La violencia infantil en Colombia produce terror u horror a pesar de los avances realizados en materia de prevención, dice el último informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
El estudio sobre la violencia sexual e intrafamiliar del país sudamericano revela que en 2015 fueron asesinados 917 menores de 17 años. De los 8.626 casos de homicidios reportados a octubre de este año, 566 corresponden a menores de edad. El 2015 cerró con 19.181 menores abusados, es decir, 1.598 mensuales, 53 diarios. Los departamentos con más casos de violencia contra niños y niñas adolescentes son: Santander 440, Valle del Cauca 562, Cundinamarca 1003, Antioquia 1083 y Bogotá 3238, o sea, 2.98 veces más que Antioquia, 3.2 veces más que Cundinamarca, 5.7 veces más que Valle y 7.3 veces más que Santander. Hasta finales de octubre de 2016 se registraron en total 17.711 casos de agresión sexual, el 86 %, es decir, 15.237 corresponden a menores de 18 años. Ocurre que se conoce solo una mínima parte de los casos que suceden a diario. En promedio solo se denuncia el 30% de los abusos sexuales. Esto pasa o por miedo, o porque el victimario es el mismo que sostiene económicamente el hogar, así que nadie en la familia se atreve a denunciarlo.
En el pasado año se registraron 26.985 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 10.435 correspondieron a violencia física contra niñas y niños adolescentes, 33 casos más que 2014. De ese total fueron 4.818 hombres y 5.614 mujeres. Los principales agresores son los padrastros y otros familiares con el 36.4%, los padres con el 32.8% y las madres con el 30.6%.
¿Qué debemos hacer en Colombia contra la violencia intrafamiliar?
La UNICEF advierte que, aunque el país cuenta con avances importantes en prevención y atención de la violencia contra las mujeres y las niñas, “aún es necesario intensificar la implementación de normativas vigentes y de los esfuerzos del Estado por contener esta forma de violencia, que vulnera los derechos humanos”. Si no cuidamos a los niños con qué futuro quedamos. El debate debe centrarse en formular políticas preventivas y dar mayor celeridad a los procesos penales. Bien dice Erasmo de Rotterdam “Todo el mundo sabe que la edad más feliz y, con mucho, la más alegre es la infancia. ¿Qué hay en los niños que nos empuja a besarlos, abrazarlos, y a acariciarlos, y que incluso los mismos enemigos les presten auxilio?”. La impunidad, la apatía, la impotencia, la desigualdad, la desprotección infantil y los bajos niveles de educación carcomen cada días más a la Colombia de Macondo.
Noel Carroll en su libro THE PHILOSOPY OF HORROR, “La filosofía del horror”, distingue entre el horror y el terror tomando en cuenta especialmente una característica, la presencia de un monstruo. El horror siempre incluye a una criatura que trasgrede de cierta manera las reglas o convenciones del mundo, diegético, en que es situado. Mientras que el terror no necesita un monstruo, puede ser un ser humano responsable de los hechos que nos aterrorizan. Monstruos recientes en la historia de Colombia varios, tal vez el más conocido es Luis Alfredo Garavito, el hombre que asesinó y violó a por los menos 250 niños. Hoy el crimen de Yuliana Samboni en manos del presunto asesino, Rafael Uribe Noguera, a tiene convulsionado al país. Y hace pocos días la violación, tortura y empalamiento que le provocaron la muerte a Dora Lilia Gálvez, en Buga, conmocionó también a la opinión pública.
