sábado 15  de  noviembre 2025
LETRAS

Águeda López: "Ojalá hubiera más empatía en el mundo"

Luego de desfilar en las grandes pasarelas, Águeda López debuta en las letras con La niña que siempre miraba el Sol, libro en el que narra cómo enfrentó el bullying

Diario las Américas | WILMA HERNÁNDEZ
Por WILMA HERNÁNDEZ

MIAMI.- Aunque escribir un libro no era un objetivo por cumplir, Águeda López quiso contar su historia porque, quizás, podría servirle de inspiración a quienes en algún momento han sufrido burlas o acoso por simplemente no encajar en ciertos patrones impuestos.

En las páginas de La niña que siempre miraba el Sol, la modelo española graduada de Periodismo y quien ha desfilado en las grandes pasarelas narra que sufrió bullying por su apariencia cuando era adolescente, una experiencia que vivió en una etapa vulnerable en la que las fuertes críticas atentaron contra su autoestima y generaron inseguridad.

Ahora, ya cómoda en su propia piel y exitosa a los 44 años, la mujer que comparte su vida con Luis Fonsi asegura que continúa en la búsqueda de la espiritualidad y espera instar a la introspección al contar sus vivencias.

DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con Águeda López, modelo internacional, esposa y madre de dos hijos, sobre su debut en el mundo de las letras y el aprendizaje que espera deje su primer libro.

- ¿Qué es lo más relevante que el lector puede encontrar en las páginas de tu libro?

Yo creo que lo más significativo es encontrar un mensaje quizás de resiliencia, de empoderamiento, de seguir soñando, pero también de trabajar y luchar por lo que se quiere, porque cuando alguien se pone valiente, la vida le va presentando en el camino las oportunidades para hacer esos sueños realidad. Entonces, creo que la gente que lea el libro va a encontrar un mensaje positivo de poder salir adelante y conseguir todo lo soñado.

- ¿Cómo fue el proceso de concebir La niña que siempre miraba el Sol?

Me sentí vulnerable otra vez y sabía que cuando escribiera un libro basado en mis vivencias personales, estaba abriendo una puerta a que la gente me conociera más. Y no muchas de esas vivencias han sido agradables. Yo que siempre he sido una persona muy privada, que no quiero que la gente sepa demasiado de mí, que siempre trato de callar y de no decir nada, entendí que de repente era el momento de ser vulnerable, de abrirme y de decirle a la gente: de repente tú también pasaste por lo mismo o te sientes identificada con alguna parte de mi historia, y tal vez eso ayude a los demás a librar sus batallas.

Me di cuenta de que había muchas cosas que yo pensé que ya no me dolían, que había superado, que había pasado la página. Pero al escribirlas y releerlas me di cuenta de que me seguía doliendo, que había ahí una herida que seguramente ha condicionado mi vida. Yo pienso que cuando alguien sufre algún tipo de acoso queda una cicatriz ahí en el corazón, en el alma, que hace que las relaciones con los demás no sean las mismas. Cuesta más confiar en alguien, sentirse segura, crea inseguridades y me di cuenta de que las mías seguían ahí, que mi dolor seguía ahí. Así que creo que el libro fue terapéutico.

- ¿Cómo supiste que era el momento de contar tu historia?

Yo soy una persona súper espiritual, o considero que estoy en búsqueda de la espiritualidad y de crecer espiritualmente. Yo estaba en Israel y tuve un sueño en el que me vi con un libro en la mano y un dibujito de una niña con el pelo rubio, unas converse rojas saltando de página en página, una niña que iba triste, siempre mirando hacia abajo y demás. Entonces me desperté y de alguna forma entendí con el paso de los días, porque no fue instantáneo, tuve esto en mi cabeza por más de un mes, que quizás había que dar un mensaje. Creo que fue propósito de Dios, de que sirva de canal para ayudar a los demás. Sinceramente, eso fue lo que me empujó.

Yo nunca había querido escribir un libro. Estudié Periodismo, pero quería dedicarme al periodismo deportivo, porque me encanta el deporte. Y después del sueño que tuve en ese viaje, me dije: lo voy a hacer, no importa si nadie me lee o si las únicas que compran el libro son mi mamá y mi vecina. Si solo una persona lo lee y le deja un mensaje, habrá cumplido el propósito, el proceso habrá valido la pena. Y por eso me animé; cuando lo escribí no pensé ni en críticas ni en reconocimientos, sino en el mensaje que tenía que dar.

- ¿Cómo lidias hoy con críticas y cometarios en tiempos de redes sociales?

Gracias a Dios tengo la fortaleza o la inteligencia emocional de sonreírme hoy y no darles gusto a quienes me quieran atacar con lo mismo que ya sobreviví hace 30 años. Las redes sociales son una herramienta impresionante si las manejas bien, pero también te hacen mucho más vulnerable porque estás al alcance de todos. A mí me han dejado comentarios horribles como que vaya a comer algo. Pero yo recibo las críticas cuando vienen de un lugar de amor y según de qué tipo de persona. A mí me decían que parecía un monito porque tenía los brazos muy largos. Y esa era mi fortaleza. Mi papá me decía que era envidia y es doloroso describirlo así, pero la gente trata de opacar o atacar aquello que no carecen. Ojalá hubiera más empatía en el mundo y menos envidia.

- ¿Cómo proteges a tus hijos de los efectos de las redes?

Por mucho que yo trate de meter a mis hijos en una burbuja, ese no es el mundo real. En algún momento de su vida alguien les va a hacer daño con algún comentario. Y eso a mí me llena de pánico, porque sé lo que pasé y es horrible. Pero trato de crearles una autoestima fuerte. Cuando la gente me decía que no era lo suficiente, qué era fea y tenía un cuerpo raro, me ayudaba que mis padres eran la balanza opuesta todo el tiempo. Siempre me decían que era suficiente, que era bonita, inteligente, valiente. Yo pienso que cuando tienes un entorno que te empuja, no solamente tus padres, tus amigos, eso ayuda a balancear la situación.

Pero si uno no se siente bien, no importa lo digan, ni bueno ni malo. Creo que el bienestar y la paz empiezan con uno mismo y no por lo que digan los demás, aunque sí ayuda tener un apoyo emocional. Yo siempre recalco que es importante tener una red de mujeres que te recuerden el valor que tienes, al igual que saber elegir la gente que te rodea. Cuando hay amigas cercanas que se ayudan unas a las otras, eso hace toda la diferencia.

- ¿Cómo te autodescribes?

Soy una mujer muy soñadora, desde pequeña, y sigo soñando todos los días con cosas nuevas que se me ocurren, nuevos proyectos de vida. Me gustaría, a veces, estar más aterrizada, pero si hubiera una palabra que me definiera sería: soy una mujer que nunca ha dejado de soñar. Y ojalá, Dios me dé mucha vida para seguir soñando.

- ¿Vendrán otras novelas después de esta primera autobiográfica?

Sí, ya empecé a escribir la segunda, que tendrá otro enfoque. La niña que siempre miraba el Sol es autoficción, porque está escrita tercera persona. Y es que quería que la gente se identificara con algo y no quería que pensara en mí, sino en su historia, sus dolores, en sus fracasos o victorias. No quiero escribir por escribir, sino para dejar un mensaje positivo.

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