primer empleo mal pagado de donde sustrajo lo que encontró al alcance para aliviar los pesares de su madre, lo etiquetaron como delincuente.
De las cárceles a donde fue a parar nació el opositor, el artista irreverente que culpa al régimen de sostener mecanismos para alimentar la enajenación de la juventud que podría combatirlo.
El Sexto, que optó por ese sobrenombre, “para identificar al pueblo”, en medio de la campaña oficialista por la liberación de los cinco espías, entiende que lo más urgente por el beneficio de Cuba es educar para combatir el miedo.
¿Cómo percibes el comportamiento de cubanos de las recientes generaciones llegadas a Miami, que no reconocen la existencia de una dictadura en la isla?
No rompen con el régimen porque saben que no deben (para poder regresar cuando quieran). Ahí tienes a artistas, como Gente de Zona, que son capaces de pedir la libertad para Venezuela y no hacen lo mismo para Cuba. Tienen un discurso (programado) para llegar a la gente. Y eso sucede desde hace mucho tiempo, sólo que ahora es más frecuente. Por ejemplo, en el caso de los artistas plásticos, si no son bien vistos (por el régimen), que si no pertenecen a instituciones culturales del Gobierno, no tienen el carné que les permite obtener materiales para trabajar, ni el apoyo para hacer una exposición ni el permiso para sacar una obra al extranjero. Todo ese engranaje evita que personas como yo y como el músico Gorki puedan presentar su arte.
En Cuba hay pequeños espacios privados para el arte ¿También se te dificulta exponer en esos espacios?
Total dificultad porque quienes tienen esos espacios saben hasta dónde arriesgarse. Por ejemplo, he tenido la posibilidad de alquilar un espacio para establecer mi estudio y tan pronto saben que soy opositor me dicen no, por miedo, sea porque se enteran o porque la Policía les advierte y les amenaza con cerrarles el negocio. De esta manera, el artista queda anulado de cualquier proyección.
Dentro del género musical urbano en Cuba se percibe el auge de un patrón de letras rebeldes contra un estilo de vida, y no contra el régimen. Esto es difundido por la radio que a su vez controla el Estado ¿Estará el Gobierno detrás de esto?
Podría ser que el facilismo creativo es la salida de esos músicos, pero también podría ser una estrategia del Gobierno para darles un espacio y evitar el auge de otras letras. Hay otros músicos brillantes, tan jóvenes como ellos, como Roberto Fonseca, exitoso pianista, conocido en varios países, cuya música no es difundida en Cuba. Prefieren difundir música estridente, básica, enfocada incluso en la sexualidad, que no brinde la oportunidad de pensar en otras cosas. Y eso es lo que le están metiendo a la gente en la cabeza para vivir enajenados, lejos de la realidad. Y si eso es lo que repiten en la radio, prácticamente 24 horas al día, llega el momento que penetra e influye.
¿Cómo ves el comportamiento de los jóvenes cubanos acerca de la dictadura y el futuro de esa sociedad?
La juventud cubana prefiere mantenerse al margen de la realidad, consumir la música y hacer lo que le dicen. Hay otros que piensan diferente, pero cuando ven el peligro de caer presos, no se lanzan. El régimen tiene un control absoluto de la población. Y por eso es muy difícil que pase algo como lo que sucede en Venezuela. Por ejemplo, existe la ley de [supuesta] prevención del delito con la que deciden desde quién podría robar, antes de cometer el delito, hasta quien saldría mañana a la calle a protestar. Pero si a esa juventud la meten presa antes de pensar, no hay grandes probabilidades de protestar. Hoy [en Cuba] la prioridad es tratar de sobrevivir, sea guiando a turistas, vendiéndoles tabacos, prostituyéndose o yéndose al extranjero.
¿Qué debe hacer la oposición en Cuba para neutralizar el peso del régimen y llamar la atención de los jóvenes?
La respuesta podría ser crear una revista radial o televisiva, que no sea [precisamente] la actual programación de Radio Martí, y que hable el lenguaje de la juventud. Pero no podemos esperar que un joven pague dos dólares la hora para conectarse a internet para estar informado porque esos dos dólares son necesarios para comer o hablar con su familia en el extranjero. Ahí tienes el caso de la revista OnCuba, [medio establecido en la isla, con autorización del régimen, propiedad de un empresario cubanoamericano] que no es tan crítica con el Gobierno, sin embargo amenazan con cerrarla, [posiblemente] para que la gente se fije en ella y se mantengan alejados de otros medios [independientes].
