LA CRUZ, GUANACASTE.-JOSUÉ BRAVO
Especial
El desánimo y el enojo entre los migrantes ha tensado la relación entre los cubanos y las autoridades de Costa Rica, dado que la policía ha impuesto orden en los albergues donde antes hubo permisibilidad
LA CRUZ, GUANACASTE.-JOSUÉ BRAVO
Especial
Emociones contenidas, vidas salpicadas de incertidumbre, rebasadas por la desesperanza y hasta con alta dosis de enojo, es el contexto entre cubanos a pocas horas de la segunda salida de migrantes, esta vez con niños, desde los albergues donde han estado varados durante los últimos tres meses en el norte de Costa Rica.
El ambiente pasivo y hasta pesado, contrasta con la festividad con que fueron despedidos desde el norte de Costa Rica, la tarde y noche del 12 de enero, los primeros 180 migrantes de la isla, quienes continuaron su viaje hacia Estados Unidos, el destino migratorio de los ciudadanos del país dominado por los Castro.
El optimismo no contagia a los primeros grupos familiares que viajan esta noche como parte de la continuidad del plan piloto regional acordado por Costa Rica, El Salvador, Guatemala y México, para dar una salida gradual a miles de cubanos que se quedaron varados en Costa Rica desde el mediados de noviembre 2015, cuando Nicaragua les impidió el paso por su territorio.
“Tantos días en esta espera se nos ha hecho largo. Es por eso que (estamos) un poco emocionalmente (calmos). Nos sentimos bien, claro, creo que poco a poco que vaya llegando la hora de partir ya la gente se irá animando”, relató David Pons, un inmigrante de La Habana que esta noche parte de La Cruz, Costa Rica, junto a su esposa y una hija.
“Pero también nos sentimos mal porque se quedan nuestros amigos, compatriotas, en tres meses de convivencia conocimos nuevas personas, costarricenses y cubanos, es doloroso dejar esta parte, aunque sabemos que un capítulo de nuestras vidas se cierra”, añade.
Según la Dirección General de Migración y Extranjería, en este segundo grupo de cubanos, el primero de familias, viajan 118 adultos (una embarazada) y 66 niños (de ellos 4 alzados en brazos de sus padres).
Todos se reúnen a partir de las 5 de la tarde en el parque de La Cruz, de ahí parten en autobuses a las 6:30 hacia el aeropuerto internacional Daniel Oduber de la ciudad de Liberia, a una hora de viaje por tierra desde este Cantón. De ahí sale en un vuelo hacia San Salvador.
El viaje tendrá la misma ruta que el del primero, dado que de San Salvador cruzan ese país y Guatemala en autobuses, hasta llegar la frontera sur de México, donde serán recibidas por autoridades de este último país, para que luego los cubanos viajen con medios propios hacia la frontera mexicana con Estados Unidos.
En los puestos migratorios norteamericanos se acogerán a los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano, tales como albergue para quienes no son recibidos por familiares, alimentación, enseñanza del inglés e inicio de gestiones para regularizar su condición migratoria que les permita trabajar amparado a la legislación.
Según declaraciones a la televisión local de la directora de la DGME, Kathya Rodríguez, Costa Rica no ha renunciado a la posibilidad de que los migrantes cubanos salgan más rápido aumentando la frecuencia de los vuelos, siempre y cuando el resto de países de la ruta accedan a esta posibilidad.
El último acuerdo negociados por estos países el pasado 20 de enero, es que saldrán 7 vuelos de 180 personas cada una durante el mes de febrero, y no dos o tres diarios como deseaba Costa Rica y los propios migrantes.
Esto ha creado un ambiente de desánimo y enojo entre los migrantes, quienes se habían sembrado la expectativa de que en cuestión de dos semanas, podrían partir bajo el mismo plan los 8 mil o la mitad que aún se encuentran varados en albergues o casas de familias costarricenses que los han cogido.
La relación entre cubanos y las autoridades de Costa Rica se ha tensado un poco, dado que la policía ha impuesto orden en los albergues donde antes hubo permisibilidad, ante denuncias de que los traficantes de personas ingresaban a estos sitios para tratar con los migrantes el paso ilegal por Nicaragua a un precio mínimo de 800 dólares.
Los controles en el ingreso a los 4 albergues en La Cruz de los pocos periodistas que cubren esta segunda partida, era evidente, al punto que la policía exigía presentar una autorización de la Comisión Nacional de Emergencias.
Las denuncias de coyotaje dentro de los albergues, supuesto robo de alimentación cruda que los cocineros cubanos del Liceo Nocturno de la Cruz hacían para luego revenderla en el pueblo, mayor control de los horarios de apagado y encendido de bombillos por las noches; ha generado tensión entre una parte de los migrantes y la policía.
Esto aunado a la lentitud de un acuerdo regional que preliminarmente, llevaría a los países unos 5 meses para sacar a los miles que se vararon en Costa Rica.
"Todo ha sido un descontrol. Yo soy uno de los primeros en haber llegado a Costa Rica en noviembre y no estoy en lista de espera siquiera. Esto nos tiene muy molestos a casi todos", declaró el joven originario de Camagüey, Ismael Pérez Avilés.
Eso sí, aunque viajen escépticos, quienes hoy parte lo hacen agradecidos de la colaboración prestada por el Gobierno de Costa Rica. No así de quienes se quedan.
Realmente hay un agradecimiento a Costa Rica por representarnos a nosotros. Desde que estamos varados acá ellos asumieron esa responsabilidad con toda la buena intención, lamentablemente no todo salió como ellos mismos se lo han propuesto, dependencia de otros países. Eso nos ha afectado emocionalmente”, concluyó Pons, desde el albergue habilitado en el patio de la iglesia Shekiná, en La Cruz.
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