LA HABANA — La situación de los cubanos no ha cambiado desde la designación de Miguel Díaz-Canel como gobernante en la isla, en abril de 2018, menos a partir de su designación como el nuevo "líder" del Partido Comunista de Cuba (PCC), las carencias económicas, el desabasto, el mercado negro y las subas de precios siguen siendo el principal problema para la población y se ha acentuado con la pandemia.
Aunque el doblemente designado, leal al castrismo, prometió la “continuidad” de un viejo y desgastado sistema, en el mediano plazo no se espera un cambio en el modelo unipartidista, la sociedad cubana -cada vez más interconectada- puja por encontrar espacios de representación para su diversidad. De lograrlo o no, según expertos, dependerá de estabilidad del sistema político, único en el continente y que sigue sosteniéndose a través de los aparatos de represión.
La desigualdad económica entre quienes reciben divisas o tienen negocios y los que no, es más visible. En las últimas décadas, además, antiguos "prejuicios revolucionarios" quedaron atrás y es habitual encontrar gays entre los funcionarios del partido y el gobierno. Además hay iglesias funcionando a pleno y feministas, animalistas y activistas afrodescendientes hacen conocer su quejas abiertamente, pero no todos pueden hacerlo, la oposición política y los periodistas independientes son perseguidos, golpeados y encarcelados por los aparatos de seguridad e inteligencia del régimen.
Recientemente, el artista y disidente Luis Manuel Otero Alcántara realizó varias protestas junto con su grupo Movimiento San Isidro. Las autoridades hicieron campaña vinculándolo con organizaciones anticastristas, logró llamar la atención, sobre todo gracias a un uso intensivo de las redes sociales que comenzaron a difundirse en estos dos años desde que se abrió el servicio de datos móviles.
Pese a que logró llamar la atención, no todas las protestas le fueron permitidas, la última fue la huelga de hambre y fue sacado de su casa por la seguridad del estado y llevado a un hospital donde ha sido obligado a ingerir alimentos. Poco se sabe de él, el régimen lo mantiene aislado.
El poder que mantiene el PCC
Con sus 700.000 militantes --el ingreso es selectivo--, su importancia radica en que es el único con estatus legal en la isla y según la Constitución es el encargado de dirigir al Estado, por tanto, todo lo que el régimen haga en materia política y económica pasa por camino diseñado por el partido, cuyas políticas han fracasado a lo largo de más de 60 años.
El VIII Congreso -realizado entre el 16 y 19 de abril- cerró con la designación de las máximas autoridades partidarias. Díaz-Canel, de 61 años, sustituyó como primer secretario a Raúl Castro, quien había sucedido a su fallecido hermano Fidel en 2016, ambos mantuvieron el poder durante más de seis décadas. También se designó a un Buró Político de 14 personas, un secretariado de 6 y otros 96 miembros del Comité Central. No hay nadie entre ellos de la vieja guardia que hizo la revolución en 1959.
En los puestos directivos hay 12 generales y una franca mayoría de funcionarios, lo que evidencia el control de los militares dentro del partido comunista y las empresas. En ese congreso no hubo representación real de la Cuba actual.
“El congreso fue un cónclave de burócratas de nivel medio y alto de las diferentes esferas de la sociedad y regiones del país, los demás eran excepciones”, expresó a la AP el ensayista cubano Mario Valdés Navia. “Lo que más duele es la ausencia de obreros y empleados de la base...La fuerte presencia de militares y de su sistema empresarial”, acotó.
Valdés hizo referencia al general y exyerno de Castro, Luis Alberto López-Calleja, presidente del Grupo de Administración Empresarial (GAESA), la corporación militar que maneja sectores estratégicos del país, desde hoteles y decenas de almacenes hasta financieras, todo en poder de militares cuyo nivel de vida es abismal con la del cubano promedio que hace colas para conseguir alimentos y sobrevivir.
Observadores hicieron notar la llamativa ausencia entre la directiva del PCC de artistas, intelectuales, emprendedores del emergente sector no estatal y de los pocos científicos, cuando antes estas personalidades solían brillar en el Comité Central.
Díaz-Canel en sus discursos insistió en la “continuidad” de la revolución y el modelo unipartidista como una forma de "mantener la cohesión" ante la ofensiva de Estados Unidos y los grupos de presión que buscarían socavar la revolución y revertir lo que llamó "logros", pero al fin y al cabo reconoció el desafío de la pluralidad.
“Lo más revolucionario dentro de la Revolución es y debe ser siempre el Partido”, expreso Díaz-Canel. “Y es nuestro deber... entender que esa fuerza política no es monocromática, ni idéntica entre sí, y mucho menos unánime al expresarse”.
El unipartidismo -junto con la falta de canales de expresión independiente o la libertad de asociación o la permanencia de algún Castro en la dirigencia-, fue una de las razones por las que Estados Unidos impuso sanciones a la isla desde la década de los 60. Éstas fueron endurecidas durante la administración del presidente Donald Trump, quien firmó más de 200 medidas económicas y políticas contra el país.
El actual presidente, Joe Biden, durante las elecciones se mostró dispuesto a un acercamiento a la isla como en la época de su predecesor Barack Obama, pero en estos primeros meses no hubo novedad.
Mientras tanto, la falta de libertades y de alimentos sigue siendo el pan de cada día de los cubanos, pero la esperanza de un cambio parece estar tomando cada vez un mayor impulso.
FUENTE: Con información de AP