SAN JOSÉ. Centroamérica se encamina hacia el bicentenario de su independencia, con retos comunes por alcanzar, con sus respectivas variantes, en busca de una homogeneidad que les permita mayor desarrollo.
SAN JOSÉ. Centroamérica se encamina hacia el bicentenario de su independencia, con retos comunes por alcanzar, con sus respectivas variantes, en busca de una homogeneidad que les permita mayor desarrollo.
La consolidación de una verdadera democracia sigue siendo el tema pendiente, salvo Costa Rica que aún con sus imperfecciones, tiene el sistema más sólido de la región. Precisamente, este país lleva tres décadas de discusión sobre una reforma política destrabar discusiones sobre problema urgentes como el déficit fiscal o la mejora del transporte público.
No obstante, aún con sus dificultades, el sistema democrático costarricense le ha permitido ser una de las naciones más desarrolladas del istmo, en la que la educación y el respeto a las libertades públicas han sido sus principales ejes.
Nicaragua, salvo algunos periodos de incipiente democrática, sigue sufriendo el flagelo de caudillismos y regímenes que han bloqueado su desarrollo, hasta convertirla no solo en la región más pobre de la región, sino la segunda en el continente.
Guerras y desastres naturales han frenado los esfuerzos de avance. En 1990, mediante la vía cívica electoral, Nicaragua terminó una guerra armada en la que jugaron grandes potencias como Estados Unidos y Rusia, que generó miles de muertos y desbastó a toda la nación.
En 1990 el país reinició el rumbo de la democracia, a pesar de problemas de corrupción de gobiernos como el de Arnoldo Alemán (1997-2002), pero el esfuerzo por ser una nación verdaderamente libre se ha borrado con el ascenso de nuevo de Daniel Ortega al poder (2006 a la actualidad), que ha instalado en un sistema dictatorial que cooptó a los poderes del estado, restringió las libertades, se reelige por fraudes electorales y ha permitido una alta corrupción en las instituciones públicas.
En el triángulo del norte, integrado por Honduras, El Salvador y Guatemala están siendo atacados fuertemente por la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado, el fenómeno de las pandillas, además de corrupción en alguna parte de la función pública.
El narcotráfico y el crimen organizado también acechan a Costa Rica y Nicaragua. Aunque en menor grado que sus hermanas del norte, no dejan de ser flagelos comunes por los cuales toda una región debe luchar.
Centroamérica también una zona de migraciones, tanto intrarregional como hacia Estados Unidos, debido a la falta de oportunidades a nivel general y el problema de la inseguridad en el triángulo norte.
Así que la Centroamérica del bicentenario tiene grandes retos para el 2021, en esa lucha por buscar una verdadera independencia que se traduzca en paz y bienestar de las naciones, lego de sufrir guerras en la década de los 80.
El istmo aún lucha por una completa integración política y económica, aunque cabe reconocer que el sistema productivo se está integrando, el comercio aumenta y hay inversiones regionales. Falta consolidar la preparación académica de sus habitantes y asegurar el crecimiento y desarrollo para todos.
En el plano político, resulta paradójico que sea la nación con mayor democracia la que sea reticente a una integración. Costa Rica no es parte de foros regionales como el Parlamento Centroamericano.
Volviendo al plano económico, el Estado de la región 2016 muestra a Centroamérica impactada aún por altos niveles de desempleo, empleos informales y baja productividad; donde prevalece la escasa inversión social, una de las causas esenciales de que la pobreza domine en los hogares de estas naciones, sobre todo en Guatemala y Nicaragua.
Casi de forma similar inciden los crecientes déficits fiscales, que llevan a que la mayoría de estos países mantengan condiciones de endeudamiento insostenible, aunque las exportaciones de bienes y servicios siguen marcadas por un tímido dinamismo.