El abogado de ascendencia alemana de 59 años, quien consiguió acceso al Palacio de la Moneda en su tercer intento —tras las elecciones de 2017, en las que no pasó de la primera vuelta, y las de 2021 en las que fue superado por el mandatario saliente Gabriel Boric— aventajó a Jara por más de dos millones de votos de diferencia para convertirse en el primer presidente de derecha que votó a favor de la continuidad del dictador Augusto Pinochet (1973-1990) en el plebiscito de 1988.
Manteniendo la tradición republicana de Chile, la aspirante comunista reconoció su derrota dentro de las dos horas después de conocerse el resultado, mientras que Boric extendió sus felicitaciones en una llamada televisada, en la que se puso “a disposición” para colaborar con su sucesor.
Por su parte, Kast extendió una invitación a una “transición ordenada” y expresó su disposición a “contar con sus aportes” a partir del 11 de marzo. Además, durante su primer mitin tras la victoria, realizado en la comuna de Las Condes, optó por un tono conciliador en el que destacó a su rival Jara —“le reconozco el coraje”— y subrayó que tanto en la derecha como en la izquierda hay personas valiosas y otras que no lo son. “Chile no avanza desde la división”, sostuvo.
“Este resultado era anticipable, exactamente tal como ocurrió después de la primera vuelta”, afirma el abogado y académico chileno Ricardo Israel en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS, recordando que Chile tiene un sistema de balotaje cuando ningún candidato supera el 50%. “La derecha fue dividida en tres candidaturas, y la suma de ellas superó el 50%”, explica, señalando uno de los elementos determinantes del desenlace.
Sin embargo, el excandidato presidencial (2013) subraya que el verdadero quiebre no está en la matemática electoral, sino en el contenido del debate público. “Por primera vez desde el retorno a la democracia, los temas que predominaron en esta elección fueron los temas que tradicionalmente son de derecha”, sostiene. Entre ellos menciona “la inmigración ilegal, el tremendo fracaso y el retroceso que ha sufrido Chile a todo nivel, el aumento de la delincuencia y la necesidad de volver a crecer económicamente”, una característica que, recuerda, marcó durante años el éxito chileno.
Una elección distinta
Ese cambio de agenda explica por qué este tercer intento presidencial fue distinto para Kast. “Todos esos fueron los temas sobre los cuales giró la elección en este tercer intento, y por eso esta elección para Kast fue distinta a las dos anteriores”, afirma Israel, en referencia a las elecciones de 2017 y 2021, cuando fue derrotado en segunda vuelta por Boric pese a haber liderado inicialmente.
Para el académico, la raíz del cambio es inequívoca: “Precisamente, por el fracaso constituyente”, señala. A su juicio, ese proceso frustrado redefinió el mapa político. “El fracaso constituyente fue tal, que marca un nuevo paradigma para las elecciones chilenas, lo que en ciencia política se conoce como el clivaje”, es decir, el eje que resuelve el conflicto electoral.
Durante más de tres décadas, explica Israel, Chile votó bajo la lógica del plebiscito de 1988. “Todas las elecciones repetían el resultado del plebiscito, que fue el sí y el no”, con campañas dominadas por “la justicia social y la dictadura”. Ese ciclo, sostiene, se cerró tras las consultas constitucionales: “Apareció una nueva mayoría que no mira para atrás, sino que mira para adelante, y por eso esto marca una nueva etapa en la política chilena”.
Por ello, Israel es categórico al asegurar que este proceso electoral representa el fin definitivo del eje dictadura–democracia: “Evidentemente, eso ya quedó ratificado, que hay un nuevo paradigma”.
“La persona justa en el momento indicado”
El académico también repasa la evolución política de Kast. “Él comenzó como un actor marginal, porque se retiró de un partido importante, que era la Unión Demócrata Independiente”, menciona, aunque fue diputado en cuatro períodos consecutivos. En esa etapa, su discurso estuvo marcado por la “guerra cultural”: “los temas del aborto, del matrimonio y la predominancia que debiera tener la familia”.
