martes 7  de  marzo 2023
SALUD

El misterio de las moscas oculares

Esas incómodas burbujas, líneas, nubes o telarañas, que afectan nuestro campo visual, no están fuera de los ojos, sino que flotan en su interior

Por BELÉN GONZÁLEZ

Esas incómodas manchas, puntos o filamentos de color negro o gris que flotan de forma repentina en nuestro campo visual, y que se desplazan libremente con cualquier movimiento del globo ocular, son en realidad resultado de un defecto visual que se conocen con el nombre de miodepsias o moscas flotantes.

Estas aparecen cuando ciertas moléculas se aglutinan en el interior del ojo e impiden el paso de la luz a la retina. Es un trastorno propio de la edad, que afecta especialmente a la personas con más de 50 años de edad, aunque también puede afectar a jóvenes e incluso a niños. Así mismo, pueden ser producto de determinados traumatismos oculares que surgen tras una cirugía de cataratas o una miopía severa.

El termino miodesopsia proviene de las palabras griegas myie que se traduce como mosca, así como eidos que quiere decir formas y ops que se refiere a la visión. Los especialistas coinciden en que generalmente se trata de un fenómeno común, por lo que se les considera una condición benigna que no compromete la visión, aunque si puede llegar a dificultarla.

Es importante señalar que si bien se les clasifica como un proceso fisiológico benigno, las miodepsias pueden indicar la presencia de una lesión, infección o inflamación del globo ocular, especialmente la uveítis, trastorno que implica la inflamación e irritación de la capa media del ojo encargada de suministrar la mayor parte del flujo sanguíneo a la retina.

En líneas generales, este trastorno es resultado de los cambios en la densidad del humor vítreo, una sustancia gelatinosa que sirve como relleno al 80% de nuestros ojos y que sirve para mantener la forma redonda del globo ocular. Ahora bien, este líquido viscoso se va encogiendo con el paso del tiempo, perdiendo sus características físicas y convirtiéndose en una materia fibrosa que arroja, precisamente, fibras que producen diminutas sombras en la retina.

Repentino y complicado

No existe un tratamiento único para las moscas flotantes, las estrategias dependen de la cantidad de opacidades presentes, cuando estas son pocas, los pacientes por lo general se adaptan a ellas en unos cuantos meses. Sin embargo existen dos recursos terapéuticos para los casos más complejos, en primer lugar está la vitrectomía, una cirugía que consiste en la extracción del humor vítreo para sustituirlo por solución salina.

Y la segunda estrategia de tratamiento es la vitreolisis, un método que permite disgregar las moscas volantes para hacerlas menos visibles usando un láser quirúrgico que genera decenas de pulsos sobre cada opacidad microfragmentandolas. Este procedimiento tiene una versión química, que se basa en la inyección intravítrea de un medicamento que genera una acción licuante sobre el humor vítreo.

Más allá de ser un problema fisiológico, las miodepsias generan mucha ansiedad en quien las padece, y puede llegar a ser incapacitantes, además provocan un estado de insatisfacción e irritabilidad que afecta la vida diaria de los pacientes, por eso es importante aprender a vivir con estas incómodas manchas visuales.

Lo más importante en este sentido es aprender a controlar ese impulso compulsivo de chequear constantemente si las moscas volantes están ahí, fastidiando tu campo visual.

Ejercicios contra el enemigo

Como una opción para aprender a convivir con las miodepsias sin que su presencia nos cause frustración, los expertos han diseñado tres ejercicios. El primero de ellos es la relajación de los ojos, este consiste en calentar las manos frontadolas entre sí, para luego cubrir ambos ojos con ellas durante al menos 10 segundos, repitiendo la acción unas cinco veces de forma continua.

Otro de los ejercicios es controlar el movimiento de los ojos, para lograrlo se recomienda colocar la cabeza hacia atrás y mirar el techo, para luego realizar de forma lenta y controlada movimientos circulares con los ojos simulando las manecillas del reloj, para luego repetirlos en sentido contrario. Lo ideal es repetir este ejercicio unas diez veces en cada dirección.

Y finalmente, es importante trabajar en el enfoque, y la estrategia indicada es colocar uno de sus dedos o un lápiz, frente a la cara a la distancia equivalente al largo del brazo, para luego y muy lentamente, acercarlo a los ojos hasta llegar a unas seis pulgadas de distancia. En ese momento se debe enfocar el objeto por unos segundos, para luego estira el brazo hacia su posición inicial. Este ejercicio también debe repetirse al menos diez veces, y los tres se deben practicar diariamente.

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