Hay otros espacios en internet, como CiberCuba, que desde el exterior asegura promover “la confluencia, la información y el debate de los cubanos todos”.
Transmitieron unas secuencias en directo del carnaval en La Habana y firman a la familia del reguetonero “Chocolate” cuando se quejan de que no les manda dinero de Miami, pero hay otras tantas cosas que pueden filmar y no lo hacen, como las colas para comer y preguntar cuántas horas demora poder comprar.
¿Qué escenario avizoras si Raúl Castro finalmente cumple su promesa de retirarse?
No sé. Pensé que la gente saldría a la calle cuando se muriera Fidel y no fue así. Yo salí a la calle y me vi solo. Tal vez nos preguntemos, ahora qué hacemos.
¿Qué pudo haber cambiado en Miami para permitir que músicos y empresarios presenten espectáculos que benefician económicamente al régimen de La Habana?
No se están tomando las medidas necesarias. Creo que eso está en manos del Gobierno de EEUU, congresistas y senadores, que permiten la entrega de visas lo mismo a un grupo artístico o un músico, que están respaldado por una entidad gubernamental cubana, sea una casa de cultura o un ministerio.
El presidente Donald Trump asegura que busca contrarrestar lo negativo del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.
El Gobierno estadounidense difiere en público de las medidas de la administración anterior, pero no toma medidas claras contra el mal. No sé qué es lo que sucede en las altas esferas, pero seguimos hablando de medidas contra Nicolás Maduro, en Venezuela, pero no combatimos al eje central que está en Cuba y la causa del mal en América Latina.
¿Qué sucedió en tu vida que te motivó a salir a la luz pública como opositor?
Fue la acumulación de sucesos y abusos. Primero, estuve preso dos años por robarle al Estado, porque para sobrevivir en Cuba hay que robarle al Gobierno que lo tiene todo. Luego me castigaron con otro año de cárcel por no trabajar para el Gobierno, cuando trataba de hacer piezas de barro para sobrevivir. Fue entonces cuando me radicalicé y decidí combatir la dictadura con lo poco que tenía.
¿Qué les dirías a los jóvenes cubanos?
Entiendo que no quieran salir a la calle a manifestarse porque la Policía los va a partir como un lápiz. Pero al menos que no sean parte del instrumento represor. Que no se dejen reclutar para reprimir una protesta o cualquier manifestación contra el Gobierno. Que no voten en la elecciones porque sólo podrán votar por quienes pongan en la lista y al final sólo beneficiarán a la dictadura.
¿Cuál es el origen del sobrenombre El Sexto?
Sucedió durante la campaña del Gobierno cubano para liberar a los cinco espías presos (1998) en EEUU [a los que el régimen llamaba cinco héroes]. La campaña era tan persistente, 24 horas al día por radio y televisión, que cansaba. Si estaban presos era porque fueron condenados por ser espías. Repetían tantas veces los nombres de “Los Cinco” que yo pensé que “El Sexto” podría representar al pueblo de Cuba, porque ellos cinco no eran más héroes que el pueblo cubano. Y ahí se quedó el sobrenombre.
¿Qué puede hacer el exilio de Miami para ayudar verdaderamente a acabar con la dictadura cubana?
Ayudar a educar a la población cubana acerca de los derechos civiles y libertades. Por ejemplo, una radio bien establecida o una acción concreta, como puede ser una manifestación de embarcaciones al puerto de La Habana, que no pueda ser parada. No hacemos nada con aplaudir cuando Trump venga a Miami y diga que va a limitar esto o aquello. Y el año que viene qué. Estaremos en lo mismo.
Sobre tu regreso a Cuba, ¿qué percibes?
Tengo que orientarme primero. Necesito ayudar a mi familia, a mi madre que ha sufrido tanto con mis prisiones. Hay gente en Miami que ayuda, 20, 50 dólares, porque en Cuba no me dejan trabajar, pero yo no quiero vivir de donaciones.
¿Cómo te sentiste el día que murió Fidel y saliste a la calle y te viste solo protestando?
Fue el golpe más duro. Si todos se quedaron en la casa es porque todos tuvieron miedo y por eso hay que educar para acabar con el miedo.