MIAMI.- Con un vestido de flores y una flor en el cabello, está Ana en su rutina matutina antes de salir a la calle. La mujer está separada de Luis con el que estuvo casada y cuida celosamente a su madre, una mujer que parece estar enferma, toma muchos medicamentos para el dolor y parece bastante inquieta.
Ana va rumbo a la farmacia cuando de repente ve en la calle una moneda: “Todo comenzó con esta monedita, redonda, dura, gastada… sin embargo esta piececita metálica, me cambió la vida”. Así comienza Ana por la ventana, obra del dramaturgo argentino Alfredo Allende, que en función única se presentó en la sala de la Sociedad Actoral Hispanoamericana, del Doral de Miami, bajo la dirección del puertorriqueño Miguel Said y la actuación de la también argentina Susana Yasán.
Se trata de un texto minuciosamente descriptivo, que fluye con la naturalidad de los hechos que tienen lugar. Ana parece que no se cuestiona nada, más bien se deja llevar por las circunstancias. Con una reacción compulsiva va arrojando por la ventada de su apartamento prácticamente todo lo que hay dentro, sin dejar nada, incluso libros, cartas, fotos, joyas, regalos. Es como una ruptura total. También se deshace de los vicios, de pecados y del pasado… hasta el gato lanza por la ventana.
El texto que puede interpretarse como una fábula o una reflexión sobre la vida, en este caso también el fin de la existencia. Es algo que queda claro desde el principio, pero el espectador debe aguardar a cómo se desenvuelven los episodios. En realidad, esa son las premisas de la obra, el todo se va con uno.
En otro momento Ana llama por teléfono a tres antiguos amantes y todos la rechazan. Se reencuentra con Luis, se conecta con la casa de la infancia y se encuentra con un hada madrina. Estas escenas crecen la obra y le imprimen magia.
En general Ana por la ventana es un texto lindo, agradable, sin mayores vuelos, pero fresco y que muestra como todo lo que se tiene, y que de aprecia y atesora, tras un accidente por intentar recoger una moneda de la calle, hace que nada tenga ya importancia y valor.
Ana por la ventana se proyecta como un gran trabajo escénico gracias al desempeño de Susana Yasán, una actriz completa, que va del dramatismo a lo humorístico con maestría. Posee una asombrosa condición física, arrastrándose por el suelo, abriéndose paso entre las patas de una silla, subiendo y bajando obstáculos, algo que en una mujer como ella, es todo un desafío. Yasán es de esas actrices en que cada uno de sus trabajos constituye una clase magistral.
Hay que resaltar que una sola función es insuficiente. Lo mismo ocurrió en su anterior presentación, donde estuvo realmente brillante con Rose, de sobrevivir a vivir. En ese sentido es necesario hacer ajustes. Si por alguna razón de logística no se puede presentar en días continuos, al menos debería programarse nuevamente en un periodo razonable.