Pero ese enfoque quedó relegado por el colapso del gobierno saliente. “Todos esos elementos quedaron en segundo lugar a partir del fracaso total a todo nivel de Boric”, sostiene. El diagnóstico es severo: “Quiso hacer una Constitución que cambiaba totalmente la historia de doscientos años de Chile”, mientras el país enfrentaba “una crisis económica” y un auge de la delincuencia con “tipos de delitos que en Chile no se conocían”, generando “una inseguridad generalizada a todo nivel”.
Aunque los homicidios consumados han disminuido por tercer año consecutivo —con una caída del 13,8% en el primer semestre de 2025 en comparación con el mismo período de 2024—, la sensación de inseguridad sigue siendo elevada en el país. Según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) 2024, más del 87% de la población percibe un aumento de la delincuencia a nivel nacional y el 56,6% de los chilenos afirma sentirse expuesto al delito, especialmente con la penetración del crimen organizado en territorio chileno, con bandas transnacionales como el Tren de Aragua.
En ese contexto, Israel estima que Kast logró leer el clima social. “Esos son los temas que él se adelantó al debate en Chile y, por lo tanto, apareció como la persona justa en el momento indicado”.
Gobernabilidad
Para el académico, el triunfo abre ahora una interrogante clave: la gobernabilidad. “Esa es la gran duda que existe”, advierte Israel, al plantear la disyuntiva entre un gobierno identitario o una coalición amplia. Recuerda que el Partido Republicano ya cometió un error en el segundo proceso constitucional. “En vez de buscar algo que los representara a todos, colocó el programa de su partido, cometiendo el mismo error de la izquierda”, lo que derivó en un nuevo rechazo.
De esa experiencia, sostiene, surge una oportunidad. “Si él lo aprovecha, en vez de hacer un gobierno identitario, podría llamar a una nueva Concertación”, afirma. Menciona que el éxito de la Concertación original se basó en consensos básicos. “Se pusieron de acuerdo en dos elementos: la democracia política y el mercado, y duró 30 años”. Hoy, sin embargo, ese centro político está debilitado: “La Democracia Cristiana es hoy un partido pequeño” y “la socialdemocracia desapareció en la última elección”.
Aun así, cree que podría reconstruirse sobre nuevas bases si el foco se desplaza desde la guerra cultural hacia “los temas del momento”, como el crecimiento económico y la política migratoria: “Esto (la inmigración masiva) comenzó a afectar a los sectores más modestos de Chile”, explica, detallando que el sistema legal es altamente garantista. “No van a haber expulsiones masivas”, subraya, y aclara que muchas promesas de campaña “simplemente no se pueden cumplir con la ley actual”.
Por lo tanto, advierte que sin acuerdos amplios el margen de acción será limitado. “Para enfrentar la inmigración ilegal o la delincuencia se necesita modificar las leyes”, y hoy “en la Cámara de Diputados le faltan ocho o diez votos”.
En política exterior, en cambio, ve un terreno fértil para consensos rápidos. “Siempre fue una política de consenso”, recuerda, y anticipa un giro con el nuevo gobierno. “Tanto Estados Unidos como Israel han dicho que quieren recuperar la relación privilegiada que tuvieron”, afirma.
A nivel regional, Israel interpreta el triunfo de Kast como parte de una tendencia más amplia. “Los gobiernos que lo hacen mal son derrotados”, sostiene, y subraya que se consolida un aprendizaje común: “no hay recetas fáciles, no hay almuerzos gratuitos”.
Para Israel, la conclusión de este proceso electoral es clara: “En Chile vuelve a reafirmarse que la democracia es la salida para solucionar los problemas de los países”. Un mensaje que, en un contexto regional marcado por la crisis de modelos y liderazgos, vuelve a colocar a Chile como ejemplo de que las urgencias del presente pesan más que las divisiones del pasado y donde la capacidad de construir consensos volverá a ser la clave del éxito o del fracaso.
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